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Cambio frente a la Biodiversidad 1

Publicado el 21 de febrero de 2023

Víctor Collí Ek
Investigador en el Centro de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Autónoma de Campeche
emailvimcolli@uacam.mx

Colaboración de Victoria de la Torre Cocom, Alvar López Guerrero y
Gabriela Vela Carrillo

“Finalmente estamos empezando a forjar un pacto de paz con la naturaleza”, diría el secretario general de la Naciones Unidas al referirse al acuerdo Kunming-Montreal sobre la Biodiversidad. Hace unos días concluyó la COP15 –realizada del 7 al 19 de diciembre– que es la conferencia mundial de la ONU sobre la diversidad biológica. Este acuerdo marcará el derrotero de lo que los humanos debemos hacer para rescatar nuestro entorno.

La COP15 es la reunión de la Conferencia de las Partes sobre el Convenio de la Diversidad Biológica realizado en 1992, cuyo objetivo es proteger los recursos naturales del mundo. Este convenio ha sido firmado por 196 países y se distingue de lo que podríamos denominar su hermano gemelo el relativo a la COP27, cuyo objetivo específico es sobre Cambio Climático y que este año se realizó en Egipto en el mes de noviembre y del cual ya hemos platicado en este espacio.

Si para la COP27 se cuenta con el Acuerdo de París, lo que se buscó para la COP15 es tener un marco parecido, pero ahora sobre biodiversidad que dure 10 años, y a ello se refirió el resultante acuerdo Kunming-Montreal. La relación entre ambas conferencias es evidente, los ecosistemas del planeta almacenan grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que resulta básico para moderar el clima de la tierra.

La necesidad de llegar a un acuerdo ambicioso es clara, no olvidemos que una cuarta parte de las animales y vegetales –un millón de especies– están en peligro de extinción y tampoco que la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, además nuestro planeta experimenta la más larga pérdida de vida desde que culminó la era de los dinosaurios.

El secretario general de Naciones Unidas, en su intervención ante esta convención, resumió de una manera adecuada las acciones que deben tomarse para salvar la naturaleza:

En primer lugar, planes nacionales que encaucen subsidios y exenciones fiscales de actividades que contribuyen a la destrucción de la naturaleza, hacia propuestas ecológicas tales como la energía renovable, reducción de plásticos, producción de alimentos respetuosa con la naturaleza y la extracción sostenible de recursos. Un tema importante que resaltó es el reconocer los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales, por su papel claro como guardianes de la naturaleza, representan alrededor del 5% de la población mundial, pero protegen el 80% de la biodiversidad.

En segundo lugar, sin duda alguna, medidas hacia el sector privado que lo lleven a ganancias pero con protección, esto significa el cambio hacia una visión sostenible en las industrias: alimentaria, agrícola, maderera, de construcción, biotecnología, farmaceútica, extractivista –quien está siendo especialmente lesiva–, o cualquiera con impacto en la biodiversidad, compartiendo los beneficios de manera justa y equitativa. De igua forma, se debe tratar el tema de rendición de cuentas.

En tercer lugar, es un tema global y de justicia, por lo que es necesario apoyo financiero suficiente para el “Sur Global” que es el que más ha recentido los efectos de la degradación de la biodiversidad. En ese sentido, es necesario un llamado a las instituciones financieras internacionales y los bancos multilaterales de desarrollo para que alineen sus carteras con la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.

La gran línea resultante de los acuerdos tomados en la COP15 –siguiendo la inspiración del biológo de la Universidad de Harvard Edwuard O. Wilson, en su libro Half-Earth: Our Planet’s Fight for Life– es la llamada 30x30, lo que significa la propuesta de protección de un 30% de la tierra y los océanos –importante mencionar que, aunque el mar cubre el 71% de la superficie de la tierra, la llamada economía azul ha recibido muy poca atención– para el 2030.

Siguiendo el pensamiento de la Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, los derechos humanos tienen una función de semillero cultural, es la más lenta cronológicamente hablando en su efectividad, pero sin duda la que hace raíces más profundas. Pensemos en el acuerdo Kunming-Montreal en esa misma línea. Es sin duda un momento histórico que marca un antes y un después, pero como lo dice el propio acuerdo en su contenido, se necesita cambiar, y ese cambio depende de nosotros como especie, nuestra voluntad de llevar adelante los objetivos y metas planteados.


NOTAS:
1 Estudio realizado dentro de las actividades del Cuerpo Académico: “Derechos Humanos y Problemas Constitucionales”, UNACAM-CA-55, reconocido como Consolidado por la Secretaría de Educación Pública.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero