A don Pablo González Casanova, en su centenario

Publicado el 21 de febrero de 2022

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com

Llegó a mis manos el programa del Coloquio Internacional que organiza el Comecso, en coordinación con la Universidad de Guadalajara, para festejar al doctor Pablo González Casanova —durante todo 2022— por sus 100 años de vida.

Conocí a don Pablo en 1985, cuando tuve el gusto y el privilegio de trabajar en su proyecto de investigación sobre La democracia emergente en las entidades federativas. Estaba radicado en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional y contaba con el patrocinio de la Universidad de las Naciones Unidas.

En las hermosas instalaciones que rodean al célebre Jardín Botánico de la UNAM, lo observé cuando revisaba las primeras publicaciones que las universidades públicas de provincia sacaban, bajo su dirección, sobre los movimientos sociales en las distintas regiones de México. Cuidaba hasta el último detalle para que los textos no perdieran la seriedad y la objetividad que siempre han estado detrás de sus publicaciones.

En los recesos del Seminario convivía, cercano, con los académicos que acudíamos de toda la República, desde siempre interesado en la semilla de aquellos fenómenos que luego marcarían la historia regional. Eran los tiempos complicados del gobierno de Miguel de la Madrid y el comienzo de los experimentos de los llamados “modernizadores”.

Más tarde, nos visitó en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) a finales de 1986, en un evento académico que reunió a los actores principales del acontecer político y social local, convocados por el nombre del legendario precursor de las ciencias sociales en México. El Seminario llevó el título de “Los procesos políticos y el cambio institucional en las entidades federativas”, y derivó en una publicación auspiciada por la UABCS y prologada por el doctor Cardoza Carballo, fundador del principal movimiento social de la región, el Frente de Unificación Sudcaliforniano.

Contrario a la expectativa de muchos que iban a escuchar lo que don Pablo iba a decir, se limitó a preguntar mucho y a apuntar otro tanto. En esos eventos que sucedieron por todo el país, considero que González Casanova empezó a bosquejar la idea que hoy vemos claramente expresada en las publicaciones que él alentó: que México es, a pesar de todo, una república que guarda, a flor de piel o en el subsuelo, expresiones democráticas, que no siempre se saben leer pero que ahí están, como sucedió poco tiempo más tarde con la experiencia del Frente Democrático Nacional que respaldó la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas.

La evaluación de los resultados de los comicios federales de 1988 fue una feliz ocasión para compartir, con don Pablo y los colegas de todas las entidades federativas, esas manifestaciones de resistencia que se dieron, tanto en los grandes centros urbanos como en las casillas rurales. Eran las respuestas a los proyectos modernizadores que sustentaron el tránsito de Miguel de la Madrid a Carlos Salinas.

En esa época, en esos seminarios, tuve la fortuna de conocer a Elsa Patiño y a Jaime Palma, los constructores de la Red Nacional de Investigación Urbana. Aprecié el conocimiento de Hidalgo por parte de Irma Eugenia Gutiérrez y también escuché a Jorge Zepeda Patterson hablar sobre Michoacán. Por esos años, empecé a calibrar el talento que despuntaba en Leonardo Curzio, el hoy prestigiado periodista de Canal 40 y Grupo Fórmula. Todos teníamos un común denominador: nos formamos en torno a don Pablo González Casanova. Por lo menos, a mí me lo parece.

Paralelamente, en el nuevo vástago de González Casanova, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, hoy conocido como el Ceiich —por haber sumado a su labor el amplio abanico de las ciencias—, se empezaron a publicar los productos de los investigadores de las distintas entidades federativas, en su consolidada “Biblioteca de las Entidades Federativas”. Los volúmenes llevaban el apellido de “Sociedad, Economía, Política y Cultura”, para significar que eran estudios serios, más allá de la anécdota local y la promoción del gobernante en turno. En mi caso, agradezco a Guadalupe Valencia el apoyo para que el texto sobre Baja California Sur tenga el decoro suficiente.

A principios de los noventa, González Casanova se propuso hacer una gran obra que abarcara de Aguascalientes a Zacatecas, y que se ocupara de los efectos de la modernización en las entidades federativas, así como de los fenómenos emergentes que la acompañaron en su sociedad y en su política. Fueron tres cuidados volúmenes, editados en colaboración con el diario La Jornada y coordinados por don Pablo y el prestigiado académico Jorge Cadena Roa.

De esas valiosas experiencias pude extraer los fundamentos necesarios para construir el programa de la asignatura de Sistema Político Mexicano II, que se imparte en la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la UABCS. Esa materia bien puede llevar el apellido que heredó del proyecto de don Pablo González Casanova: “Las entidades federativas: sociedad, economía, política y cultura”.

En esa asignatura, hace algunos años, una alumna —a la que llamaremos Azucena— me preguntó preocupada: “¿Usted quiere que me enamore del estado que me tocó trabajar en el curso?”. Mi respuesta de ese entonces es igual a la que hoy les di a mis alumnas y alumnos del cuarto semestre, 2022-I (y pongo primero a las alumnas, porque hoy son mayoría en la carrera): “Sí, eso quiero”.

Tengo para mí que ésa es una buena manera de felicitar al festejado.

¡Felices 100, don Pablo González Casanova!


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero