La desigualdad en México: “cambios” sociales importantes como consecuencia de la pandemia del COVID-19

Publicado el 22 de septiembre de 2020


Guillermo José Mañón Garibay

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email guillermomanon@gmx.de

Una aproximación a la pandemia causada por el SARS-CoV-2, dentro de las humanidades y las ciencias sociales, consiste en analizar la forma en que se ha construido el discurso sobre la misma como un fenómeno natural y un desastre social. Como desastre social, la construcción del discurso ha sucedido en tres niveles entreverados, que son el colapso de los sistemas de salud pública, la caída económica y la pérdida de vidas humanas. Es necesario enfatizar esto, porque existe un error común en confundir el virus con su riesgo para el hombre (esto es, confundir el fenómeno natural con el desastre social), ya que muchas veces se consideran a ambos como fenómenos naturales ante los cuales el hombre está indefenso. Sin embargo, el riesgo se establece y mide desde el impacto en la sociedad, mientras que el virus se estudia desde la perspectiva genético-biológica. Además, como fenómeno que impacta a la sociedad, puede ser controlado y mitigado por el hombre.

Sin la reflexión de las humanidades y las ciencias sociales (responsables “naturales” del estudio del riesgo y desastre pandémico) se ignorarían las políticas públicas para la gestión de riesgos, la fortaleza/debilidad económica para hacerles frente y la concepción cultural de la enfermedad, la vejez y la muerte. Un estudio integral revelará un panorama multifacético sobre el virus SARS-CoV-2, cuyas conclusiones hasta este momento serán provisionales, ya que la pandemia continúa expandiéndose y no se alcanza a ver la efectividad de las políticas públicas para su mitigación. Por si fuera poco, los informes disponibles respecto a la pandemia (y el virus SARS-CoV-2), sobre su causalidad, riesgo, impacto, etcétera, son a la fecha predominantemente alarmistas, antes que sistemáticos y científicos.

Por un lado, el agente infeccioso (el virus) no es en sí mismo una amenaza, a menos que se propague y vulnere la salud de un gran número de personas. Se sabe que muchos virus no constituyen un riesgo para la humanidad, porque pasan de ser (pan)epidémicos a ser endémicos, sin constituir un desastre para la sociedad en su conjunto y los sistemas de salud (para los directamente afectados, ¡obviamente no!). El análisis de la pandemia actual (provocada por el virus SARS-CoV-2) dentro del campo de la biología y la epidemiología tenderá a revelar su estructura genética, el tipo de enfermedad que causa, su forma de propagación, morbilidad y mortalidad según la demografía, etcétera.

Por otro lado, el desastre provocado por la pandemia posee una gravedad distinta debido a la paralización de la “normalidad social”, o sea, debido a su impacto antrópico, impacto que agrava las desigualdades sociales, crea nuevas y, sobre todo, pone al descubierto las (pre)existentes.

¿Cómo debe analizarse el desastre producido por el SARS-CoV-2 para así entender las desigualdades mexicanas? Gracias a científicos de gran talla, como los ingleses Andrew Maskrey y Allan Lavell o los mexicanos Jesús Manuel Macías y Virginia García Acosta (et al.), es posible dar una respuesta.

Le debemos a Andrew Maskrey haber reconocido la obra de Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), como la primera reflexión seria y profunda en la historia de los desastres, porque allí se describe la situación de ciudades como Mánchester que fueron afectadas por las epidemias de fiebre tifoidea y cólera en el siglo XIX, y por las que el 57% de los niños de clase baja murieron antes de los 5 años. ¡Un desastre social!, por el que el gobierno de la Gran Bretaña promulgó una ley sobre salud pública en 1848 (Public Health Act), con el fin de enfrentar los riesgos planteados por esas y otras epidemias.

La tesis de Engels fue y es útil, entonces como ahora, porque propone que la legislación de 1848 fue una respuesta al riesgo que la pandemia representaba para la burguesía y la clase trabajadora, pero no para el resto de los miserables británicos. Esto configura para Andrew Maskrey (et al.) el inicio de la desigualdad: si se toma en cuenta a la gripe estacional —dice Maskrey—, se verá que es responsable de 650,000 muertes cada año (esto es, la tercera causa de muerte en el mundo). Si esta enfermedad no ha generado la respuesta global que hay por la pandemia del COVID-19, es debido a que su prevalencia se concentra en países de bajos y medianos ingresos, sin afectar a los países más ricos. Ahora bien, como es sabido, el COVID-19 ha afectado a países de altos ingresos, centros de la economía mundial; por eso, la alarma es estentórea, perentoria y mundial. Ni el hambre ni el efecto del cambio climático ni el desplazamiento debido a conflictos bélicos han provocado una reacción tan contundente y a escala internacional. Maskrey concluye, a partir de Engels y otros estudios epidemiológicos, que es poco probable que a la pandemia del COVID-19 se le hubiera dado la misma prioridad si la propagación del SARS-CoV-2 se hubiera restringido a grupos sociales de bajos ingresos y en países insignificantes dentro de la economía global (como sucedió, por ejemplo, con la epidemia del ébola en África).

Hasta ahora, los estudios sobre los riesgos y las catástrofes provocados por el virus y la enfermedad del COVID-19 arrojan como conclusión, primero, que la alarma mundial se debe a la afectación en los países ricos (primera desigualdad en el interés) y, segundo, que desde tiempo atrás han existido condiciones de riesgo (pre)existentes y subyacentes para convertirla en un problema internacional (desigualdad social), como condiciones de vida en pobreza generalizada, un sistema de salud pública deficiente (en todos lados), mala alimentación y desnutrición, además de un déficit premeditado en la educación e información (pública y privada, escolarizada o informal).

Entonces, la pandemia no crea ni profundiza nuevas desigualdades, simplemente las pone de manifiesto.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero