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La reforma política de 1977: en busca de la pluralidad

Publicado el 16 de enero de 2023

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com

La historia de México, por fortuna, no ha sido únicamente la suma de sus enfrentamientos, los cuales, como señala Will Fowler en su texto La Guerra de Tres Años, 1857-1861 (Crítica, 2020), llevaron “a que tantos mexicanos estuvieran dispuestos a matar a sus vecinos y hermanos” en las luchas entre liberales y conservadores.

Existieron tiempos en los que todas las fuerzas políticas, todas las corrientes de opinión, se manifestaron sin cortapisas y de buena fe, aunque desgraciadamente para México, no voltearon a ver con frecuencia a sus compatriotas para conocer sus puntos de vista.

Jesús Reyes Heroles impulsó la reforma política en 1977 desde la Secretaría de Gobernación lópezportillista, lo que caló muy hondo porque tanto la izquierda, con todos sus matices, como la derecha, en sus variadas manifestaciones, se expresaron a plenitud en un marco de respeto. Me atrevo a decir que México se asemejó a España en su celebrado proceso de transición. En mi opinión, ese año fue uno de los más luminosos en el largo proceso hacia la democracia en nuestro país por lo que prometía para el futuro.

Ahora bien, antes de que el Partido Comunista Mexicano fuera registrado para competir en las elecciones; antes de que el sinarquismo pudiera volver a la vida pública con un nuevo emblema: el Partido Demócrata Mexicano encabezado por Enrique Morfín González, y antes de que la pugna entre el grupo de Octavio Paz y aquel que encabezó Carlos Monsiváis terminara en puras “descalificaciones” porque uno y otro bando no tuvieron empatía; existió el año 1977.

Fue un año en que la represión por la entrada de la policía a Ciudad Universitaria el día 7 de julio de 1977, pues dejó un resquicio para el diálogo debido a que se vio al líder del STUNAM circulando libremente ese día en las inmediaciones de Copilco-Universidad.

Fue ese año cuando los comunistas mexicanos, bajo el liderazgo de Arnoldo Martínez Verdugo, se acercaron mucho a las tesis eurocomunistas, aun cuando Octavio Paz no quiso verlo. A Paz le desesperaba –según Enrique Krauze– “que en Europa la izquierda estuviera haciendo un examen de conciencia y en México la izquierda siguiera ciega y sorda a la realidad” (Enrique Krauze, Spinoza en el Parque México, Conversaciones con José María Lassalle, Tusquets editores, 2022, p. 295).

1977 fue el año en que los trotskistas mexicanos aparecieron con el Partido Revolucionario de los Trabajadores, dispuestos a pelear el favor de las clientelas de la izquierda, al grado de postular más adelante a una candidata presidencial: Rosario Ibarra de Piedra. Un año en que la disidencia del Partido Popular Socialista, formado por Vicente Lombardo Toledano, pelearía abiertamente por el control de la organización solferina y más tarde, con Alejandro Gazcón Mercado, construiría el Partido del Pueblo Mexicano.

Finalmente, 1977 es el año que Enrique Krauze marca como la pausa en el conflicto entre Octavio Paz y Carlos Monsiváis, dos de los más destacados intelectuales del siglo pasado. “Fue como una tregua anterior a la guerra contra Paz...” “No la guerra del fin del mundo pero sí una guerra sin fin (Ibid.p.296).”

Tal vez, cuando se escriba la historia del siglo veinte en México, se rescate al año 1977 como un ejemplo de lo que el país logró alcanzar en la pluralidad, en el respeto al otro, en una democracia sin adjetivos.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero