Cerebros que emigran: juventudes científicas en vilo
Publicado el 31 de julio de 2023
Jordan Vladimir Tello Ibarra
Candidato a doctor en ciencias sociales
Universidad Autónoma de Nayarit
Vladimir.tello@uan.edu.mx
Robert Malthus sostenía que la población crecería de manera exponencial al grado de que llegaría el momento en que habría más personas que alimentos para sobrevivir. La teoría fue refutada.
De manera analógica la formación de científicos en México se ha acelerado en los últimos años, sin embargo los espacios laborales para dichos académicos no han incrementado, generando una contradicción entre la formación y la ocupación laboral. Lo anterior no se puede refutar porque no es una teoría, es una realidad que se traduce en una de las principales problemáticas de las políticas de ciencia y juventudes en México.
Desde las políticas de retención de capital humano científico-tecnológico, como el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del entonces CoNaCyT y programas de estímulos como el ProDeP, la élite académica en el país ha encontrado válvulas de escape para compensar con recursos extraordinarios los bajos salarios en las universidades públicas del país.
La reestructuración de las políticas científicas cada vez exige mayores indicadores para la renovación de las becas pues la competencia entre el reducido presupuesto implica una contienda de perfiles entre la producción de artículos científicos indexado, docencia en nivel superior y posgrado, dirección de tesis y divulgación del conocimiento con los más altos estándares.
Si bien el número de becas de posgrado ha incrementado cada año y así egresan miles de científicos y científicas jóvenes en espera de colocarse en espacios académicos para ejercer la profesión la corrupción y falta de transparencia en los concursos para la inserción laboral en universidades para ocupar los escasos números de vacantes, así como la exigencia de contar con reconocimientos como el SNI y publicaciones científicas de alto nivel, posicionan a las juventudes científicas en escenarios poco favorecedores para iniciar una carrera profesional a la luz de la seguridad social.
Las opciones viables después de una maestría son ingresar al doctorado y después del doctorado hacer una estancia posdoctoral, en ese trayecto científico las becas son una fuente de ingreso para sostener la vida, en otras palabras el talento científico es cobijado por programas de becas que se alejan de la Ley Federal del Trabajo; la formación científica que puede durar en promedio hasta 8 años (de maestría a posdoctorado) se dibuja en una línea de trabajo demandante de dedicación exclusiva y ausente a las prestaciones laborales de ley, principalmente programas para vivienda y antigüedad para el retiro.
Lo anterior expuesto justifica el porqué cada año se van del país miles de científicos para encontrar oportunidades labores en el extranjero a través de proyectos con financiamiento e infraestructura adecuada para desempeñar labores académicas con salarios competitivos y con las condiciones que elevan la calidad de vida de becarios (científicos) egresados del país. México ha diagnosticado el problema y ante ello ha impulsado los programas de Política de Retorno y Repatriación.
Hay un ciclo vicioso en esa dinámica: se forman, se quedan sin opciones viables, se van y luego se les invita a regresar. Si el país invierte millones de pesos en la formación de científicos debe desarrollar a la par políticas para que los conocimientos sean anclados a los programas nacionales estratégicos, bolsas de trabajo competitivas y vincular a las universidades con el sector público y privado sin las fobias del discurso neoliberal.
Las becas del CONACYT para la manutención deben dejar de ser un paliativo para la precarización de la vida de la comunidad científica que se está formando en el país; hay una pequeña línea entre el gasto y la inversión: es una inversión cuando se capitalizan los talentos humanos y se aplica el conocimiento en la innovación tecnológica o diseño de programas para el diagnóstico-intervención de problemas públicos, es un gasto cuando los cerebros emigran y cuando se dejan en el naufragio de la precarización laboral. La política de ciencia no es sólo asignar presupuestos, es aprovechar los conocimientos e insertar a los talentos científicos en los espacios de mayor idoneidad. Es una política de Estado, no una condición de “echarle ganas”. Sin ello, las juventudes científicas seguirán en vilo.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero