Problematizando a Bardo
Publicado el 9 de noviembre de 2022
Jorge Alberto González Galván
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
jagg@unam.mx
Mi primera impresión sobre la reciente película de Alejandro González Iñárritu, “Bardo: falsa crónica de unas cuantas verdades”, sería decir que es inclasificable, no tiene género, es el testimonio de un poeta visual quien por su libre asociación de ideas nos presenta/nos regala lo que considero es la poesía: la expresión de un estado de ánimo.
¿Puede medirse un estado de ánimo?, me parece que no. Lo que sí podemos hacer es traducir el estado de ánimo que nos causaron sus imágenes y palabras desde una perspectiva interdisciplinaria como filósofos, juristas, psicoanalistas, historiadores, escritores
Me resulta, por ello, inevitable asociar aquí lo que el escritor Paul Valéry mencionó sobre los poetas François Villon y Paul Verlaine (Reflexiones, UNAM, 2019:17), y que encuentro aplicable al poeta Iñárritu:
— “hombre de cuidado”/
—“capaz de confundir en sus obras la expresión de los sentimientos más piadosos con las descripciones y las expresiones más libres, pasando de un tono a otro con una facilidad extraordinaria”/
— “aúna a la cultura el sentido inmediato del lenguaje vivo, de la voz misma del pueblo que le rodea, creando, alterando y combinando a su antojo las palabras y las formas”/
— “frecuenta, según su estado de ánimo, las iglesias y las tabernas”/
— “se ve obligado a amargas estadías de encierro, donde más que enmendarse por sus faltas, destila la esencia poética de sus remordimientos, pesadumbres y temores”/
— “se cae, se lamenta, resurge.”
Y sobre la inevitable relación entre la obra (Bardo) y la vida del autor (Iñárritu), Paul Valéry aconseja, paradójicamente, evitarla porque:
…la biografía de los poetas es un conocimiento inútil, cuando no hasta perjudicial, para el empleo que debemos hacer de su obra, y que consiste, ya en el disfrute, ya en las enseñanzas y en los problemas del arte que extraemos de ella… Y si digo que la curiosidad biográfica puede ser perjudicial, es porque ésta proporciona con demasiada frecuencia la ocasión, el pretexto, el recurso para no enfrentar el estudio preciso y orgánico de una poesía. Cree uno haber cumplido con ella cuando, por el contrario, no se ha hecho más que evitarla, rehusar su contacto y, mediante el rodeo de la búsqueda de los antepasados, de los amigos, de los problemas o de la profesión de un autor, buscar engañar, evitar lo principal para seguir lo accesorio (pp. 18-19).
Sin embargo, la historia del arte está poblada de obras autobiográficas (en mayor o menor medida). Cuántas veces no hemos leído decir a los artistas: “Si quieren saber sobre mi vida revisen mis obras”. En las obras de los poetas, sobre todo, por definición, se encuentra la explicación de su vida por ser la expresión de su yo interior. Así, el poeta Iñárritu nos cuenta su vida como lo hace un músico, diría Paul Verláine:
…fundiendo los sentimientos de todos los acontecimientos precisos de su vida en una sustancia íntima de experiencia universal. Para oírlos basta con haber disfrutado de la luz del día, con haber sido feliz, y sobre todo infeliz, con haber deseado, poseído, perdido y lamentado —con haber experimentado las pocas y muy sencillas sensaciones de existencia, comunes a todos los hombres, a cada uno de los cuales corresponde una de las cuerdas de la lira… (p. 20)
Fabienne Bradu considera que en las autobiografías literarias la memoria se equivoca, manipula, traiciona, se transforma (“Acerca del arte de la biografía”, conversatorio, UNAM, 2022). Por ello, Paul Valéry afirma que el poeta cuando hace revelaciones precisas no siempre significa que sean exactas: “Si enuncia la verdad, no dicen toda la verdad, y no dicen únicamente la verdad. Un artista elige, incluso cuando se confiesa. Y, probablemente, sobre todo cuando se confiesa. Aligera, agrava, aquí y allá… (p. 20).”
No busco dar respuestas, intentemos encontrar las preguntas adecuadas para explicar una obra de arte: ¿cómo convencer a las personas que piensan que irse al extranjero a ganarse el pan y triunfar es, casi, traición a la patria?, ¿cómo sanar las heridas por la pérdida de un hijo recién nacido?, ¿cómo decirle a tus padres aquello que no pudiste, supiste o quisiste, decirles en vida?, ¿cómo hacerle ver (literal) a la gente que vive en un país maravilloso y odioso?, ¿qué justificación ética tenemos, generacionalmente, por la desaparición de miles de personas ante las futuras generaciones?, ¿cómo cerrar el ciclo del parto colonial?, ¿cómo lidiar con ese toro bravo llamado adolescencia cuando te suelta su “¡Yo-no-decidí-estar-aquí!”?, ¿cómo se explica que viviendo en un país capitalista lo que haces para sobrevivir “reproduce” la manipulación, explotación y el enriquecimiento de unos cuantos?
Éstas son mis preguntas y estoy seguro que después de ver la película te asaltarán las tuyas. Las respuestas no esperes encontrarlas en las neuronas de tu cabeza, búscalas en las neuronas de tu corazón, pero sobre todo en las neuronas que se encuentran en el “segundo cerebro”: el estómago.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero