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Las “terapias de conversión” como método de tortura

Publicado el 15 de diciembre de 2022

David López Iglesias
Estudiante de Psicología, Universidad Marista de San Luis Potosí
email72190357@umaslp.maristas.edu.mx

Las diferencias individuales han sido motivo a lo largo de la historia para justificar la discriminación y la violencia en contra de personas que salen de la norma social establecida. Pareciera sencillo demostrar que las características de una persona están basadas en la experiencia personal y que todo lo que no se encuentra dentro de un marco moral establecido tiene un origen patológico y debería de ser erradicado. Es así como el hombre occidental parte de la segregación para construir la sociedad moderna, un ejemplo muy claro es el machismo o, inclusive, el racismo.

Las “terapias de conversión” si podemos ponerle un nombre a este tipo de prácticas, parten de este mismo punto, que las personas de orientación sexual e identidad de género diverso al cis heterosexual son, en cierto punto, personas moralmente inferiores y por tanto se debería modificar. La falta de respaldo científico y psicológico para estas prácticas hace que se recurra a métodos violentos que generan sensaciones negativas y angustiantes mientras se expone un estímulo vinculado a su orientación sexual, esto no sólo atenta contra la integridad física y moral de una persona, sino que daña gravemente su psicología y su auto-concepto.

La gravedad de estas prácticas radica en que un psicólogo, orientador, consejero o guía debe de buscar el bienestar integro de la persona, salvaguardar y proteger el espíritu humano, sin embargo, este tipo de prácticas son justamente todo lo contrario, pues son de carácter segregador, degradante e inhumano, provocan dolor físico y mental, descripción sumamente parecida a la de tortura, comparación que entra dentro de su propia definición de esta práctica.

Estas prácticas generan una humillación profunda, sensación de impotencia, vergüenza y culpa pues dañan tan profundamente la integridad de la persona que es sumamente difícil recuperar una sana identidad individual y auto-concepto. Las consecuencias de esta práctica son sumamente negativas y pueden dejar cicatrices psicológicas y emocionales profundas en la persona, sobre todo en su integración, y generan como efecto una disociación cuerpo-mente.

Los niños y los jovenes son grupos con alta vulnerabilidad y pueden sufir consecuencias más graves e incluso desordenes psicológicos que alteran su correcto funcionamiento, debido a que estas prácticas no tienen un respaldo avalado médico representan una amenaza de salud pública y de igual manera de derechos humanos, pues los pacientes se convierten en víctimas de una práctica, que más allá de defender su integridad, la ataca. He aquí la gravedad de las “terapias de conversión”, en primer lugar, no se les puede considerar terapia, pues no cumplen con esta función sino al contrario, y tampoco son de conversión, pues son ineficaces para generar cambios, pues se busca un cambio que es innecesario, por lo tanto, sólo son un engaño. La praxis de este método es violenta y atenta contra el ser humano, atiende a necesidades segregatorias e individualistas y no busca realmente una ayuda, por tanto deberían de ser tomadas como una amenaza para el bienestar individual y social.

Referencias

Carrillo Garzón, A. E. (2020). Víctimas de prácticas de conversión sexual y su protección legal en Ecuador(Bachelor's thesis, Quito).

Garzón, A. E. C. (2021). Terapias de conversión sexual como violación a los derechos humanos. Iuris Dictio, 8-8.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero