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Mujeres que visitan la cárcel

Publicado el 2 de septiembre de 2022

Jordan Vladimir Tello Ibarra
Universidad Autónoma de Nayarit
emailvladimir.tello@uan.edu.mx

Aunque es alto el presupuesto de las prisiones en el erario, la costosa vida en la cárcel recae en las familias de las personas privadas de su libertad y del trabajo remunerado que se pueda realizar al interior de los centros penitenciarios. Las mujeres desempeñan actividades importantes para sostener las necesidades de los hombres y mujeres en prisión: son compañeras conyugales; son cuidadoras de sus hijos; son quienes llevan comida, ropa, dinero; son las que mantienen los nexos afectivos al exterior.

Para corroborar lo anterior basta con hacer un ejercicio de observación en días de visita, para así visualizar las largas filas de mujeres que se disponen a entrar a los centros de reinserción social: son mayoría las mujeres y son menos los hombres.

Estas visitas implican una fuerte inversión: los traslados cuando vienen de lugares lejanos, la comida y bebida que ingresan a la cárcel, “las propinas” al personal de seguridad, la renta de espacios o el consumo de alimentos al interior. Y tras la despedida, los apoyos económicos que dejan a su familiar para pagar los gastos semanales en la cárcel. Las cárceles en México, en su mayoría, operan como mercados monopólicos donde los insumos tienen un costo superior que en libertad. Aunque hay comida gratuita, tiene costo la de mejor calidad; en general, todo cuesta en la prisión.

La visita implica también someterse a procesos de inspección y revisión corporal por el personal de guardia y custodia, el señalamiento y estigma social en las filas de ingreso, en ocasiones los malos tratos. Se les puede negar el ingreso de cierta comida, e incluso el personal puede estropear las preparaciones por la inspección que se hace rutinariamente a los alimentos. La visita es un largo tormento para quien la realiza, pero un respiro para quien la recibe, es también una fuente de ingresos económicos, una manera de combatir sentimientos de culpa, abandono y soledad; una vía para desconectarse por algunas horas o minutos de su realidad. En palabras de Catalina Pérez Correa, en el contexto penitenciario no sólo no se toma en cuenta quién cuida del otro, sino que se le castiga por hacerlo. 1

En esa dinámica de visita, se gesta un fenómeno alrededor del tráfico de drogas. Algunas mujeres han sido utilizadas como traficantes de droga desde el exterior al interior de las cárceles, ocultando droga en su cuerpo. Existe una serie de adjetivos calificativos para referirse a las mujeres traficantes: mulas, capsuleras, camellos, pagadoras.

En México se ha documentado ese modus operandi que forma parte del círculo vicioso de la triada “drogadicción, encarcelamiento y pobreza”. En ese sentido, la visita representa también un escenario de vulnerabilidad, pues las mujeres pueden ser sometidas a estrés, chantaje, manipulación, amenazas e indefensión, reforzadas por las relaciones afectivas. Por ejemplo, un hombre adicto que obliga a su esposa a ingresar droga, una madre que lleva droga para pagar las deudas de sus hijos, traficar para poder pagar la fianza.

Así, frente a la prisión las mujeres siempre están en desventaja: si es algún familiar privado de su libertad, ellas anclan sus vidas al cuidado y a proveer insumos para mejorar su estancia en prisión (como madre, esposa, novia, hermana, hija); si son ellas las privadas de su libertad, seguramente una mujer (hermana, madre, hija) será la visitadora, aunque existe un amplio número de abandono de mujeres en prisión en México y Latinoamérica.

Algunos estudios empíricos 2 han señalado que existe una disparidad respecto al abandono por género: el abandono de las mujeres privadas de su libertad está por arriba del 70%. En su tesis de maestría en “Estudios de Género y Cultura”, Velvet Romero destacó que el sentimiento más comúnmente expresado por las mujeres en prisión fue el de soledad, pues son con frecuencia abandonadas por sus familiares; sus visitas son escasas o inexistentes. 3 Estudios realizados por la ONU 4 (2014) han señalado que el fenómeno de la estigmatización, victimización, y el abandono por parte de las familias de las mujeres en prisión, prevalece tras su liberación.

REFERENCIAS

Muñiz, R., “Abandonan familiares a 7 de cada 10 reclusas por ser mujeres”, Animal Político, 22 de diciembre de 2015, disponible en: https://www.animalpolitico.com/2015/12/abandonan-familiares-a-7-de-cada-10-reclusas-por-ser-mujeres/.

ONU, Manual sobre mujeres y encarcelamiento, Nueva York, 2014.

Pérez-Correa, Catalina, “Las mujeres que visitan las prisiones”, Nexos, 2017, disponible en: https://www.nexos.com.mx/?p=31734.

Romero, Velvet, Bajo condena: mujer, culpa y autonomía, tesis de magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2007.


NOTAS:
1 Pérez-Correa, Catalina, “Las mujeres que visitan las prisiones”, Nexos, 2017, disponible en: https://www.nexos.com.mx/?p=31734.
2 Muñiz, R., “Abandonan familiares a 7 de cada 10 reclusas por ser mujeres”, Animal Político, 22 de diciembre de 2015, disponible en: https://www.animalpolitico.com/2015/12/abandonan-familiares-a-7-de-cada-10-reclusas-por-ser-mujeres/; ONU, Manual sobre mujeres y encarcelamiento, Nueva York, 2014; Romero, Velvet, Bajo condena: mujer, culpa y autonomía, tesis de magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2007.
3 Romero, Velvet, op. cit.
4 ONU, cit.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero