El derecho como guardián en la democracia en los diálogos de Colombia
con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN)

Publicado el 18 de enero de 2021

Hernán Alejandro Olano García
Rector Institución Universitaria Colegios de Colombia, UNICOC
emailrectoria@unicoc.edu.co

En 1992 Luigi Ferrajoli pronunció, en Madrid, una conferencia acerca del derecho como sistema de garantías, que describió como el resquebrajamiento del principio de legalidad y del sistema garantista, que, en definitiva, son los rasgos del sistema contemporáneo.

Sin embargo, desde entonces Ferrajoli planteó una redefinición de la razón jurídica, para así diseñar nuevas técnicas en la formulación del derecho, asignándole un papel crítico que supere las contradicciones del Estado social de derecho.

Ferrajoli habló de tres aspectos de la crisis, aplicables a este punto de búsqueda de la paz en Colombia: el primero de ellos “crisis de la legalidad”; es decir, “del valor vinculante asociado a las reglas por los titulares de los poderes públicos. Se expresa en la ausencia o en la ineficacia de los controles, y, por tanto, en la variada y llamativa fenomenología de la ilegalidad del poder”.

El segundo aspecto de la crisis, agrega Ferrajoli,

…es el de la inadecuación estructural de las formas del estado de derecho a las funciones del welfare state, agravada por la acentuación de su carácter selectivo y desigual que deriva de la crisis del Estado social. Como se sabe, esta crisis ha sido con frecuencia asociada a una suerte de contradicción entre el paradigma clásico del estado de derecho, que consiste en un conjunto de límites y prohibiciones impuestos a los poderes públicos de forma cierta, general y abstracta, para la tutela de los derechos de libertad de los ciudadanos, y el Estado social, que, por el contrario, demanda a los propios poderes la satisfacción de derechos sociales mediante prestaciones positivas, no siempre predeterminables de manera general y abstracta, y por tanto eminentemente discrecionales, contingentes, sustraídas a los principios de certeza y estricta legalidad, y confiadas a la intermediación burocrática y partidista.

Y un tercer aspecto de la crisis del derecho está ligado a la “crisis del Estado nacional”, y se manifiesta en el cambio de los lugares de la soberanía, en la alteración del sistema de fuentes y, por consiguiente, en un debilitamiento del constitucionalismo.

Casi 30 años después, esos tres aspectos de la crisis se vislumbran en nuestro país, particularmente en el proceso de negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que comenzó formalmente el 30 de marzo de 2016, y arrancó cuando ambas partes, gobierno e insurgencia, se comprometieron a adelantar una agenda de seis principios: i) la participación de la sociedad civil, lo cual no ocurrió plenamente desde el comienzo en los diálogos con las FARC-EP; ii) Democracia para la paz, con su reinserción civil, política y económica, con los ajustes que se le han hecho al Acuerdo Final y que será propicio renegociar; iii) Transformaciones para la paz, dentro de las cuales estará como protagonista la justicia transicional, toda vez que el ELN tiene 4,984 casos judicializados por secuestros; v) Seguridad para la paz y dejación de armas, lo cual significa que el ELN debe reconocer a sus víctimas y debe liberar a sus 30 secuestrados, y vi) Garantías para la participación política, que seguramente será similar a la de las FARC, con voceros en el Congreso durante el resto del actual periodo legislativo y curules propias durante los dos cuatrienios siguientes.

Lo más importante es negociar con cese al fuego y hacer el tránsito a la política sin armas, efectuándose un diálogo que se ha desarrollado en Ecuador, Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela, desde donde se da a conocer el inicio de la fase formal.

Lo más importante para negociar es realizar un cese del fuego verificable y cierto; evitar los paros armados y el accionar contra la sociedad civil; cesar los ataques contra la infraestructura, en especial la petrolera; liberar a los secuestrados, e identificar un mando guerrillero de negociadores unificado, que por el ELN, en nombre de sus 1,500 guerrilleros, han sido Nicolás Rodríguez, alias “Gabino”; Antonio García; Pablo Beltrán, y la Comandante, alias “Paula”, mientras que por el gobierno nacional han sido Frank Pearl, José Noé Ríos y Eduardo Herrera Verbel.

Aunque desde hace tiempo el ELN ha negado tener secuestrados, debe expresar claramente cuántos tiene, así como reconocer qué territorios ha minado para que la paz con ellos no sea una paz armada.

Como se recordará, el ELN comenzó con la Brigada José Antonio Galán, integrada por personas de la Federación Universitaria Nacional (FUN) y de la Unión Camilista (UC), Fabio Vásquez Castaño, Manuel Vásquez, José Ayala y Heliodoto Ochoa.

Antes de implantarse su proyecto revolucionario, éste comenzó en Miraflores, Boyacá, y siguió a San Vicente de Chucurí, Santander, pasó luego al viejo Caldas y San Pablo en el sur de Bolívar, los llanos orientales y el Tolima.

Luego, con la huelga petrolífera de 1963 se da la unión obrero campesina, cuyos principios eran los de superar la lucha entre los liberales y conservadores —pues según ellos, los campesinos eran los mismos pobres— y operar en forma clandestina su actividad revolucionaria “antiimperialista”.

En la vereda “La Fortuna” de Guepsa, límites de Boyacá y Santander, partió lo que ellos denominan su primera marcha “Cerro de los Andes”, que apoyaba al Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) liderado por Alfonso López Michelsen. Según alias “Gabino”, López traicionó los principios del MRL, no obstante que López Puramejo, padre del anterior, ya en los años treinta del siglo XX, había hecho parte del movimiento “Bolchevique” del Líbano, que tuvo también gran eco junto con la huelga de las bananeras de 1928, y otras manifestaciones que alentaron la actividad revolucionaria, tanto en Barrancabermeja como en San Vicente de Chucurí.

Sin embargo, llegados a Santa Helena del Opón, estos “muchachos” aparecerían como fundadores “modernos” del ELN: Salvador Afanador “Silverio”; Salvador Leal “Saúl”; Domingo Leal “Delio”; Jorge González “José”; Pablo Emilio González “Guillermo”; Paula González “La mona Mariela” (primera mujer del ELN); Luis José Solano “Leonardo”; Salomón Amado Rojas “Segundo”; Pedro Rodríguez “Policarpo”; Ciro Silva “Conrado”; Pedro Gordillo “Parmenio”; Hernán Moreno “Pedro David”; Avelino Bautista “Abelardo”; Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Norberto” o “Gabino”; Manuel Muñoz “Miguel”, y Jacinto Bermúdez “Juan”. Los dos últimos fueron los primeros presos en isla Gorgona.

La mamá de “Gabino” también fue activista y simpatizante, pues era la encargada de confeccionar uniformes, hamacas y brazaletes, y el padre de “Gabino” les enviaba mercado.

El ELN comenzó a entrenarse con fusiles de palo con el Manual de táctica guerrillera, traído de Cuba, y el libro del “Ché” Guevara, Guerra de guerrillas. Y con base en esos textos organizaron su reglamentación.

A finales de 1964 hubo una escalada guerrillera contra los centros colombo americanos de Bogotá y de Bucaramanga, y llegó Víctor Medina Morón como segundo al mando de esa organización insurgente.

A comienzos de 1965 partió a Cuba un grupo para entrenarse, pero los cubanos se aburrieron de ellos por su indisciplina, e incluso uno de los del ELN se asiló en la embajada norteamericana.

Lo que ellos denominan su primera “gran acción” fue el 7 de enero de 1965, la toma de Simacota, Santander. Allí se hicieron a cinco fusiles de 7 mm, algunos revólveres, la escopeta del alcalde, unas mulas, enlatados, medicamentos y 50 mil pesos de la Caja Agraria.

Luego expidieron el “Manifiesto de Simacota”, que constaba de tres puntos: i) Unidad de los liberales y los conservadores del pueblo; ii) Lucha contra el continuismo político; iii) El camino guerrillero de la lucha popular, etcétera.

A mediados de 1965 Camilo Torres Restrepo, que busca desarrollar un movimiento político de masas, junto con Hermidas Ruiz, el primer médico guerrillero, se unen al ELN.

Más tarde vendrán deserciones y fusilamientos de acuerdo con el código guerrillero y, en la acción de “El patio de cemento”, San Vicente de Chucurí, pierde la vida el sacerdote Camilo Torres, en cuya memoria nace, en 1967m el “Frente Camilo Torres”.

En 1969 comenzaron los secuestros en el ELN, que ellos denominan “retenciones con fines económicos”. Luego, a comienzos de los años setenta, se incorporan tres sacerdotes españoles con una visión revolucionaria y extremadamente sanguinaria: Manuel Pérez “El Cura”, Domingo Laín y José Antonio Jiménez Comín.

Se produce en esos años una crisis en el ELN y se desarrolla la Asamblea de Anacoreto en Anorí, Antioquia. Eso lleva a que en 1974 el ELN se divida en tres grupos.

En 1975 se incorporaron células urbanas del magisterio bogotano, surgiendo también contradicciones con la denominada facción de los “históricos”, que eran rurales. Luego, en 1978, el ELN llega a tener tan sólo 30 integrantes, pero se aprovechan, entre otros, de los alcances del Paro Cívico Nacional del 27 de febrero de 1977 (“El Febrerazo”), lo cual les permite “reencaucharse” en la Comisión Coordinadora Nacional (CCN), el Frente Camilo Torres, el Frente Central y el Frente José Lozano Sepúlveda.

En 1979 la mayor parte del grupo se traslada a Córdoba con el comandante Francisco Caraballo del EPL, y comparten las experiencias del Comité Ejecutivo Central de esa organización guerrillera que se desmovilizó en 1991 y tuvo dos delegatarios en la Asamblea Nacional Constituyente.

En abril de 1982 volverían a reunirse los tres frentes y, en octubre de 1983, conformarían la denominada Dirección Nacional. Ya existían los frentes Camilo Torres, José Antonio Galán, Domingo Laín, en Boyacá, y Luis Carlos Cárdenas, en el Valle.

Ese año secuestran al doctor Jaime Betancur Cuartas, no sólo por ser hermano del presidente de la República, sino porque según el ELN era un “representante de la oligarquía”. Entre 1983 y 1986, el ELN creció en un 500% y se amplió a los frentes Manuel Vásquez, en Huila y Cauca; Efraín Pabón, en Santander; Armando Cacua, en la frontera venezolana; José Manuel Martínez Quiroz, en el Cesar; Luis Fernando Giraldo Builes, en Antioquia; Compañero Tomás, Héroes de Anorí y Compañía Anorí, en Antioquia; José Solano Sepúlveda, en el sur de Bolívar, y los frentes Capitán Parmenio, Martha Elena Barón y Diego Duque.

Posteriormente, el en suroeste de Antioquia, el frente Ché Guevara; en el oriente antioqueño, el Carlos Alirio Buitrago; en Sucre, el Jaime Bateman Cayón, y en el Urabá, el Manuel Hernández.

En junio de 1987 se fusionó el ELN con el Movimiento MIR-Patria Libre y se dio origen a la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional UC-ELN, que reafirmaron en un congreso guerrillero en 1989.

Para 1992 la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar realizó diálogos con el gobierno nacional en Tlaxcala, México, y desde 1993 se nombró vocero público a Francisco Galán.

En 1998 se realizaron las reuniones del gobierno con el ELN en Maguncia, Alemania, y se firmó el Acuerdo “Puerta del Cielo”. Así, el gobierno de Andrés Pastrana les otorgó status político. Más adelante, en 2001, gobierno y ELN firmaron la Declaración de La Habana, y en 2005 se estableció la mesa de diálogo Gobierno-ELN; en 2007 se firmó la base de un Acuerdo de Paz y, sólo 10 años después, estamos a la expectativa del cese bilateral y la firma con el ELN de una paz estable y duradera.

Desde 2017 se esperaba una señal de acuerdo; en septiembre se pactó un cese bilateral del fuego violado por el ELN, grupo del que siempre se ha dicho que no tiene palabra. En diciembre del mismo año, bajo la presión de diversos grupos, los negociadores del gobierno, encabezados por Juan Camilo Restrepo, presentaron ante el presidente Santos renuncia a sus cargos, para que el nuevo periodo de diálogos, a partir de enero 9 de 2018, se pueda llevar a cabo con otros integrantes de la mesa en representación gubernamental en Quito. Dichos diálogos fueron suspendidos por elecciones y cancelados con la llegada del nuevo gobierno en 2018.

Iván Duque, al tomar posesión del solio presidencial, anunció en su discurso de posesión que daría espacio de un mes para evaluar el proceso de paz con el ELN y decidir acerca de su continuidad.

Asimismo, pidió el apoyo de la Iglesia católica, a los países garantes y a Naciones Unidas, y nombró a Miguel Ceballos como consejero para la paz.

En ese mes se presentó el secuestro de cuatro militares (el intendente Wilber Rentería, el subintendente Luis Carlos Torres, el patrullero Yemilson Leandro Gómez y el soldado profesional Jesús Alberto Ramírez Silva) y dos civiles en Chocó, así como el secuestro de tres soldados en Fortul, Arauca.

Por ahora las acciones de diálogo se encuentran paralizadas desde el inicio del gobierno Duque, que ya va marcha atrás, y el papel del derecho para salvar a la democracia para la superación de la crisis parece ser aún insuficiente. Con independencia de nuestro optimismo o pesimismo, no existe otra respuesta a la crisis del derecho que el derecho mismo.

REFERENCIAS

Ferrajoli, Luigi, “El derecho como sistema de garantías”, Jueces para la Democracia, Madrid, núm. 16-17, 1992.

Fundación Paz y Reconciliación (fecha de consulta: 6 de octubre de 2020).

Olano García, Hernán Alejandro, Manual de historia constitucional (en preparación, versión del 6 de octubre de 2020).



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