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Nueva política criminal del siglo XXI

Publicado el 15 de marzo de 2023

Brandon Arturo Lemus Ramos
Especialista en Derechos Humanos
emaillemorten4010@gmail.com

twitter@Hagenrx

La política criminal mundial ha transitado del poder punitivo del antiguo régimen (dejar vivir, hacer morir) al biopoder moderno, humanista y burgués (hacer vivir, dejar morir); en este lapso, las garantías, respeto a la dignidad, compromiso con la igualdad, la preferencia a la reinserción y no al castigo, se idearon de lado para combatir ciertas emergencias como el terrorismo, el crimen organizado, y últimamente la pandemia de Covid-19; sin embargo, esto sólo generó la reacción de los globalistas y progresistas en cuanto a derechos humanos.

Por otro lado, la guerra abierta y de exterminio no es suficiente para resolver los problemas de inseguridad y delincuencia; para una certera reinserción y no castigo se requiere una socialización absoluta del modo de vivir dentro de los centros penitenciarios y cárceles, y para ello se debe civilizar a los grupos degenerados de la criminalidad dentro de las cárceles.

La socialización moderna conlleva la capitalización de la vida; sin entrar en discusión, es un hecho que el capitalismo se ha apoderado de la vida, el tiempo y la comunicación misma. Este fenómeno no va a parar, es parte de la naturaleza cuasi darwiniana de la realidad. La política criminal debe basarse en la lógica funcional del capital, este último por ser parte fundamental de la civilización.

La lógica del capital es la aceleración, y la aceleración es el proceso de retroalimentación positivo y que genera más crecimiento en oleadas positivas de retroalimentación positiva y así hasta el infinito. Aquí ya hablamos de una política criminal inspirada en la cibernética.

Un buen ejemplo y antecedente de esta nueva política criminal o neopositivismo cibernético sería la ejercitada en el país de El Salvador. El presidente Nayim Bukele ha instrumentado un Estado de excepción de combate contra los delincuentes organizados en pandillas, relativizando sus derechos humanos. Consumando acciones como privación de ropa, comida, obligando a destruir su simbología cultural, pero esto sólo ha sido el comienzo.

Bukele ha mandado construir una megacárcel revolucionaria que albergará una gran cantidad de criminales, con tecnología anti-escape que nos recuerda a prisiones de ciencia ficción con traspaso mortales ocultas, y sobre todo con una individualización de trabajo y vida propia de un campo de concentración, pues muchas condenas ya son de por vida. Esto ha generado un debate entre los teóricos y defensores de los derechos humanos, y también sobre los especialistas en cargas fiscales y eficiencia estatal.

La realidad es que el énfasis de Bukele en la máxima ética de que el trabajo los hará libres (es decir, los socializara) es un gran acierto. Las prisiones no sólo deben abrirse al capital y al modelo de la industrialización, sino que debe socializarse esto con base en el mundo productivo capitalista, es decir, deben ser verdaderas fábricas de ciudadanos.

Las prisiones deben ser construidas como circuitos proto-urbanos cerrados, donde los prisioneros sean un calco de los ciudadanos, deben existir clases sociales con su respectivo nivel de producción, sus normas y sus propias industrias y procesos internos. Esto generaría, sí o sí, una sociedad multinivel, las prisiones serían una sociedad dentro de una sociedad, una sociedad al nivel de los disfuncionales sociales.

Los presos que gocen de mayor capital podrían invertir en su propia ciudad junto con los privados exteriores, brindarán empleo, capitalizarán sus riquezas. Por otro lado, los presos proletariados trabajan para vender su fuerza de trabajo, ambas clases pagarían impuestos a la prisión, vaya que una parodia de la realidad fuera de la prisión. Las megaprisiones devienen en centros de socialización, donde se reproduce la forma de vida del exterior, pero con miras a una realidad para aquellas personas que por su peligrosidad tienden a poner en riesgo a las personas fuera de prisión.

No sabemos qué hubiera pensado Foucault de esta nueva forma de ejercer el poder punitivo, pero estamos seguros de que esta nueva visión de sociedad multinivel es más respetuosa que las actuales cárceles, no se basa en el odio y castigo, y más aún, hará de la socialización la libertad para los condenados criminales.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero