Cuando una fiesta de una mujer que es política se convierte en asunto de Estado:
machismo y discriminación hacia las mujeres en los países democráticos
Publicado el 2 de septiembre de 2022
Bahdon Abdillahi Mohamed
Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en
Sociología de la Educación en la Universidad de Murcia, España
bahdonabdillahi@gmail.com
Un cambio o un aspecto del juego político y social escondido: las críticas hacia la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, por haber bailado, por haber participado a una fiesta. Desde hace unas semanas, la actualidad política y social de Finlandia gira sobre una cuestión banal: participar en una fiesta en un periodo de vacaciones.
Esta actitud agresiva y misógina plantea una cuestión: ¿un(a) dirigente de la clase política, en el poder o en la oposición, tiene o no el derecho de bailar, de disfrutar sus momentos libres, sus vacaciones, como el resto de sus ciudadanas(os)? Como cualquier ciudadana(o) de ese país no tiene que pedir permiso.
Es una sorpresa en un país de la Europa democrática, o mejor dicho, que presume de la democracia y del respeto de los derechos humanos desde el famoso Siglo de las Luces. Finlandia, con una población estimada de 5,619,757 de habitantes en 2022, es un país pequeño de los países nórdicos, que tienen una buena imagen institucional en Europa y el resto del mundo. Colonia de Suecia en la Edad Media, y luego colonia del imperio ruso, se independizó el 6 de diciembre de 1917, después de la Revolución bolchevique, que puso fin al régimen zarista. Después de unos meses de duda por parte de sus vecinos, y aun Alemania y Francia, los países europeos reconocen su independencia. Pero Finlandia era gran ducado autónomo subordinado al zar ruso, había una cámara, la Dieta de Finlandia. En 1906 se creó el Parlamento de Finlandia, unicameral y elegido por sufragio universal, incluso por las mujeres. El joven país tuvo que afrontar a la ex URSS de 1941 hasta 1944, la llamada Guerra de Continuación se termina con la firma del Tratado de Paz de París de 1947.
Como podemos observar, las mujeres jugaron un papel importante en la historia política y social de este país nórdico. Podían votar cuando en otros países estaban excluidas (en Francia el derecho al voto de las mujeres fue votado el 21 de abril de 1944, durante la ocupación alemana).
No es un país comunista. Creado en plena Guerra Fría, y a las puertas del Bloque del Este, su primer gobierno elige como política exterior la neutralidad, lo que permitió superar este difícil periodo y la vecindad de un gran país con una ideología diferente sin demasiados problemas al salir de la segunda guerra europea 1939-1945. Con el desarrollo del sector de las nuevas tecnologías, donde surgen grandes empresas, como Nokia, F-Secure, ha pasado un periodo de crecimiento económico; el desempleo baja. Ingresó en la Unión Europea en 1995, después de un referéndum en 1994 (también Austria y Suecia). Con la guerra de Ucrania, el país ha cambiado su política de neutralidad al estatuto de cliente de los grandes fabricantes de armas y de la sumisión a Estados Unidos a través de la OTAN. Turquía había levantado su veto a su ingreso como a Suecia.
A diferencia de sus países vecinos, los dirigentes finlandeses eligen la República y el sistema político abierto y democrático; se organizan elecciones abiertas para elegir a sus parlamentarias(os) y su presidente como países de su entorno. Es un sistema parlamentario, el primer ministro tiene más poder. Los países nórdicos presumen la igualdad “perfecta” entre hombres y mujeres. Pero desde la independencia del país, hubo sólo una mujer presidenta: Tarja Kaarina Halonen, de 2000 hasta 2012. También en Suecia, la primera mujer primera ministra ha sido elegida en noviembre de 2021, pero con dificultad (ha sido puesta en minoría por el fallo de votar el presupuesto del país).
La igualdad de género parece, más bien, una publicidad, una mera imagen exterior del país. Pero en lo local, las mujeres están enfrentadas en la esfera política, con problemas como los de sus compañeras del resto de Europa y del mundo. La violencia contra la primera ministra finlandesa, de 36 años y de un partido socialdemócrata, ilustra esta doble imagen de estos países. Es una violencia institucional entrometerse en la vida privada de un alto funcionario político del país. ¿En qué pone en riesgo la seguridad pública y la imagen del país la participación del primer personaje político nacional en un baile?
Pero la peor demostración de esta violencia es pedir un examen para ver si ha tomado drogas. Con un resultado negativo, se pensaba que el asunto había sido zanjado. No, los que alimentan la tensión política sacan pecho de la publicación de vídeos de “influenceurs” posando con la bandera del país. Sería un orgullo en un periodo de tensiones geoestratégicas y de guerra por la que está pasando la “Europa de paz”, que el oso ruso pone en peligro la vida y la estabilidad de los países donde el capitalismo salvaje vuelve con fuerza. Le llaman neoliberalismo; el neo destructor de los derechos sociales conquistados por largas luchas sindicales.
¿Qué humillación está pasando esta mujer?, y ¿qué vergüenza de esta Europa, que da lecciones de respeto a la dignidad de las personas, a los derechos humanos (por supuesto no le han arrestado como en los regímenes dictatoriales), a la democracia? El primer ministro británico Boris Johnson no tuvo ni el 1% de esta presión comparado con su gran irresponsabilidad política. Ha gestionado pésimo la pandemia: ha encerrado a la población usando las fuerzas del Estado, mientras él y sus amigas(os) se divertían en una fiesta. Se han burlado de su pueblo.
Esta polémica se nutre de los discursos de partidos de la derecha y de la extrema derecha. Con partidos que no acepten otra manera política para gobernar el país. Esta polémica plantea varias cuestiones: ¿los que se benefician de la polémica (partidos de la oposición, una parte de la prensa, grupos conservadores…) harían lo mismo contra un hombre en el mismo contexto? ¿Por qué ha tenido poco apoyo de las mujeres de su país y de otros países de Europa? La falta de reacción o de apoyo podría tener como causa la agenda de la “guerra de Vladimir Putin”, según el discurso político occidental y las vacaciones de la élite política europea.
Pero más allá de una polémica sobre una fiesta, donde no había invitadas enemigas de la paz de Finlandia y de Occidente, asistimos a la vuelta a un discurso duro de la derecha conservadora, que pierde electorado, con el auge de la extrema derecha y del nuevo populismo en Occidente: candidatas(os) que surgen de la nada y propulsados en la primera línea de la escena política, como en Francia en las últimas elecciones presidenciales. Asistimos a una política que no se preocupa de las cuestiones relevantes, como la nueva ciudadanía, la economía, la cuestión social y el vivir juntos en sociedades cada vez más viejas y diversas en su composición. Los primeros grupos que pagan esta vuelta son las mujeres y los grupos débiles, como los desempleados, los inmigrantes, los grupos que proclaman nuevos derechos, como LGTB+.
Esta polémica ha mostrado la cara oculta de los países nórdicos en términos de igualdad de género y, muy sencillamente, del respeto de la dignidad de una mujer con alto rango de responsabilidad política.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero