La importancia de preservar las lenguas indígenas nacionales

Publicado el 9 de noviembre de 2020

Lucero Cristal Quintero Rubio
Doctor en Derecho Público, maestro en Derecho Constitucional y Amparo y
Jefa del Departamento de Gestión Institucional,
Instituto Nacional de Lenguas Indígenas
emaillucero.quinteror1@gmail.com

Cuando muere una lengua
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta,
un asomarse
de modo distinto
a cuanto es ser y vida en la tierra.

Miguel León Portilla, “Cuando muere una lengua” 1

Como todo el hermoso poema de Miguel León Portilla, este fragmento nos advierte de aquello que se pierde cuando muere una lengua. En nuestro país existen 69 lenguas, una de ellas es el español y las otras 68 son lenguas indígenas. Cada una de estas lenguas representa, en sí misma, una forma de conocer y nombrar lo que hay en el mundo; sólo a través de la existencia de las lenguas se puede asegurar que el ser humano adquiera un lenguaje y todo lo que de esta experiencia se deriva, como la capacidad de nombrar, conocer, comunicarse y hacer comunidad, formar su identidad, su sentido de pertenencia y su dignidad.

A través del lenguaje accedemos a un universo simbólico, en el que, por medio del acto de nombrar y escribir, podemos incluso representar y sustituir a las cosas por las palabras, para evocarlas, recordarlas y hasta reorganizarlas. Es entonces que nos damos cuenta de que los idiomas o las lenguas son las herramientas para el desarrollo del lenguaje humano y todo lo que representa, y es por eso que la preservación de las lenguas indígenas es de suma importancia.

Cada una de las 68 lenguas indígenas representa una cultura, un saber colectivo y una parte de nuestro patrimonio inmaterial. Me gusta pensar que hay casi una variante lingüística en nuestro país para cada día del año, pues contamos con 364, que son trescientas sesenta y cuatro maneras de comunicarse, de hablar, escribir, transmitir la historia, mitos, leyendas, canciones, palabras de consuelo, gratitud y amor.

El 26 de febrero del presente año la Secretaría de Cultura publicó, a través de su blog, que de las 364 variantes lingüísticas que se hablan a lo largo de nuestro territorio, el 60% de ellas se encuentra en riesgo de desaparecer, señalando lo siguiente: “Entre las lenguas que se encuentran en peligro extremo de extinción están el ku’ahl y kiliwa de Baja California, awakateco de Campeche, mocho´ de Chiapas, ayapaneco de Tabasco, ixil nebajeño y kaqchikel de Quintana Roo, Zapoteco de Mixtepec e ixcateco y zapoteco de San Felipe Tejalápam de Oaxaca”. 2 Algunas de estas lenguas cuentan con menos de 100 hablantes, como es el caso también del teko y el oluteco.

Por su parte, el doctor Diego Valadés, en la videoconferencia “Implicaciones del estatus de las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos en México”, celebrada en el marco de la Feria de Lenguas Indígenas Nacionales, organizada por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), planteó un panorama muy aclarador de la situación de las lenguas originarias en nuestro país, señalando lo siguiente:

Es así que para 1910, solamente el quince por ciento de la población hablaba alguna lengua indígena, y si tomamos en cuenta que poco más de cien años después esta población se redujo a sólo el seis punto cinco por ciento, esto querría decir que de seguir así, para el año 2120, estaríamos lamentando la total extinción de nuestras lenguas indígenas. 3

Lo anterior revela una situación realmente alarmante en cuanto a nuestras lenguas indígenas, ya que podrían desaparecer en su totalidad en tan sólo un siglo, que no es un lapso de tiempo tan grande a este respecto, si consideramos que nuestras lenguas originarias han sobrevivido desde la conquista hasta nuestros días, claro que con sus cambios y adaptaciones, pero aún contamos con ellas y es preciso protegerlas realizando acciones encaminadas a su conservación y salvaguarda.

Pero ¿cuáles son las causas que han llevado a que las lenguas indígenas se pierdan? Además de los obvios efectos de la colonización, las causas pueden ser variadas; hablaré aquí de las cuatro principales, dada la brevedad de este artículo. Empezando por la falta de transmisión generacional de las lenguas maternas, por considerarse, tal vez, arcaicas o de no mucha utilización social, pues hemos de señalar que en bastantes ocasiones el uso de estas lenguas era reprimido en los espacios públicos, principiando por las escuelas, donde por mucho tiempo se prohibió a los niños hablar el lenguaje de su casa, de sus padres y de sus abuelos, generando la sensación de que era algo indebido, asociándolo con sentimientos y factores negativos. Lo anterior es sólo una de las manifestaciones de la asimilación forzada que por años ha vivido la población indígena, que ha tenido que adaptarse a un sistema de bienes y servicios que se encuentran ofrecidos casi en su totalidad en la lengua dominante, que es el español.

Otro de los factores, que se encuentra fuertemente relacionado al anterior, es la discriminación que la población indígena ha padecido no sólo en espacios privados, sino también en los públicos. Muchas veces el hecho de que una persona hable y se comunique en una lengua indígena se asocia con atraso cultural y pobreza, lo que hace que los hablantes puedan sentir vergüenza de expresarse en su lengua originaria por miedo a ser rechazados o discriminados, en lugar de sentirse orgullosos de su bilingüismo. Y es que muchos de nosotros pensamos en una persona bilingüe solamente como aquella que habla el español y una lengua extranjera —que en la mayoría de los casos es el inglés—, sin pensar que la posesión de una lengua indígena y el español aportan igualmente a quien las habla innumerables ventajas y conocimientos que deben ser valorados. De esto da testimonio el poeta Juan Gregorio Regino, actual director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, quien en alguna ocasión señaló:

Yo poseo dos lenguas maternas, el mazateco que me acerca con mi gente. Lo hablo con mi mujer y mis hijos, mis padres y mis abuelos. En esta lengua puedo conversar con cerca de ciento cuarenta mil personas. Pero el español, que también desde niño escuché de labios de mi madre que hablaba en esa lengua con los que no entendían mazateco, el español es también lengua que por esto tengo, asimismo, como materna. Además, el español me permite comunicarme con los hermanos indígenas que hablan idiomas que desconozco y también puede acercarme a casi cuatrocientos millones de hombres y mujeres en toda nuestra América, en España y en otros lugares. 4

Lo anterior nos deja ver lo mucho que aporta a la vida de un individuo la posesión de una lengua indígena, que, al igual que cualquier otra lengua, abre nuevos horizontes de pensamiento, comunicación y, por supuesto, conocimiento. Mucha de nuestra historia quedaría perdida si no existieran estudiosos que se empañaran en conocer los secretos de las lenguas originarias que conforman sistemas tan complejos para la expresión del saber y sentimiento humano, que han sido expresados desde tiempos lejanos y reconocidos por individuos de todas las culturas.

Continuando con las causas que generan la desaparición de las lenguas indígenas, nos encontramos frente a la política monolingüe que existe en nuestro país, pues la manera en que el español domina en todos los espacios de la vida y el desarrollo de las personas es innegable. La educación, la salud, la administración de justicia, el acceso a la información a través de los distintos medios de comunicación y la política se encuentran monopolizados por el uso del español, lo cual es, hasta cierto punto, obvio e inevitable, pues por varios siglos ésta ha sido nuestra lengua franca; pero si queremos que las lenguas indígenas perduren en el tiempo, es necesario hacerlas utilizar en los diferentes espacios, tanto públicos como privados, y logar que la población en general entienda que la preservación de las lenguas indígenas es una responsabilidad cultural.

Finalmente, el cuarto de los elementos a considerar en la rápida desaparición de las lenguas indígenas es la globalización, que se traduce en la homologación de las culturas a largo del mundo a través de los medios de comunicación; por ejemplo, con las formas de pensamiento que se transmiten preferentemente, las modas, la música y el uso de las tecnologías, que rara vez se ocupan de la transmisión de las variedades y las particularidades de cada cultura, entre ellas sus lenguas originarias.

Como se puede apreciar, estas causas se implican una a la otra y es importante visibilizarlas. Es necesario que las personas aprendamos a valorar nuestras lenguas originarias, a brindarles su lugar con la misma relevancia que tiene el español y a darnos cuenta de que quienes aún hablan estas lenguas son portadores de un gran tesoro cultural, que está vivo y que puede no sólo representar y custodiar nuestro pasado, sino que puede, y debe, seguir existiendo en el futuro. Además, hay que entender que este artículo no pretende agraviar al idioma español, pues en él mismo está escrito; lo que se quiere es propiciar el aprecio hacia las otras 68 lenguas, tal como se aprecia y se usa el español en nuestro territorio.

Como hemos visto, más de la mitad de las lenguas que se hablan en nuestro territorio están en peligro de desaparecer, por lo que es necesario realizar acciones para salvaguardarlas. No debemos olvidar que el artículo 2o. constitucional señala que somos una nación pluricultural, y que los pueblos indígenas tienen el derecho de preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad. Asimismo, la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas señala que dichas lenguas son parte integrante del patrimonio cultural y lingüístico nacional, siendo su diversidad una de las principales expresiones de la composición pluricultural de la nación mexicana.

Entonces, conociendo la relevancia que tienen las lenguas indígenas, para los individuos y comunidades que las hablan y para todo nuestro país y su población en general, es importante realizar acciones tendientes a su preservación y, en ocasiones, hasta la rehabilitación y revitalización de la lengua de que se trate. El Inali lleva a cabo una gran labor para lograr la preservación de dichas lenguas a través de su difusión en diferentes medios de comunicación; de la normalización de la escritura (para que cuenten con un sistema que permita conservarlas); a través de la defensa y promoción de los derechos lingüísticos, del auxilio en la asignación de intérpretes a quienes lo necesitan en un proceso judicial, y de la creación de espacios en donde se pueda hablar, crear y pensar en y sobre lenguas indígenas, entre muchas otras funciones que el instituto realiza, muchas veces con recursos limitados.

Ahora bien, justo es decir que la tarea de preservar las 68 lenguas indígenas que se hablan en nuestro país es una tarea enorme, incluso el promover que se sigan hablando y escribiendo es un ejercicio que requiere de la participación no sólo de los propios hablantes y de sus comunidades, sino del gobierno en sus niveles federal, estatal y municipal; de los espacios e instituciones académicas, que siempre han sido grandes aliados, y de muchos otros actores, como podrían ser los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil, sin dejar de lado a la población que no es hablante de lenguas indígenas, a la que también debe involucrarse para que adquiera conciencia del valor de dichas lenguas y de todo lo que sin ellas se podría perder.

Lo que se quiere es que el español pueda tener, a lo largo del tiempo, un diálogo intercultural con las otras lenguas de nuestro país, a las que, por cierto, se les reconoce igual validez oficial. Para lograr esto es necesario que las lenguas originarias vayan ganando cada vez mayor terreno en los espacios públicos y privados; en las escuelas, en las instituciones, en la política, en el arte y la literatura, e incluso también en la ciencia y la tecnología. Que puedan convivir con el español, dentro de una nación realmente pluricultural, pues a través de las lenguas hemos visto que se puede conocer el pensamiento, las costumbres, las creencias y valores de nuestros pueblos originarios.

México es un país que se enorgullece de presentarse ante el mundo como culturalmente vasto, mega diverso, en fin, rico en tradiciones, historia, biodiversidad y hasta gastronomía. Pues bien, parte de esa riqueza puede perderse si no apoyamos a los hablantes de nuestras lenguas y proponemos acciones afirmativas para salvaguardar nuestro patrimonio cultural. Por ejemplo, la máxima casa de estudios cuenta ya con el Programa de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, pero incluso podría incorporar el conocimiento de las lenguas indígenas al pensum de algunas otras carreras, además de las que ya las contemplan, y explorar la posibilidad de establecer su comprensión como requisito u opción de titulación.

El doctor Diego Valadés ha hablado del asunto en la videoconferencia antes referida, donde señaló la necesidad de diseñar “formas estructuradas de estudio académico y ejercicio profesional que puedan aprovechar el conocimiento adquirido por los estudiantes hablantes de lenguas indígenas”. Esto puede integrarse, por ejemplo, en planes de estudios de carreras como Historia, Filosofía, Antropología, Ciencias de la comunicación, Trabajo social, Derecho y Relaciones internacionales, entre otras. Formando profesionistas con sentido de responsabilidad cultural, que pueden dar un uso práctico al estudio y dominio de las diferentes lenguas originarias de nuestro país, aplicándolas a la recuperación de saberes, documentación, arte, etcétera, y extendiendo su uso en el presente y futuro, al tiempo que ayudarían a su preservación como parte de nuestra riqueza cultural.

Como hemos visto, la preservación de las lenguas indígenas es de suma importancia para el patrimonio cultural de nuestro país, debemos entonces hacer todo lo que esté a nuestro alcance por preservar nuestras lenguas originarias, para no perder su musicalidad, su entonación, la complejidad de su escritura, su belleza e, incluso, tal vez, los secretos de toda una cultura. Para no perder la oportunidad de crear ciencia, filosofía poesía e inclusive tecnología a través de ellas.

Es importante señalar que el 2019 fue declarado como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, y que nuestro país forma parte del llamado “Decenio de las Lenguas Indígenas”, que correrá del año 2022 al 2032, y cuyos objetivos se encuentran detallados en la llamada “Declaración de los Pinos” Chapoltepek. Dichos objetivos son, entre otros:

Integrar las lenguas indígenas, la diversidad lingüística y los aspectos relacionados con el multilingüismo en los marcos y mecanismos mundiales de desarrollo sostenible.

Proporcionar acceso a los sistemas de justicia y los servicios públicos en lenguas indígenas, apoyar a las instituciones existentes y crear otras nuevas eficaces e inclusivas que rindan cuentas.

Incorporar las lenguas indígenas a las políticas públicas relacionadas, entre otras cosas, con la educación (incluida la educación física, el deporte y los juegos tradicionales), la cultura, las leyes sobre la libertad de información, los medios de comunicación, la ciencia, la investigación y la tecnología, el medio ambiente, la atención de la salud y el bienestar, incluida la salud sexual y reproductiva y la violencia de género, el empleo y las esferas económica y política.

Esta es, sin duda, una iniciativa loable que requiere, como ya se ha dicho, la cooperación de diversos sectores de la sociedad, ya que la preservación de las lenguas indígenas requiere de una serie de acciones que perdure y tenga continuidad en el tiempo; no pueden ser acciones limitadas, de ningún modo, a un sexenio. Estos objetivos deben traducirse en acciones y políticas lingüísticas que permitan que el Decenio de las Lenguas Indígenas represente en verdad un gran paso para su cuidado y revitalización, evitando así su acelerada desaparición, lo que, como ya se vio, podría llevar a la extinción de la riqueza lingüística de nuestro país en tan sólo un siglo, silenciado muchas voces, culturas y cosmovisiones. Entonces, convirtámonos todos en guardianes de la palabra, portadores de un patrimonio cultural vivo y floreciente, recordando que “cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece”. 5


NOTAS:
1 Disponible en: https://68voces.mx/nahuatl-cuando-muere-una-lengua (fecha de consulta: 28 de octubre de 2020).
2 Secretaría de Cultura, disponible en: https://www.gob.mx/cultura/es/articulos/siempre-florecera-la-palabra-lenguas-indigenas-de-mexico-contra-su-extincion?idiom=es (fecha de consulta: 27 de octubre de 2020).
3 “Implicaciones del estatus de las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos en México”, disponible en: https://site.inali.gob.mx/Micrositios/FLIN_2020/transmisiones_anteriores.html (fecha de consulta: 28 de octubre de 2020).
4 Disponible en: http://www.cdi.gob.mx/lenguamaterna/destinolenguas.pdf.
5 Miguel León Portilla, “Cuando muere una lengua”, cit.


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