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El maltrato infantil durante la pandemia del COVID-19 en San Luis Potosí

Publicado el 7 de diciembre de 2022

María José Vargas Herrera
Estudiante de la maestría en Política criminal, Universidad Autónoma de San Luis Potosí
emailmarijosevh97@gmail.com

En las primeras líneas el propósito es abordar la problemática con fundamento meramente teórico, pues se enuncian de manera breve algunas teóricas criminológicas que buscan explicar el comportamiento antisocial, que en este caso versará sobre el maltrato infantil dentro de la violencia intrafamiliar. Posterior a esto, se mencionarán cifras estadísticas relevantes de violencia intrafamiliar en el estado de San Luis Potosí durante los años 2019 y 2020, específicamente de la capital y Soledad de Graciano Sánchez.

En términos generales, es posible definir que la violencia es un daño ejercido sobre los seres humanos por parte de otros seres humanos. De manera más específica, y como segunda idea, se entiende que la violencia es la consecuencia de la interacción entre la agresividad nata que posee el humano y la cultura en la que se desenvuelve. Una característica importante de la violencia es su gratuidad biológica y su intencionalidad psicológica.

En cuanto a la explicación del fenómeno criminal, es importante entenderla pues se encuentra estrechamente relacionada con la violencia intrafamiliar, sobre esto, Fishbein explica que el comportamiento de un delincuente se comprende a través de tres elementos que van relacionados:

• Los sistemas neurológicos, que son responsables de la inhibición de conductas y emociones extremas.

• Los mecanismos necesarios para aprender, ya sea a partir de la imitación de otros seres humanos a partir de la imitación de otros seres humanos o a partir de la propia experiencia.

• Los factores sociales, que se concretan en la estructura familiar de los individuos y en los recursos comunitarios o mecanismos de ayuda social. (Plata Luna, 2007)

Entre los factores que favorecen o causan conductas antisociales, es importante destacar dos grupos que dan lugar a dos modalidades de violencia, una activa y otra reactiva. La primera, trata las causas de la violencia, engloba a un grupo de factores marcados por la dominación, es decir, los roles de poder, el deseo de conquista sobre otros que permita su sometimiento psicológico, sexual y físico. Es posible entonces inferir que los victimarios recurrirán a diferentes formas de violencia como medios para lograr la dominación simbólica y material, triunfar en el rol. Por otro lado, en cuanto a la reactiva, se puede considerar que el otro grupo de factores importantes para la producción de estas conductas es la percepción de dolor, tanto físico como emocional. Siendo así, que la violencia en las infancias, en su mayoría se sitúa en el primer grupo o modalidad, debido al rol de poder y sometimiento psicológico que existe hacía los menores.

La criminología posee varias teorías de carácter biopsicosocial que explican las conductas antisociales, en este caso en concreto, aplicadas para explicar la violencia intrafamiliar, entre las cuales autores como (Healey y Bruner 1936), hablan acerca de la teoría psicogenética, en sus postulados consideran que hay circunstancias no favorables, que crean en el menor problemas psicológicos de adaptación. (Landeros, 1994) también afirma que las variables que pueden determinar el comportamiento desviado, son de carácter hereditario, anormalidad mental, constitución física anormal, conflictos espirituales, malos amigos, intereses insatisfechos y malas condiciones en el desarrollo infantil. Consideran que siendo la familia el núcleo social fundamental, cuando ésta se desorganiza, aparecen los mayores trastornos biopsicosociales.

En cuando a la teoría de la asociación diferencial, Sutherland y Gresey son los precursores, ellos basan esta teoría en la consideración de qué “se aprende y de quién se aprende”, afirmando que el comportamiento criminal es aprendido, no heredado. La criminalidad se da dentro de grupos de personas con una misma condición social; por lo tanto, una persona delinque porque hay exceso de definiciones favorables para violar la ley. Esta teoría percibe al sujeto como una máquina capaz de dirigir y controlar por medio de estímulos externos semejantes al mismo, pero sin voluntad para controlar su conducta. (Plata Luna, 2007)

Ahora bien, al aterrizar la temática en específico a la problemática de San Luis Potosí, en 2019 la titular del Sistema Estatal de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, Martha Orta Rodríguez, señaló que 3 de cada 5 niñas en el estado son violentadas en su hogar, tomando en cuenta que en ese año había un total de 730 mil niñas y niños en todo el estado, esto da señales de alerta ante la grave situación de violencia infantil en la que se encuentra dicha población, pues esto arroja que más de la mitad de ellos sufren de violencia.

La violencia ejercida en contra en contra de las niñas y niños se manifiesta de diferentes formas, y ello acarrea un sinfín de consecuencias que generan secuelas en su desarrollo emocional y físico. En 2020, la Fiscalía Especializada en atención a la Mujer, la Familia y Delitos Sexuales de la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí (FGESLP) manifestó que la violencia intrafamiliar, tanto de pareja como hacia los hijos, se agudiza en esta temporada de convivencia forzada a consecuencia del COVID-19, ya que las víctimas, en este caso específico las niñas y niños, están cruzando por dos situaciones de emergencia; una, la sanitaria a consecuencia de los casos de coronavirus y la otra, el aumento en la violencia que se vive dentro de la familia, la cuál va repuntando, lo que convierte el hogar en un lugar inseguro. Durante el año, se registraban en promedio alrededor de 40 o 50 denuncias por día en la capital del estado, lo que corresponde a la zona conurbada, San Luis Potosí y Soledad, siendo en su mayoría situaciones de violencia intrafamiliar.

De igual manera, la Policía Municipal de San Luis Potosí, informó que cada semana se atienden más de 60 reportes de violencia intrafamiliar por semana mediante la Unidad de Violencia de Género, y posteriormente se canalizan al programa “Puerta Violeta” para su seguimiento y atención integral. Sin embargo, no existe una zona en específico en la que se dé mayor atención, sino que han recibido y atendido reportes en toda la capital potosina, aunque los llamados se han intensificado durante los fines de semana, ya que los agresores suelen consumir sustancias nocivas que alteran su realidad.

La violencia intrafamiliar requiere de gran atención y seguimiento para su reacción y prevención por parte del Estado, ya que si bien es un tipo de violencia que ha existido desde siempre, también es ahora ante la situación de la pandemia por COVID-19 cuando más se ha incrementado, esto debido a que las familias son obligadas a convivir de forma permanente con sus agresores dentro del contexto familiar, esto por el aislamiento. Otro aspecto sumamente trascendental para considerar, es que no es característico de una zona en específico en la que se dé mayor atención a las llamadas de auxilio por violencia intrafamiliar, sino que se reciben y atienden reportes en toda la capital potosina, además, los llamados se intensifican durante los fines de semana, ya que los agresores suelen consumir sustancias nocivas que alteran su realidad. Esto nos denota que este tipo de violencia no discrimina clase social o contexto, sino que es una problemática que se da en familias con un estatus económico alto, bajo, etcétera.

Se requiere cambiar la perspectiva que se tiene respecto al modo de apreciar los fenómenos sociales, pues es obsoleto el visualizar el fenómeno criminal como un ente aislado. Es posible suponer que hay una causa con mayor fuerza y que actúa como factor único de la conducta antisocial, pero al estudiarlo saldrá a relucir que existen otras que desencadenan o predisponen al mismo. Es decir, existen diferentes factores criminógenos de carácter biopsicosocial y es de vital importancia el estudio de ellos, para así aterrizarlos a casos específicos, como son los de violencia intrafamiliar.

Por otro lado, es importante destacar que existen programas para prevenir y tratar el maltrato infantil, que, si bien se tienen que enriquecer y llevar un seguimiento del mismo, es un aporte significativo el hecho de que existan esa clase de políticas públicas que permitan a los docentes identificar situaciones de riesgo en las que puedan estar las niñas, niños y adolescentes. Ahora bien, algo a destacar para un seguimiento más eficaz, sería que dichos programas no sólo se llevarán a cabo por docentes, sino que también se involucrara a los criminólogos en dicho quehacer, pues sin lugar a dudas se requiere de una política criminal con perspectiva de derechos humanos de manera urgente.

De igual manera es una situación en exceso complicada ya que, si de manera general en el estado no existe la cultura de la denuncia, en este tipo de casos predomina aún más que se mantengan en cifra negra, pues hay muchos casos que no son denunciados, pero en particular el maltrato físico es preocupante por la manera en que se dan este tipo de agresiones. Por lo anterior, es importante fomentar la crianza positiva y dejar de lado los estigmas arcaicos de “mano dura”, como lo son los castigos corporales.

Referencias

CC., F. (2007). Lecciones de Criminología. Caracas, Venezuela: Editorial Melvin. Castro,

A. d. (1977). Criminología de la Reacción Social. Maracaibo: Universidad. Conde, F. M.

(2007). Psicología Criminal. Argenitna: Porrua . Ayos, E. J. (2014).

Prevención del delito y teorías criminológicas: problematizaciones Keane, J. (2000). Reflexiones sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial.

Manzanera, L. R. (1990). Victimología. México: Porrua.

Plata Luna, A. (2007). Criminología, criminalística y victimilogía. México: Oxford.

Rodríguez Manzanera, L. (1997). Criminalidad para menores. Distrito Federal: Porrúa.

Vidaurri Aréchiga, M. (2016). Bases de criminología y política criminal. México: Oxford.

https://fiscaliaslp.gob.mx/

https://slp.gob.mx/ssalud


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