El Sistema Nacional de Investigadores: semillero del progreso de México

Publicado el 23 de agosto de 2021

Mauricio Figueroa Torres
Profesor en la Facultad de Derecho, UNAM
emailfiguerres@derecho.unam.mx

René Descartes mencionó que para investigar es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas al menos una vez en la vida. No es difícil advertir que el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es un eje articulador para el desarrollo y fomento de actividades de investigación en nuestro país. El SNI surge en 1984, originalmente adscrito a la SEP —encabezada por Jesús Reyes Heroles, quien falleciera en el ejercicio del encargo—, con la finalidad de apoyar económicamente el talento académico y quehacer científico en las universidades mexicanas. Tiempo después pasaría al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), donde hoy mismo sigue operando y se ha vuelto pieza fundamental del funcionamiento cotidiano de ese organismo descentralizado.

Mi paso por la administración del SNI me ha permitido darme cuenta que es mucho más que una dirección de área al interior del Conacyt. El SNI es, precisamente, todo un despliegue de cuerpos colegiados que interactúan entre sí, integrados por científicos, humanistas y tecnólogos a lo largo de las diversas áreas del conocimiento. Son precisamente los académicos los que, entre ellos mismos —entre pares—, se evalúan, se exigen, se dictaminan, se promocionan, e incluso también se sancionan —como es el caso de la Junta de Honor del propio sistema—.

Si bien las comisiones dictaminadoras y revisoras, así como la Junta de Honor, sólo emiten en términos reglamentarios “recomendaciones” que deben ser aprobadas por el Consejo General del SNI, lo cierto es que —en la práctica— el Consejo General se dedica fundamentalmente a darle formalidad administrativa a las decisiones tomadas por las comisiones y la Junta, respetando el juicio académico y la libertad de la evaluación por pares.

Dada su relevancia, el SNI también se ha vuelto un mecanismo indirecto e innegable de evaluación de instituciones, casas editoriales, medios de publicación, así como de planes y programas de posgrado. La membresía, más allá de poder traer aparejada un estímulo económico, es un reconocimiento tomado en cuenta en el desarrollo laboral de diversos académicos, así como su acceso a otros programas y apoyos de diversa índole.

El SNI ha registrado un incremento histórico en su membresía y composición, alcanzando más de 35,100 miembros vigentes en lo que va de 2021. Al día de hoy, el Conacyt ha gestionado recursos sin precedentes para destinarlos a la comunidad del SNI, con apoyos que ascienden a una cifra nunca antes vista, de aproximadamente 600 millones de pesos mensuales para el presente ejercicio anual. Es decir, en promedio, son 20 millones de pesos diarios del erario lo que México destina a su compromiso con la ciencia, la academia y la investigación a lo largo y ancho del país.

Como cualquier actividad gubernamental, se trata de un programa perfectible. Aunque creo que hay mejoras incuestionables que se han alcanzado en los últimos dos años: la incorporación de extensiones de vigencia por enfermedad grave o situación familiar grave, el reconocimiento de maternidades y paternidades, sean naturales o por adopción —ya que era un requisito tradicionalmente reservado a investigadoras que tuvieran “un parto durante el periodo de su vigencia”, a efecto que pudieran ampliar su nombramiento y solamente por un año adicional; ahora el beneficio es por dos años—, así como la depuración de requisitos para ser ayudante de investigador en beneficio del fomento de las vocaciones científicas tempranas, o la posibilidad de emitir pagos retroactivos que se hayan interrumpido por errores administrativos imputables a las instituciones de adscripción de las y los investigadores.

El SNI afronta grandes retos, sin duda. Pero también oportunidades. La reflexión de los enormes y prolongados problemas nacionales requiere de una cercanía con la academia, con la ciencia y la investigación. Como señala Yuval Harari en su libro 21 Lessons for the 21st Century, en tiempos de incertidumbre y noticias falsas, la academia debe estar presente en los grandes debates que nos aquejan como humanidad, sean de medicina o de historia, de antropología física o de química molecular, comunicando sus resultados no sólo al gremio especializado, sino a la sociedad en general.

Esta ha sido una enorme experiencia profesional que me ha enriquecido en perspectivas y la importancia del impulso al conocimiento y la diversidad epistémica. También es un espacio donde servidores públicos, particularmente personal operativo, hacen una trayectoria administrativa de diversos años, volviendo al SNI parte indisoluble de sus historias de vida.

Se trata —sin dudarlo— de una etapa que guardaré siempre con especial afecto. Al cerrar este ciclo profesional, quiero agradecer significativamente a María del Carmen de la Peza, por siempre hacerme sentir parte de un equipo, y a la excepcional María José Rhi Sausi, por impulsarme a defender mis aciertos, pero también a reconocer mis errores. Y desde luego, a Mario de Leo Winkler, brillante mexicano y servidor público honesto y ejemplar, pues con su inteligencia, rectitud y entrega me enseñó grandes cosas y me dejó encontrar en él a un jefe y un amigo del que me siento profundamente orgulloso. También a Araceli Ontiveros, compañera con la que empecé esta aventura, pues sin ella todo esto no hubiera sido lo mismo ni tampoco hubiese estado plagado de tantas risas que amortiguaron prolongadas jornadas de trabajo.

A Liza Aceves y Talía García, mujeres intachables y de probada capacidad, les deseo mucho éxito en esta encomienda, en la que estoy cierto que entregarán excelentes resultados.

La brújula de mi vida no apunta más a Insurgentes Sur 1584, sino a otro destino, un tanto más lejano y al otro lado del océano Atlántico, donde el río Tyne se encuentra con el milenario muro de Adriano. Será un nuevo ciclo que me permitirá poner mi vida en perspectiva y apuntarla hacia nuevos proyectos. Pero de esta etapa de servicio a la ciencia y tecnología mexicanas me llevo el mejor de los recuerdos.

Ha sido una enorme satisfacción y un verdadero honor. Muchas gracias, SNI; hasta pronto.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero