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AMLO, si tan amado eres1

Publicado el 6 de diciembre de 2022


Luis de la Barreda Solórzano

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email lbarreda@unam.mx

Lo peor sería rendirse sin pelear, resignadamente. El enemigo parece todo poderoso, pero “el fruto objetivo de la acción es la posibilidad” (Fernando Savater, La tarea del héroe). Por decirlo con palabras del poeta Vicente Quirarte, es hora de mirar a los dioses frente a frente / y decirles que aceptas la batalla.

El autócrata nos ha insultado con escaso ingenio y mucha rabia. Le encoleriza nuestro atrevimiento, nuestra insumisión. Sólo sus incondicionales le merecen consideraciones y miramientos. Nadie más. En su visión contorsionada, los demás no formamos parte del pueblo bueno: somos los réprobos. A qué extremo llega su sectarismo: nunca desautorizó la declaración de López-Gatell, uno de sus colaboradores favoritos, quien tildó de golpistas a los padres de los niños con cáncer porque se quejan de la falta de medicamentos.

Jamás en la historia de México un presidente había proferido tantos improperios durante tantos días consecutivos a un considerable segmento de sus gobernados. No se ha referido nunca de esa manera a los criminales que todos los días llenan de sangre y luto el país. Su odio, su obsesiva animadversión tiene por diana a quienes nos oponemos a sus designios autoritarios. Curioso que quien es denominado El rey del cash en el libro de Elena Chávez llame corruptos a ciudadanos por su decisión de acudir a la manifestación del domingo 13.

Lejos de intimidarnos, sus dicterios nos infundieron más ánimo de no faltar a la marcha. Éramos cientos de miles únicamente en la capital del país. En otras 65 ciudades se realizaron marchas con el mismo objetivo, y en ciudades del extranjero se congregaron ante las embajadas mexicanas compatriotas que defienden la misma causa.

¡Qué emocionante recorrer el Paseo de la Reforma junto a filas interminables de mujeres y hombres de todas las edades y estratos sociales que ocupaban los dos carriles centrales, los dos laterales y ambas aceras del antiguo Paseo de la Emperatriz!

Mujeres y hombres que aman la libertad, que están dispuestos a luchar por ella, que entienden que la dictadura sólo les resulta apetecible —mientras no viven en ella— a los espíritus de esclavo. Mujeres y hombres que me evocaron a Chesterton: “… a cada alma sólo le es dado un poco de poder: el poder, en algunos momentos, de elevarse hasta las estrellas” (El Napoleón de Notting Hill).

¡Qué apasionante sentir esa mezcla de convicción, alegría y entusiasmo, además de la indignación por el atropello anunciado! ¡Qué conmovedor ver allí a octogenarios, personas en sillas de ruedas, madres y padres con sus pequeños hijos en carriola o en hombros!

¡Que no sea flor de un solo día! ¡Que los dioses nos den el coraje —palabra que proviene de un vocablo latino que significa corazón— para no desfallecer, para no retroceder, para no ser víctimas del maligno demonio del desánimo que derrota a los que se dejan derrotar!

La jefa y el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y Martí Batres, respectivamente, se apresuraron a señalar que la manifestación había reunido apenas a unos cuantos miles, mientras los medios extranjeros reportaban centenas de miles. Sólo les faltó decir que éramos tan, pero tan poquitos, que no hubiéramos sido suficientes para un partido de futbol, que requiere 22 jugadores, 11 de cada equipo. ¿Esquizofrenia? No, deshonestidad.

Nos gobierna una secta fundamentalista en la que se conjuntan la compulsión destructiva, la intolerancia rencorosa, una escandalosa inepcia y un resentimiento feroz. Por eso nos ven como enemigos a quienes nos negamos a ser feligreses del Gran Timonel. Una secta de esa índole no admite la convivencia armónica con el entorno, con los que no comulgan con sus dogmas. El Presidente llegó al extremo de exhibir nombres de asistentes a la marcha, lo que, como advierte Raymundo Riva Palacio, equivale a una confesión de espionaje político (El Financiero, 16 de noviembre).

Millares de pancartas desfilaron en la avenida más hermosa de México. Algunas no sólo se apartaban de los lugares comunes, sino eran verdaderamente ingeniosas. Una de ellas, la que más me gustó, decía:

Si tan amado eres,
caudillo fanfarrón,
¿por qué carajos quieres
robarte la elección?


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Excelsior, el 17 de noviembre de 2022: https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/si-tan-amado-eres/1552983

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