Rosario Ibarra de Piedra, candidata presidencial en 1982 y 1988

Publicado el 22 de abril de 2022

Alfonso Guillén Vicentel
Profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com

Conocí a Rosario Ibarra de Piedra hace 40 años, cuando participó en un ciclo de conferencias en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) como candidata presidencial del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización trotskista afiliada a la denominada IV Internacional.

Estuvieron también, en ese ciclo, el camarada Arnoldo Martínez Verdugo, abanderado del Partido Socialista Unificado de México, organización política que un año antes se formó derivada del Partido Comunista Mexicano, y el ingeniero Pablo Emilio Madero, postulado por el Partido Acción Nacional.

Tengo presente que en esos comicios presidenciales, al igual que en los realizados en 1988, el candidato del PRI no participó en la universidad sudcaliforniana porque el auditorio del Área Interdisciplinaria de Ciencias Sociales, sede del importante evento, no contaba entonces con una salida de emergencia y no recibió el aval del Estado Mayor Presidencial.

Recuerdo también que en esa época uno podía distinguir perfectamente la oferta política de las diferentes fuerzas contendientes, incluso entre la propia izquierda, porque el Partido Socialista Unificado de México representaba a los comunistas mexicanos y a su larga tradición de lucha ligada durante muchos años, desafortunadamente, a los dictados de la entonces Unión Soviética como integrantes de la llamada III Internacional.

Por su parte, el PRT, que postulaba a la señora Ibarra de Piedra, se reclamó siempre de filiación trotskista, enfrentado invariablemente al Partido Comunista Mexicano, organización que siempre cargó con su participación en el asalto al domicilio de León Trotsky en Coyoacán, entonces Distrito Federal, en mayo de 1940.

Lev Davidovich Bronstein, el legendario comisario de guerra del Ejército Rojo y miembro del Politburó, tuvo que asilarse en nuestro país desde 1937 a invitación del presidente Cárdenas, porque México fue el único país que lo recibió cuando Stalin decidió que los trotskistas, y no los nazis, eran los principales enemigos de la tristemente célebre dictadura del proletariado, y ordenó perseguir a su líder por todo el mundo hasta que su enviado, el multifacético Ramón Mercader del Río, el comunista catalán que logró entrar a la casa de León y Natalia con múltiples engaños, le clavó un piolet en la cabeza el 20 de agosto de 1940.

Así que entre los comunistas y los trotskistas mexicanos no podía haber alianza porque se atravesaba el cadáver de Trotsky, apodado “el Piochitas”, del que se recuerdan sus exequias como las más impresionantes que ha tenido México para con un extranjero.

Doña Rosario Ibarra de Piedra se presentó en la universidad sudcaliforniana sin un impresionante aparato organizativo, pero con un carisma y una fuerza interior forjada por su incansable lucha en favor de todas y todos aquellos que buscaban a los desaparecidos en la “guerra sucia” de los años setenta, que el gobierno mexicano implementó para enfrentar la inconformidad de los que habían tomado el camino de las armas, equivocados o no, como opción de lucha social.

La señora Rosario portaba un relicario con la foto de su hijo, Jesús Piedra Ibarra, apresado en 1975 por la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad, y del que nunca se supo su paradero. Al igual que muchos, como fue el caso del señor Rosendo Radilla Pacheco, el luchador social desaparecido en un retén militar en 1974 y al que le debemos, por la decisión inquebrantable de sus hijas, la reforma constitucional de 2011 en materia de derechos humanos, por el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Hoy me sigue asombrando la juventud del retrato de ese muchacho, estudiante de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y la determinación, a toda prueba, de doña Rosario Ibarra de Piedra.

Volví a saludar a esa incansable mujer en 1988 en la UABCS, cuando el mismo Partido Revolucionario de los Trabajadores impulsó de nuevo su candidatura presidencial con una coalición denominada Unidad Obrera Campesina Popular, que logró tener su bancada en la Cámara de los Diputados.

Doña Rosario Ibarra de Piedra, fallecida el 16 abril de 2022, tuvo varias facetas políticas durante su larga vida. Primero, a mediados de los setenta del siglo pasado, se inconformó frente a la tortura de su esposo, que llevó a cabo el gobierno echeverrista, para obtener datos que condujeran a la captura de su hijo, buscado por la Dirección Federal de Seguridad. Reclamó el destino, y luego el cuerpo de su hijo en todos los foros y ante todas las autoridades, y en forma paralela inició una lucha tenaz que derivó en la formación del llamado Comité Eureka, por la liberación de los presos políticos y en contra de la tortura y la desaparición forzada.

Descanse en Paz.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero