El señor embajador1

Publicado el 28 de enero de 2022


Luis de la Barreda Solórzano

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email lbarreda@unam.mx

¿Quién se hubiera imaginado que pasara por la cabeza del Presidente siquiera por un instante la idea de nombrar embajador a un hombre que no cuenta con formación ni experiencia diplomática, calificó a los asesinos del empresario Eugenio Garza Sada como “comando de jóvenes valientes” y ha sido señalado por numerosas mujeres como acosador u hostigador sexual!

La designación de Pedro Salmerón como embajador en Panamá agravia a los diplomáticos de carrera, a los panameños y a nosotros los mexicanos, que no queremos que gente de esa calaña represente a nuestro país en ninguna nación del mundo.

Y, lo más inadmisible, ese nombramiento pisotea la dignidad de las víctimas, cuyo ofensor no sólo permanece en la impunidad, lo que no resulta excepcional en México, sino es premiado por el titular del Poder Ejecutivo nada menos que con una embajada.

Al Presidente no parecen antipatizarle los depredadores sexuales. Nadie podrá olvidar su defensa férrea de la candidatura al gobierno de Guerrero de Félix Salgado Macedonio, sobre quien pesan denuncias de violación y otros delitos de índole sexual.

Ni en uno ni en otro caso el Presidente se ha conmovido ante la enérgica, indignada protesta de mujeres y colectivos feministas, que han alzado la voz ante lo que califican, con toda razón, como una decisión que, por mínima decencia, es inaceptable.

Desde luego, no es la única designación deplorable al frente de una embajada. En varias legaciones los representantes del país no reúnen los más elementales requisitos ya no digamos de calidad profesional sino incluso de calidad humana.

Pero darle una embajada a Salmerón equivale a mostrar desprecio por las víctimas y por la causa del abatimiento de la violencia contra las mujeres. Es decirles a las mujeres que a los incondicionales del gobierno se les tolera cualquier afrenta contra ellas, que la incondicionalidad del agresor pesa más que el respeto hacia ellas.

En este episodio es especialmente deplorable e indigno el silencio de las mujeres supuestamente feministas que trabajan en el gobierno o son sus adeptas. Por conservar un cargo o por idolatría al líder indiscutible, con su mutismo se vuelven cómplices de la injuria.

No suscribiría la bobería del eslogan “yo sí te creo”. No todas las denuncias son necesariamente veraces. Pero Salmerón no es acusado por una sino por decenas de mujeres que no se conocen entre sí: estudiantes del ITAM y de la UNAM, y militantes de su mismo partido (¡ocho militantes de Morena, su propio partido!). Es más que obvio que la multiplicidad de acusaciones no concertadas le da plena verosimilitud a cada acusación.

El Presidente ha dicho que las acusaciones son “para afectarnos a nosotros y por diferencias ideológicas”, y que para ser atendibles tendrían que ser denuncias formales presentadas con pruebas ante el Ministerio Público. Pero no es la presentación formal de una acusación lo que la vuelve creíble.

Además, varias de las acusaciones son ya denuncias formales —aunque no ante el Ministerio Público—, por lo menos las de las alumnas del ITAM, que las formularon en su propio centro de estudios, lo que dio lugar a una investigación que no concluyó porque Salmerón renunció a medio semestre, cuando la investigación estaba en curso.

Si alguna de las agraviadas hubiese denunciado ante la Fiscalía de Justicia, ya se sabe cuál sería el destino de esa hipotética denuncia: un trámite lento, tortuoso, revictimizante, para al final concluir que la denunciante no había presentado pruebas de su acusación, como si no se supiera que el acoso y el hostigamiento sexuales, tal como se advierte en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocurre casi en todos los casos, por su misma índole, sin la presencia de testigo alguno y sin quede constancia del delito en algún documento.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Excelsior, el 27 de enero de 2022: https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/el-senor-embajador/1495207

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