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Una asamblea por México1

Publicado el 2 de marzo de 2023


Sergio García Ramírez

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email sgriijunam@gmail.com

Debemos concurrir al Zócalo, escenario de la República, el domingo 26 de febrero de 2023. Esta convocatoria se ha dirigido a todos los mexicanos, a lo largo del país, sin otro requerimiento que su amor por México y su convicción democrática. Nos reuniremos en una enorme, insólita asamblea por México.

Tomemos conciencia del sentido de esta asamblea y acudamos en paz y con plena conciencia del limpio propósito que nos une y de la urgencia necesidad de manifestarlo en voz muy alta, sin agravio para nadie y con beneficio para todos. Procuremos que el acto del 26 de febrero marque un hito en nuestra historia moderna, como lo hizo la marcha del 13 de noviembre de 2022. ¿Qué circunstancia provocó estos movimientos? ¿Cuáles son las ideas que nos animan? ¿Qué pretensión abrigamos?

Veamos, primero, la circunstancia: las condiciones en que se halla el país y el futuro a la vista. Hace cuatro años escuchamos promesas que suscitaron esperanzas y orientaron sufragios. Al cabo de estos años tenemos--y padecemos en la vida diaria--un panorama radicalmente distinto del paraíso prometido. Lejos de la prosperidad ofrecida, se ha multiplicado la pobreza. Nos agobian la violencia, la inseguridad, el crimen. Decayeron los derechos. Menguó la libertad. Cundió el autoritarismo. Se ha generado una profunda división social. El discurso oficial distanció de la realidad: por un cauce corren las palabras; por otro, los hechos.

Abrumados por el curso de los acontecimientos, que presagian tormentas, muchos mexicanos optaron por reunir en un haz de voluntades las fuerzas de ciudadanos que militaban en filas encontradas y construir un solo frente para oponer la libertad al autoritarismo, el derecho al capricho, la verdad a la mentira. No ha sido fácil superar antiguas discrepancias, desechar temores y construir coincidencias.

Los militantes de partidos políticos que han sido antagónicos han tomado conciencia de que es indispensable, en esta hora de crisis, cerrar las filas en un solo contingente ciudadano que ponga el bien de la nación por encima de los intereses y los sentimientos de grupos e individuos. Frente al inmenso peligro que acecha, se ha pactado una alianza que permita llevar adelante lo que parecía imposible: la unificación estratégica de fuerzas y voluntades.

Más aún, se ha logrado que la sociedad civil, constantemente agraviada, tome conciencia del peligro que se cierne sobre México. No era costumbre que esa sociedad--columna vertebral de nuestra vida colectiva--saliera a la calle en procuración de los derechos y las libertades de los ciudadanos. La sociedad civil solía analizar los problemas del país en mesas familiares o en recintos profesionales o académicos, pero no había expresado y medido su voluntad y su fuerza en las plazas y las calles, en medios de comunicación y asambleas multitudinarias.

El hartazgo por la situación imperante movió las conciencias y extrajo a la sociedad de su claustro. Un diluvio de invectivas, disposiciones arbitrarias, amenazas cotidianas provocó la reanimación del pueblo en movimientos masivos, espontáneos, libres de la imposición política. La marcha del 13 de noviembre de 2022 inició esta nueva era de la voluntad civil, que nos pone a la puerta de una nueva era de la voluntad política. Los participantes en aquella marcha fueron los primeros sorprendidos por el caudal de su fuerza, que superó los cálculos más optimistas. Hubo reacción inmediata a través de una contramarcha que no alcanzó a mellar, ni remotamente, la eficacia de la manifestación del 13 de noviembre, copiosa y genuina.

Los marchistas del 13 de noviembre elevaron una bandera necesaria, en la que figuraba la defensa de las instituciones electorales, principalmente el Instituto Nacional Electoral, que ha cumplido un papel magnífico en nuestro sistema político. De ello son testigos e incluso protagonistas los millones de mexicanos que han participado, bajo las siglas del INE, en la promoción y la recepción del voto de los ciudadanos. El gobierno en turno--guiado por su caudillo, que debiera actuar como jefe de Estado, no como líder de facción política--ha procurado por todos los medios a su alcance--y podría haber otros--destruir esa institucionalidad electoral y establecer el imperio de una voluntad omnímoda.

Fue natural la reacción de la sociedad civil y de los partidos políticos--al lado de aquélla--en defensa del Instituto. Esta misma defensa figura entre los factores de la convocatoria a montar una gran asamblea el 26 de febrero de 2023 en todas las plazas de la República.

Es necesario que los asambleístas reunidos en esas plazas--así como los ciudadanos que no lleguen a ellas--tomen conciencia de que no se trata solamente de preservar la vida y la obra de un organismo valioso que ha servido bien a México, sino de sostener en este país el imperio de la libertad y la democracia, que corren peligro. De eso se trata. Y para eso debiera servir--pese a la insensibilidad del supremo poder político, instalado en la soberbia--la reunión cívica del 26 de febrero. Es importante--más aún: indispensable--acudir a este foro y mostrar ante el mundo, y sobre todo ante nosotros mismos, la voluntad democrática del pueblo de México.


NOTAS:
1 Se reproduce con la autorización del autor, publicado en la revista Siempre, el 25 de febrero de 2023.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero