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En un aniversario de México 68. Polémicas en torno a personajes de nuestra historia contemporánea

Publicado el 3 de febrero de 2023

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com

En octubre de 2018, tuve la fortuna de participar en una mesa redonda en La Paz, Baja California Sur, a propósito del cincuentenario del movimiento estudiantil. Invitado por el prestigioso historiador de la Universidad Nicolaíta, Marco Landavazo y el Seminario de Historia Regional, coincidí en el evento con el homenajeado profesor Gilberto Guevara Niebla, uno de los líderes del Consejo Nacional de Huelga y destacado especialista en los temas educativos.

Figuraban otros ponentes y en su intervención, alguien con doctorado en Historia de El Colegio de México, se refirió -no recuerdo a cuenta de qué- a don Jesús Reyes Heroles como un “sátrapa ilustrado”. Lo dejé pasar en ese momento porque ese personaje no estaba en el centro de la discusión y por respeto al público, a los anfitriones y al doctor Guevara Niebla. Pero ha llegado la hora.

En ese momento, empecé a buscar entre mis recuerdos a Reyes Heroles y concluí que podía decirse cualquier cosa del ideólogo y político veracruzano, pero de ninguna manera que fue un “sátrapa ilustrado”. No hay que tomar muy en serio lo dicho, porque la historia política contemporánea de México no parece ser un tema prioritario de las investigaciones de quien lo dijo. Pero yo tenía evidencia de lo contrario.

Cuando era presidente del Revolucionario Institucional, de 1972 a 1975, don Jesús, a propósito del madruguete de un candidato a la gubernatura de Veracruz, desactivó la jugada con una sola frase: “Como veracruzano, yo no he votado por él”.

Federico Reyes Heroles González Garza, en su ameno y bien logrado texto sobre el personaje: Orfandad: El padre y el político (Alfaguara, 2016) proporciona datos contundentes sobre la operación de un proyecto fallido para encauzar la relación del gobierno de Díaz Ordaz con el movimiento estudiantil por una ruta pacífica, paralela a la represión del dos de octubre de 1968. Jesús Reyes Heroles estaba al tanto, y quizás al frente, de los emisarios negociadores Jorge De la Vega Domínguez y Andrés Caso Lombardo (pp. 166-172). Su fracaso es el triunfo de la vía autoritaria en un complicado escenario donde los provocadores actuaron a sus anchas y que tenía la sucesión presidencial como telón de fondo.

Pero quizás la prueba más contundente que tengo a la mano es mi recuerdo sobre el Palacio de Covián en la calle de Bucareli, sede de la Secretaría de Gobernación, en el primer semestre de 1977. Jesús Reyes Heroles presidía las sesiones que dieron lugar a la reforma política lópezportillista. Un cambio muy importante que no se limitó a lo puramente electoral, sino que abarcaba también una amplia amnistía para los que se encontraban inconformes con el régimen de distintas maneras, como bien lo recuerda Federico Reyes Heroles. Tengo para mí, que el registro legal de un abanico muy amplio de opciones políticas no fue el menor de sus méritos. Igual entraron a la lucha electoral el Partido Comunista Mexicano que los troskistas y los que acudieron al llamado de Heberto Castillo, Octavio Paz y Carlos Fuentes para luego fundar el Partido Mexicano de los Trabajadores. Los sinarquistas también fueron tomados en cuenta.

En la sesión inaugural, si mal no recuerdo, participó el destacado especialista en partidos políticos y profesor emérito de la UNAM, Octavio Rodríguez Araujo, quien empezó su alegato en favor del registro de los partidos de oposición que se encontraban fuera de la legalidad, con una caracterización del Estado mexicano. Buen polemista y estudioso de la Teoría del Estado, Reyes Heroles quiso mostrar que también podía con ese paquete y debatió con el prestigiado académico, quien es conocido como un experto en el debate de altos vuelos por propios y extraños. De momento y para mi fortuna, la sede de la dependencia encargada de la política interior del país se convirtió en un aula universitaria.

Con el tiempo, he descubierto que me dedico a la docencia universitaria porque me gusta contar historias, y más las que ponen las cosas en su lugar. Reconozco que a veces a los académicos nos ganan las filias y las fobias cuando tocamos temas tan complejos e importantes como el Movimiento Estudiantil de 1968.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero