¿Es buena idea la reelección de los diputados federales para 2021?

Publicado el 11 de marzo de 2021

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com

En una edición reciente, la revista Proceso da cuenta de que, según la Cámara de los Diputados, 448 de sus integrantes (de un total de 500) buscarán la reelección en los comicios de junio de 2021. Se trata, ni más ni menos, que del 90 por ciento de los representantes populares en la cámara baja.

Recuerdo que, antes de que se reformara el artículo 59 constitucional, que habla de que “los senadores podrán ser electos hasta por dos periodos consecutivos y los diputados al Congreso de la Unión hasta por cuatro periodos consecutivos”, en diferentes medios y en distintos foros de opinión se estuvo hablando de las supuestas bondades de la reelección, en la idea de ponernos a tono con las democracias avanzadas.

No iré por ese camino. Prefiero transitar desde la óptica de mis alumnas y alumnos universitarios, aquellas y aquellos que tienen la inquietud de hacer algo por su país desde la actividad parlamentaria, y que verán bloqueadas sus aspiraciones por una década. Andarán por sus treinta años cuando busquen ganar una curul federal. Con una familia qué sacar a flote y con la diaria preocupación de trabajar para comer tres veces al día. Ya los veo, en la madurez de sus vidas, negociando con sus parejas, para que ellos o ellas los sostengan, mientras prueban suerte en la política nacional.

Dejemos aparte el problema histórico de la reelección presidencial, no sólo por el asesinato del presidente Obregón Salido, sino por lo que significó el rompimiento de la coalición liberal en el siglo XIX, a partir de la reelección de Juárez en 1871, y luego con las de Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.

Hablemos aquí de un posible taponamiento en la circulación de las élites políticas del país. Esas que Peter H. Smith describe en su texto: Los laberintos del poder. El reclutamiento de las elites políticas en México, 1900-1970 (Colmex, 1980), en un amplio espectro que va desde el presidente de la República hasta los embajadores, pasando por los miembros del gabinete, los directores de las empresas públicas y los gobernadores y alcaldes.

La contienda electoral federal de 2021 no promete ser pareja, porque la misma revista Proceso reporta que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que los diputados que busquen la reelección no tienen que informar al INE sobre los módulos y el personal que tienen asignados.

Hace 90 años se discutió el asunto de la reelección de los diputados y senadores, y al final se decidió cancelarla, a cambio de que los diputados estuvieran tres años en su cargo, en lugar de dos; y que los senadores alargaran su periodo de cuatro a seis.

En 1930-31, cuando Calles era el “Jefe Máximo” de la Revolución; Pascual Ortiz Rubio se desempeñaba, o intentaba desempeñarse, como presidente de la República; y el Partido Nacional Revolucionario, el “abuelito” del PRI, iniciaba su camino como “el partido del gobierno”, y no un partido en el gobierno; como bien apunta el académico Octavio Rodríguez Araujo, en el seno de lo que se conocía como la “familia revolucionaria” se enfrentaron los partidarios de que la reelección permaneciera como hasta entonces, y aquellos que, al parecer por una decisión personal de don Plutarco, querían suprimirla.

Dejemos que sea uno de los protagonistas del enfrentamiento, el cacique potosino Gonzalo N. Santos, quien nos cuente desde sus Memorias (Grijalbo, 1986) sobre los argumentos de aquella época y nos alumbren sobre la actualidad: “En forma callada el Partido (Nacional Revolucionario) convocó a las legislaturas de los estados a una reunión en el local del Partido en la capital para tratar unas reformas constitucionales a petición que le hiciera el general Plutarco Elías Calles al general Manuel Pérez Treviño, presidente del Partido”.

Escribe Gonzalo N. Santos que Pérez Treviño le llamó para decirle que en salón de sesiones de su instituto político “se acaba de plantear una reforma para que se haga la reelección de las Cámaras” y que esto “va a destruir la máquina política de la Revolución que tantos años y trabajo ha costado formar”.

El revolucionario y político potosino procedió a enumerar, citando al director del periódico El Nacional, Luis León, a los personajes que querían acabar con la reelección de los legisladores: Aarón Sáenz, jefe del Departamento Central; Luis Montes de Oca, ministro de Hacienda; el primo y el yerno de don Plutarco; y los propios hijos de Calles, Plutarco y Rodolfo (Memorias, Grijalbo, 1986, p. 475).

Y para dejar claros sus argumentos a favor de mantener la reelección de diputados y senadores, Gonzalo N. Santos señaló: “Yo estoy muy de acuerdo en que se haga la reforma para que el presidente de la República nunca pueda volver a ocupar el puesto, así como los gobernadores de los estados y los presidentes municipales, es decir, ningún ejecutivo, pero los senadores y los diputados federales, y los diputados locales, que no tienen ni fuerzas ni policías a sus órdenes, por qué se les va a privar de este derecho democrático”.

El señor Santos, que en aquella época reunía —aunque usted no lo crea— el doble cargo de presidente del bloque Nacional Revolucionario de la Cámara de Senadores y presidente del bloque Nacional Revolucionario de la Cámara de los Diputados, fue suspendido de sus derechos partidarios por su oposición a la decisión callista. Y por ello fue a entrevistarse con don Plutarco a su casa de Las Palmas, en Cuernavaca. Ahí le reiteró que la no reelección en las cámaras era un error muy grande, “pues el Partido quedaría hueco, ya que ahí está su sostén político, y los diputados y senadores sin reelección van a ser simples empleados”.

Después de decirle que se disciplinaba, el potosino terminó diciéndole a Calles: “Quiero aclararle que el máximo de reelecciones que ha habido en la Cámara de los Diputados ha sido del 17 por ciento, y en la del Senado del 18 por ciento”.


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