logo logo





¿Transfobia o defensa de los espacios propios?1

Publicado el 14 de abril de 2023


Luis de la Barreda Solórzano

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email lbarreda@unam.mx

En varios países del mundo, incluyendo el nuestro, cualquier persona, incluso si es menor de edad, tiene derecho, sólo solicitándolo y mediante un sencillo trámite, a que en su acta de nacimiento se modifique su género, es decir, que el masculino se vuelva femenino o el femenino se torne masculino, con el argumento de que esa es la identidad de género con que se identifica —identidad utopercibida— y no con el sexo que le fue asignado (preguntémonos quién se lo asignó) al nacer. Esa mudanza implica que el individuo al que se concede —y todas y todos tienen derecho a ello— se haga acreedor al trato que corresponde a su nuevo género.

Tribunales internacionales y cortes supremas, comisiones de derechos humanos, legisladores y autoridades administrativas —estas últimas acatando la ley o las resoluciones judiciales— concuerdan en que ese cambio, con las consecuencias que conlleva, es un derecho humano. Y el movimiento trans se ha encargado de presentar a quienes manifiestan su desacuerdo con algunas de esas consecuencias como transfóbicos, pues la expresión de su disentimiento, acusan, es un discurso de odio contra los transexuales, por lo que debe impedirse su difusión.

Bajo esa acusación se han saboteado publicaciones, conferencias, presentaciones de libros: un discurso de odio —sentencian los saboteadores— no tiene derecho a expresarse. Estamos ante una de las manifestaciones más exitosas de censura. Un éxito notable consistió en que el libro Cuando lo trans no es transgresor. Mentiras y peligros de la identidad de género, de Laura Lecuona, que iba a publicar Siglo XXI e iba a presentarse en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, no fuera publicado por esa editorial.

La obra tuvo que publicarse en edición de autora (pedidos a disentirnoesodio@gmail.com) después de que Siglo XXI decidiera posponer por tiempo indefinido su publicación, temerosos quienes tomaron esa decisión por las reacciones de quienes se oponían a que la obra se diera a luz, que habían amenazado con actos de violencia desde que se anunció la presentación.

Laura Lecuona expone los perjuicios y desventajas que la incursión de mujeres trans en sus espacios les ha infligido a las mujeres. Mujeres trans, con comportamientos típicamente masculinos —pues no es posible cambiar de sexo, el cual lo llevamos inscrito en todas nuestras células— y con pene (salvo individuos a los que se extirpó el órgano) exigen acceso a baños y vestidores de mujeres, la categoría femenina en los deportes, las cuotas de género en la política, los galardones creados para ellas, y demandan espacios en los refugios para mujeres víctimas de violencia doméstica, las salas de hospital y las cárceles de mujeres.

La conquista de esos espacios por las mujeres trans ha dado lugar, por ejemplo, a que violadores, después de ser condenados como tales, se declaren mujeres e ingresen a una prisión femenina o a un refugio para mujeres, y allí vuelvan a violar a una mujer; a que en los baños se lesionen la privacidad y la dignidad de las mujeres al verse obligadas a orinar o cambiarse el tampón ante la complacida mirada masculina; a que en sus vestidores tengan que desnudarse ante un hombre porque éste ha pronunciado el ábrete, sésamo: “ahora soy mujer”; a que las competencias deportivas femeniles hayan perdido competitividad al admitir a hombres transformados por su sola palabra en mujeres trans, pues, como todos sabemos, en promedio, los hombres tienen mayor fuerza muscular que las mujeres, son mucho más fuertes y más veloces, tienen una ventaja de 160% al golpear, mayor densidad ósea, corazón y pulmones más grandes que les dan mayor capacidad aeróbica, por todo lo cual han existido, desde siempre, categoría femenina y categoría masculina.

Apuntar lo anterior no supone, en modo alguno, que se odie o se desprecie a quienes dicen sentir que su género autopercibido no concuerda con su sexo biológico. Simplemente es advertir de las inadecuadas repercusiones de que los espacios tradicionalmente exclusivos de las mujeres dejen de serlo.

Otro de los aspectos sumamente inquietantes tratados por Laura Lecuona es el de las infancias trans. Pero, como se me acabó el espacio, ya lo veremos en una próxima ocasión.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Excelsior, el 13 de abril de 2023: https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/transfobia-o-defensa-de-los-espacios-propios/1581392

Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero