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El poder entre las mujeres ralámuli

Publicado el 14 de abril de 2023

Azul Cipactli Nieto Zaragoza
Licenciatura en etnología, Escuela Nacional de Antropología e Historia
emailazulcipa19@gmail.com

INTRODUCCIÓN

El siguiente texto se realiza con base en el análisis de datos de campo obtenidos mediante la observación participante —herramienta metodológica de la antropología social o etnología— en comunidades ralámuli (este término es equitativo a rarámuri, la única diferencia es que dentro de la pronunciación en dicho idioma son sustituidas las últimas dos “r” por “l”) al sureste de la Sierra Madre Occidental en el estado de Chihuahua; la temporada se realizó del 09 de diciembre de 2022 al 15 de enero de 2023. A pesar de que el objetivo central de la estadía radica en comprender las dinámicas sociales en el trabajo, me fue posible percibir la existencia de expresiones de poder entre las mukis (mujeres, al omitirse la “s” se habla en singular al igual que agregar “ra”), tiwes (niñas, al omitirse la”s” se habla en singular), towis (niños, al omitirse la “s” se habla en singular) y rijois (hombres, al omitirse la “s” se habla en singular) que rigen su cotidianidad y por consecuencia afectan en la división social del trabajo, así como la posición que ocupan dentro de la comunidad. No obstante, el dinamismo cultural en que se desarrollan las comunidades es extremadamente complejo ya que la era digital en la que viven estas personas así como la convivencia con diferentes grupos ha llevado a que se dinamicen y modifiquen las expresiones de poder que ejercen los ralámulis.

CONTEXTO GEOGRÁFICO

En las profundidades de la baja Tarahumara, en lo que sociopolíticamente conocemos como el estado de Chihuahua, se localizan diversas comunidades de mestizos (nacionales e internacionales), rancheros y ralámulis, en donde conviven en la vida cotidiana intercambian saberes, modos de vida e incluso productos de diversos orígenes que le dan vida a los lugares de Munérachi, Sorichique y Huisuchi, los cuales fungen como centros de intercambio económico, religioso y educativo, ya que tanto en Munérachi como en Huisuchi hay presencia de iglesias católicas y/o cristianas, escuelas albergue, núcleos domésticos, tiendas de abarrotes, clínicas —en el caso de Huisuchi—, programas como “Sembrando Vida”, así como campos de cultivo.

En el estado de Chihuahua el nombre del municipio al que pertenecen las comunidades queda ausente ya que dentro del estado se viven conflictos en la delimitación territorial entre Batopilas y Urique. Esta disputa afecta a las comunidades serranas ya que el abastecimiento de medicamentos en la comunidad queda a la deriva, así como los apoyos económicos.

Es por ello que estas convivencias promueven procesos de transculturación (proceso en el que una cultura adapta ciertos elementos de otras culturas, se apropia de ellas y modifica sus dinámicas para adherirla a su marco conceptual) alimentaria, económica, cosmogónica, tecnológica y lingüística, que alteran las formas de concebir las relaciones sociales entre los grupos étnicos que cohabitan los lugares ya mencionados.

ORGANIZACIÓN SOCIAL Y PODER

A pesar de las condiciones espaciales y los constantes procesos de cambio, en el interior de las comunidades ralámuli se mantiene la organización por medio de la división social del trabajo, la cual se construye de manera sexo/genérica el deber ser, las normas de comportamiento social así como los derechos que se obtienen por desempeñar ciertos roles, tener una determinada posición y edad dentro de la familia, es decir, aunque las tiwe o towi sustituyan la fuerza de trabajo de sus padres en el campo o en la recolección de madera, éstos no tienen el derecho de ingerir cerveza de maíz, pero sí pueden decidir hacer o no la tarea que generalmente realizaría un adulto. Es justo en este momento del desarrollo humano cuando los pequeños aprenden a ser ralámulis, ya que siempre son espectadores de todas las labores que se realizan para subsistir en la región, es por ello que tanto varones como féminas saben realizar de manera eficaz cualquier labor, desde cocinar, lavar trastos, cultivar, hasta recolectar, pero que en el día a día únicamente las realizan ciertos sectores de la familia, por lo que el trabajo se convierte en una interdependencia sexo/genérica que sustenta la vida cotidiana.

Este mismo proceso organizacional crea entre los individuos relaciones asimétricas donde el poder se otorga por la cantidad de derechos que obtenga un individuo por realizar un gran grueso de responsabilidades dentro del hogar, sin embargo, estas dinámicas asimétricas son circunstanciales y por consecuente dinámicas, es decir, a pesar de que los adolescentes no tengan el bagaje epistemológico o empírico de un adulto ralámuli, el hecho de tener una formación de secundaría o bachillerato le brinda el poder de realizar sumas o restas para el manejo del dinero con el cual se hace la compra de granos, agroquímicos o alimentos en especie, y que a comparación de un adulto con ausencia de este conocimiento no podría realizar de manera eficaz, sin contar que el uso de celulares e internet amplía el acceso a información por medio de YouTube o Google, ya que en algunos casos los adultos han podido crear piezas de herreria o reparar camionetas a través de tutoriales audiovisuales que se reproducen en dichas plataformas. Sin embargo, esta dinamicidad promueve que el líderazgo de la resolución de conflictos sea transitorio y no constante, por lo que el tiwe o towi continuará subordinado al dictamen de los adultos, pero esta misma situación con otros parámetros se repite entre personas del mismo sexo, con diferencia de edad y estatus social.

PODER, TIWE Y MUKI:

Dentro de la sociedad ralámuli la figura de la muki es esencial para sustentar la vida política del colectivo, ya que son ellas las encargadas de llevar a cabo la gestión de la alimentación, el corima —sistema económico que se basa en la reciprocidad—, el cultivo, la crianza y la recolección de plantas, frutos, raíces o leña. Pero no sólo resuelven estas necesidades diarias, sino que también parte de sus funciones radican en realizar las fiestas rituales para la semana santa, la carrera de bola o las de desgrane, ya que es gracias a la preparación de teswino (cerveza de maíz) y tepache (destilado de azúcar con levadura) que se generan lazos de compadrazgo para el trabajo colectivo, es decir, con base en las fiestas las personas desgranan maíz, ayudan a la quema del zacate, construyen casas o generan relaciones para que las personas apoyen en las labores del campo en tiempos de cultivo, pero no sólo de esta manera se crear lazos de amistad y se refuerzan las relaciones familiares, sino que también son espacios donde las casaderas pueden conocer o relacionarse con otros rijois en la misma situación social.

En este sentido los miembros del grupo dependen de las labores que realicen las mukiras de cada familia, lo cual les otorga un poder de persuasión a las personas más jóvenes, ya que es ella la que dictamina lo que hace falta, a dónde se irá a obtener y quiénes lo resolverán desde el espacio de la cocina al momento de preparar los primeros alimentos del día. Sin embargo, en algunos núcleos estas propuestas quedan latentes a la aceptación del rijoi mayor o incluso de los hijos adultos, existiendo así una subordinación entre mukis y rijois ya que generalmente son a los varones a quienes se les manda a realizar las tareas.

No obstante, esta no es la única expresión de poder que se transmite en la vida cotidiana ya que, como anteriormente se mencionó, existen relaciones de poder entre las mismas mukis por la gama de edad, conocimiento o estatus social, un claro ejemplo vive en la sujeta que tiene el conocimiento local —cuestión que empodera a las más adultas— ya que sin la transmisión por experiencia las más jóvenes no sabrían qué frutos o cactáceas se recolectan para la alimentación, el nombre de algunos objetos así como sus posibles usos para la sanación de enfermedades. Pero en esta segmentación ocurre un choque transcultural con las tiwe ya que al estar inmersas en el sistema educativo oficial —secundaria o preparatoria— estas se encargarán de enseñar y llevar el control de las cuentas dentro de sus hogares, promoviendo que la joven controle el ingreso del hogar; en otros casos, como en la organización del programa de sembrando vida, las tiwe con estudios de bachillerato terminado han llegado a ocupar los puestos de tesorero al momento de pagar a las familias su mensualidad, lo cual genera un estatus dentro de sus allegados ya que son ellas las que —al igual que las abuelas al momento de adentrarse al monte— poseen un conocimiento que les facilita la obtención de un objeto o incluso dinero. No obstante, las tiwe mayores de 15 años empiezan a laborar como jornaleras u obreras en alguna fábrica de Chihuahua, razón por la que desde muy jóvenes empiezan a tener ingresos que apoyan a la economía familiar y les da cierta libertad para compra de golosinas o soda, sin embargo, continúan subordinadas a las reglas de los adultos ya que su estatus social continúa siendo el de una tiwe y no de una mukira.

Cuestión que nos lleva a comprender cómo dentro del imaginario ralámuli la tiwe y muki son dos categorías diferentes que no sólo hablan de ciertos momentos en el desarrollo orgánico de la sujeta, sino que también diferencía el momento del crecimiento social ya que la categoría que se emplee refiere al estatus en el que esté viviendo la persona —en nuestro mundo lo conoceríamos como niña, mujer o mujer casada—, que a su vez describe el tipo de deberes y derechos que tiene la actuante, en otras palabras, las tareas que realizan las tiwes serán mínimas, como el cuidado de sus hermanos menores o mantener en movimiento la cuchara para que se hagan las palomitas, a diferencia de las más grandes o mukis, estas pueden negarse a realizar las tareas para después delegarla a las adultas, mientras que las mukis en proceso de liminalidad realizan obligatoriamente toda tarea doméstica y de cultivo con el beneficio de poder irse durante días con sus amigos, beber alcohol o buscar novio, pero a comparación de las mukis con núcleos establecidos se le brinda el privilegio de ser madre.

También podemos encontrar relaciones asimétricas entre adultas, como se visualiza en la alianza suegra-nuera, en donde siempre estará en subordinación la nuera en relación a la suegra debido al sentido de propiedad de la casa habitación, es por ello que en muchas ocasiones la suegra podrá delegar a la otra muki tareas como hacer los alimentos, acarrear el agua, cuidar la casa o coser, para que la suegra pueda realizar otras labores placebas para la mujer (éstas forman parte de los privilegios que puede tener una persona al delegar sus responsabilidades a otra mujer y así hacer valer los derechos que socialmente se le otorgan a un adulto mayor o cherame), como ir a recolectar sele y sotol para la creación de los wares —canastos—, visitar a los compadres o familiares, e incluso ir a hacer la recolecta de frutos, lo cual le garantiza que a su llegada la suegra pueda disfrutar de un descanso mientras se alimenta y toma café, sin embargo, cuando la suegra decide mantenerse en el hogar ella es quien prepara la comida mientras que la nuera prepara las tortillas y atiende al esposo. Es por ello que la cocina es un espacio donde el poder se jerarquiza por conveniencia de la más adulta pero, al mismo tiempo, permite observar que el poder puede ser compartido con otras ukis para hacer mucho más eficiente el trabajo doméstico mediante la jerarquización de las labores más importantes.

CONCLUSIÓN

El poder dentro de las comunidades ralámuli se ejerce de diversas maneras, aunque principalmente tiene una relación con el deber ser del imaginario local, pero los procesos de globalización han modificado las dinámicas del poder dentro de la comunidad, ya que ahora no sólo las adultas controlan las acciones de la otra igual por medio de conocimientos que solucionan la vida dentro de la ranchería, sino que estas le proporcionan a las mukiras nuevas formas de solucionar la vida mediante el uso del internet, las calculadoras o YouTube. Promoviendo que el conocimiento se altere así como el actuar de las mujeres dentro del mundo serrano.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero