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La historia del porvenir1

Publicado el 28 de marzo de 2023


Sergio García Ramírez

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email sgriijunam@gmail.com

Quien nos mira desde lejos, ajeno a la dinámica de la política mexicana, observó un Zócalo pletórico, colmado de vigorosas evocaciones y entusiasmo fervoroso. El cálculo oficial, siempre sesgado, pudo no serlo tanto esta vez, cuando aludió a quinientos mil ciudadanos que colmaron la plaza monumental y las calles aledañas. El observador externo que miró la muchedumbre, no sabe (aunque pueda imaginar) los medios que atrajeron semejante concentración, evocadora del pasado y aleccionadora sobre el porvenir.

La concentración del 18 de marzo se valió de todos los medios de los que puede echar mano el poder político: promesas, advertencias, recursos a granel. Y por lo pronto quiso ser--y fue--una respuesta a la enorme concentración del 26 de febrero, que concertó esperanzas y voluntades de millares de mexicanos, ajenos a la magia del poder. Pero a la “hora buena”, cada manifestante puede ser un votante que depositará su sufragio en la urna electoral. Todos contarán y entre todos resolverán. Lo sabe el caudillo. Lo deben saber quienes militan en las filas de enfrente: los militantes de opciones democráticas llamados a colmar las plazas, pero también las urnas del 2024. Lo deben saber, entender y prevenir.

No cuestiono la dignidad de los asistentes a estas manifestaciones. Todos y cada uno me merecen idéntico aprecio. Son mis conciudadanos. Por eso no hablo de manifestantes libres, que los hubo, ni de acarreados, que los hubo también. Sólo manifestantes, sólo ciudadanos, sólo mexicanos, todos atraídos por cierta convicción (movida desde donde se mueven las conciencias). En la concentración del 18 de marzo, que fue convocada para celebrar un hecho del pasado--que nos enorgullece--, se quiso promover (como se ha venido haciendo a lo largo de estos años) un hecho del futuro: palabras iniciales, rotundas, decisivas, de la historia del porvenir. Cierto que estuvo presente Lázaro Cárdenas, mexicano primordial, pero más lo estuvo el caudillo que pretende refundar la nación. Mirémoslo así: el pasado dio el motivo; el futuro previsible da la verdadera razón.

En 1938, un presidente patriota adoptó una decisión que marcaría la vida de México. En 2023, el caudillo voluntarioso marca el futuro con su propia versión sobre el camino y el destino de la nación: camino y destino que ese caudillo, diestro en la concentración del poder, dicta con férrea voluntad. El Zócalo se erigió en aula a la que acudieron millares de mexicanos para recibir, con docilidad, una detallada lección: la crónica del futuro, ilustrada con los datos del pasado.

Los empleados del caudillo informaron sobre la buena marcha de la política energética, punto de arranque de la celebración tradicional del 18 de marzo. Oímos cifras, referencias y predicciones que difieren, a fondo, de las que pueblan nuestra oscura realidad (inclusive la que proveyó Cuauhtémoc Cárdenas el mismo día, aunque en diverso foro). Y a partir de ahí se montó la cátedra de historia en el aula presidencial.

El presidente inició con un pase de lista que quiso destacar el carácter nacional de la concentración: cada entidad federativa desfiló con su nombre, sin salvedad. Si no hubo celebraciones locales--nos quiso decir el presidente--, la hubo nacional: aquí estuvieron los dirigentes y a este altar acudió la nación ilusionada para escuchar el informe sobre el presente y atender el oráculo del porvenir. Se reunieron tiempos y pronósticos bajo la bandera de la nación, izada a plena asta, como no lo estuvo el 26 de febrero, regateada por quienes tienen la potestad de izar y arriar bandera. La izaron esta vez. Estos, dotados de la posibilidad de manejar los símbolos patrios, concedieron a unos mexicanos lo que negaron a otros.

El caudillo se erigió en profesor de historia, colmada de advertencias y presagios. Detalló una página bien sabida de la crónica política: la decisión sobre el relevo presidencial de Lázaro Cárdenas, que operó hacia las manos de Manuel Ávila Camacho, no de Francisco Mújica, que parecía candidato natural y necesario para dar continuidad, sin fisuras, a la política del gran presidente Cárdenas. Los conservadores--dijo el caudillo--frustraron esa transición.

Pero hoy no habrá tropiezos sucesorios de aquel género, pareció asegurar el caudillo del 2023, resuelto a serlo del 2024. Se asegurará la continuidad. ¿Qué quiso decir, en presencia de centenares de millares de votantes potenciales y de un reducido número de aspirantes? No advertimos la dirección de su mirada, pero buscamos descifrar el proyecto de su corazón. Por lo pronto, apunta a una segura continuidad, con el poder real tras el poder formal.

Fue cauteloso el caudillo--y también claridoso--cuando aludió al escenario internacional. Hizo un extenso panegírico del presidente Franklin Roosevelt, que de pronto se convirtió en personaje descollante de la celebración del 18 de marzo. Las palabras del caudillo parecieron buscar la simpatía de su homólogo de hoy, ponderando la excelencia--y el respeto--de su equivalente de ayer. Cierto que el pueblo mexicano determinó, con fortaleza y solidaridad, la buena marcha de la expropiación, pero no menos cierto--ponderó el orador en la cátedra del Zócalo--que se contó con la buena voluntad de quien gobernaba la nación más poderosa del planeta. ¿Hoy como ayer?

Llama la atención--aunque no mucho--que el caudillo depositara el futuro de México en las manos de quienes podrían sucederlo bajo compromiso de continuidad. Los opositores no contarán con la menor oportunidad de ascender al poder, como puede ocurrir en las democracias maduras. Se hallan de antemano condenados a título de oligarcas y reaccionarios. De la condena se hizo cargo el discurso oficial, como su autor se hará cargo, en su hora, del triunfo electoral que asegure continuidad sin fisura ni matiz.

Concluyo como he concluido otras reflexiones sobre el mismo asunto: con honda preocupación por las expresiones de intolerancia, violencia, encono, que aparecieron--mejor dicho: reaparecieron--en el ánimo de los feligreses del caudillo. En las páginas de esta revista me he referido, con insistencia, a la siembra de vientos que el propio gobernante inició hace cuatro años, apenas desembarcado en la primera magistratura de la Nación. Esa siembra, que anuncia cosecha de tempestades, no ha cesado. Por el contrario, constituye uno de los datos más relevantes y significativos de un estilo personal de gobernar. En esta oportunidad, muestran las noticias propaladas en diversos medios, hubo quema de efigies y otras provocaciones. ¿Forman parte del futuro que anuncia, desde el presente, nuestro oráculo presidencial?


NOTAS:
1 Se reproduce con la autorización del autor, publicado en la revista Siempre, el 25 de marzo de 2023.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero