El otro cementerio de las migraciones africanas: el mundo árabe

Publicado el 20 de abril de 2021

Bahdon Abdillahi Mohamed
Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Sociología de la Educación en
la Universidad de Murcia, España
emailbahdonabdillahi@gmail.com

Desde hace más de tres décadas se habla mucho de los desastres humanos en el mar Mediterráneo, el océano Atlántico o en la frontera entre Estados Unidos y México. En vez de ser lugares de encuentros culturales, económicos, políticos y sociales, se han transformado de represión y en cementerios para miles de inmigrantes originarios de países del sur, intentando realizar sus sueños de trabajar o mal vivir en las fortalezas estadounidense y europea (de la Unión Europea).

Pero esta Europa no es la única región del mundo que atrae a los inmigrantes económicos, exiliadas/os del continente africano. Las migraciones africanas ya no son horizontales y hacia las ex potencias coloniales europeas: se han internacionalizado. La supuesta globalización que vivimos ha abierto otras vías, otras regiones, como en América Latina, en Asia y el mundo árabe. No son regiones idílicas para las/os migrantes africanas/os. El peligro existe, las mafias, tanto locales como internacionales, actúan y se aprovechan de la desesperanza de estas/os migrantes. Respecto a Europa y Estados Unidos, hay muy poca información de los desastres que experimentan quienes atraviesan el mar Rojo entre el continente africano (este de África) y el sur de Arabia. El punto de partida es la República de Yibuti, por su proximidad con Yemen (28 kilómetros les separan). Pero sirve sólo como paso para Arabia Saudita y los otros países productores de petróleo, como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, donde tendrá lugar el próximo Mundial del futbol… Son de sobra conocidas las condiciones de esclavitud de las/os trabajadoras/os de países africanos y asiáticos o, más bien, de esclavas/os. El mundo árabe-musulmán (países árabes, Irán y Turquía) ha practicado la esclavitud. Si la llamada “esclavitud triangular” (África, nuevo mundo; colonias europeas en América latina y Europa) es muy documentada, la del mundo árabe-musulmán es menos conocida y muy poco documentada. Y en la actualidad se persigue.

Yemen es un país de emigración, muchos de sus ciudadanos se han asentado en países vecinos y en África Oriental. Como muchas sociedades árabes, en la sociedad yemení el racismo contra las poblaciones negras es notorio desde la trata de esclavos practicada por los traficantes árabes, persas, turcos. Yemen del Sur fue una colonia británica, y por lo tanto había ciudadanas/os de la corona británica de otros pueblos. Somalíes del norte, de la ex Somalilandia, se instalaron. Pero en las décadas de 1950 y 1960, las nuevas autoridades políticas de Yemen del Sur rechazaron el voto del pueblo somalí que vivió durante décadas en el país, por medidas discriminatorias las/os somalíes huyeron de este país. El Yemen actual es el resultado de una reunificación entre Yemen del Norte y Yemen del Sur, ex colonia, pasó en el ex Bloque del Este. Es un país muy conservador donde la política y la gestión de los asuntos públicos se basan en un equilibrio entre las tribus. Y como es difícil hallar un equilibrio, hay una inestabilidad permanente. En la Guerra Fría, Yemen del Sur se posicionó en favor del ex Bloque del Este. En las guerras entre los ex regímenes etíope y somalí de los años 1970 y 1980, Fidel Castro propuso un acercamiento de estos tres países, cuyo objetivo era expandir el comunismo en esta región.

Desde hace unos 15 a 20 años, este país se ha convertido en un país de tránsito para quienes quieren ir a otros países. Y un país de tránsito está haciendo la voluntad de un vecino arrogante y opulento como Arabia Saudita, como Marruecos, Túnez, Libia y la Unión Europea, o como México y Estados Unidos. Es un país donde el riesgo de terrorismo es muy alto. Bajo la presión y las ayudas financieras y técnicas, o más bien la sumisión del dictado de la Unión Europea y de España (en el caso de Marruecos), los países del norte de África han adoptado leyes contra la inmigración subsahariana hacia los países de la Unión Europea, y así se han transformado en la nueva frontera de la Unión Europea.

Antes del cambio del parámetro migratorio de los países árabes desde las últimas décadas, las/os migrantes del Cuerno de África tenían una cierta “facilidad”. Desde varios siglos los pueblos de las riberas del mar Rojo han tenido relaciones económicas, políticas, religiosas (la conversión al islam y una cierta arabización de los pueblos, como el pueblo sudanés) y sociales. Hubo migraciones de los árabes en la costa este de África; los pueblos se han mezclado.

¿Cuántos son estas/os inmigrantes que cruzan las costas marítimas de la República de Yibuti? Es una cuestión compleja. Como en otras zonas, no hay cifras exactas de mujeres, hombres y niñas/os. El gobierno de Yibuti nunca publica el número de personas inmigrantes rescatadas de las mafias. Sin embargo, la Organización Internacional para las Migraciones dio una cifra escalofriante: según sus estadísticas, hubo más de 150,000 migrantes que llegaron a Yemen en 2018; es más del 50% que el 2017. El aumento del número de migrantes resulta, en parte, por la política o la no política europea, por la externalización de sus fronteras y la “nacionalización” de las fuerzas costeras de los países limítrofes. Las/os migrantes de Eritrea y de Somalia, que pasaban por Libia, han caído en las mafias y los guardas costeros corruptos y racistas hacia las personas negras. Cada vez más la fortaleza de la Unión Europea se cierra.

Cuando superan la dura travesía y escapan de los guardas costeros yibutienses, las/os emigrantes de los países del Cuerno de África caen en las mafias de un país en plena guerra desde hace cuatro años, ya le llaman la “Pesadilla Yemen”. Las/os ciudadanas/os yemenitas hacen el camino contrario; huyen hacia los países africanos, y en particular la República de Yibuti, donde hay un campo de refugiadas/os.

En este mar, frecuentado por más buques mercantes y de las armadas de los países industrializados, en pequeños barcos, mafias organizadas se juegan la vida y el sueño de miles de personas. Las que superan estos obstáculos no escapan al maltrato y la lucha de dominio entre Arabia Saudita y Yemen. A las/os que consiguen llagar con vida a la “Pesadilla Yemen”, caen en manos de traficantes, los “cargan” en camiones y los llevan a complejos en ruinas en el desierto. Y de allí empiezan momentos dolorosos, suportan actos inhumanos de traficantes. Hombres y mujeres están encerradas/os separadamente durante el tiempo necesario en una choza con techo de hojalata, sometidos al calor, al hambre y hacinadas/os. Sus carceleros incluso les ordenan que llamen a sus familiares todos los días para implorar a sus familias que paguen un importe de dinero que puede llegar a 2,000 dólares para ser liberadas/os. Aunque paguen, no está garantizado que serán bien tratadas/os o liberados.

La particularidad de estas dos regiones es que no hay cumbres ni diálogo entre jefes de gobierno ni ONG’s que ayuden a las personas que migran en condiciones dramáticas; los religiosos están ausentes. Hay pocos informes de las grandes organizaciones de derechos humanos, como los Royinka de Birmania. Estas personas están en el olvido de sus gobiernos y de la mal llamada comunidad internacional.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero