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Club Bilderberg y su operatividad en el sistema-mundo

Publicado el 24 de marzo de 2023

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Eduardo Daniel Vázquez Pérez
Doctorando en intervención en las organizaciones, Unidad Autónoma
Metropolitana (UAM); maestro en derecho con mención honorífica, por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); estancia en MacEwan
University, Alberta, Canadá; investigador visitante certificado por el Vicerrectorado
de Política Científica, investigación y doctorado de la Universidad Complutense de
Madrid, España (UCM); investigador visitante por la Facultad de Ciencias Sociales
y Jurídicas de la Universidad Carlos III de Madrid, España (UC3M)
email danielcarlos3madrid@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6845-8294

A nivel mundial, el poder de los Estados se ha visto superado por un sistema que ha predominado a lo largo y ancho de todo el mundo: el sistema capitalista. Con el cual la reconfiguración de la política y el sistema normativo cambia dinámica y constantemente con el fin de perpetuar instrumentos hegemónicos del poder al margen del derecho, que fungen como instrumentos de control para subordinar a las sociedades globales. No obstantes, las decisiones desde el sistema económico se determinan por parte de los miembros del Club Bilderberg.

Para dar inicio a profundidad sobre el tema que nos concierne es importante mencionar que la operatividad del poder no se da en acto, sino en potencia y, por lo tanto, la actuación de éste en la realidad social (Berger, 1995), no se supedita a un país del globo, sino a toda una estructura mediada por lo normativo a escala global; es decir, a una integración de diferentes países que se regulan jurídicamente para que el poder sea funcional a nivel internacional.

Ahora bien, es cierto que la teoría propuesta por el escritor lituano Daniel Estulin (2005), La verdadera historia del Club Bilderberg, es considerada una de las más conspirativas alrededor del mundo, también es verdad que sus postulados sí son compatibles al momento de trasladar la teoría con la práctica, desde al menos dos posturas metodológicas: la neomarxista (crítica) y la sistémica (funcional). En ese sentido, la importancia de analizar documentalmente el Club Bilderberg no solo consiste en identificar su papel en determinado momento de la historia (la de larga duración), sino comprender, también, que su actuación teleológica radica en la acumulación incesante de capital a costa de los menos favorecidos en este mundo.

Bajo esa perspectiva ideológica, Daniel Estulin (2005) alude al respecto lo siguiente:

Lo que pasa en el mundo no sucede por accidente: hay quienes se encargan de que ocurra. La mayor parte de las cuestiones nacionales o relativas al comercio están estrechamente dirigidas por los que tienen el dinero […] Los socios del Club Bilderberg deciden cuándo deben empezar las guerras (no en vano ganan dinero con todas ellas); cuánto deben durar (Nixon y Ford fueron defenestrados por acabar la guerra de Vietnam demasiado pronto); cuándo deben acabar (el Grupo había planificado el fin de las hostilidades para 1978) y quién debe participar […] Los miembros del Bilderberg «poseen» los bancos centrales y, por lo tanto, están en posición de determinar los tipos de interés, la disponibilidad del dinero, el precio del oro y qué países deben recibir qué préstamos. Simplemente moviendo dinero los socios del Bilderberg ganan miles de millones de dólares. ¡Su única ideología es la del dólar y su mayor pasión, el poder! (pp. 20-21).

En el mundo de la modernidad líquida (Bauman, 2015), o también llamado el mundo globalizado, existe una homologación de las culturas, de los países y, por supuesto, del sistema económico. Esta situación ha permitido la creación de arquitecturas normativas de carácter penal para sancionar a todos aquellos que estén desalineados a lo que dicta el poder, ya lo diría, incluso, Michel Foucault (2011) “el derecho es, pues, una manera reglamentada de hacer la guerra […] el derecho es, en consecuencia, la forma ritual de la guerra” (p.69). Muestra de ello, es la Convención de Viena de 1988 y la Convención de Palermo de 2000, las cuales buscan la protección de la ilicitud al margen del propio derecho, en la medida que la ilicitud otorga a determinados grupos de poder el privilegio de acumular capital a través de las infracciones jurídicas cometidas.

Es por ello que su injerencia en el mundo sigue vigente, en la medida que lo económico configura y reconfigura el funcionamiento, primeramente del sistema económico, el sistema político y el sistema social, para perpetuar acumulaciones estratosféricas de dinero para detentar el poder. Sin embargo, para concretar dichas actuaciones es fundamental mantener en crisis o shocks a la sociedad, tal como lo referiría Naomi Klein (2007) en su obra que lleva por título La doctrina del shock.

Tomando como punto de partida tales aseveraciones, se demuestra que el mundo no es otra cosa que la interconexión entre múltiples comunicaciones funcionales entre los países y sus relaciones estrictamente de poder. En consecuencia, el bien jurídico tutelado —desde el campo jurídico-penal— no es la vida, sino la protección de las dinámicas del poder económico trasnacional y, sea de esta manera, la única vía que posibilite la acumulación incesante de capital en favor de determinados grupos que detentan el ejercicio del poder a escala global.

Finalmente, es menester referir que los discursos emitidos por el ejercicio del poder, como son los del Club Bilderberg, se establecen como máxima verdad y, en su mayoría, se elevan a rango de normas jurídicas para someter y controlar a la sociedad. En consecuencia, desalinearse a los discursos emitidos por el ejercicio del poder —materializados a través de las normas jurídicas— fabrica enemigos, a los cuales, se les sanciona jurídicamente o se les da un tratamiento de excepción (de derecho penal del enemigo).


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero