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Acumulación originaria vigente. El caso de Ixil, Yucatán, y la participación
como respuesta y defensa del territorio

Publicado el 22 de agosto de 2023

Cielo María Ávila López
Profesora e investigadora invitada en el Centro de Investigaciones Jurídicas (CIJ)
de la Universidad Autónoma de Campeche (UACAM), posdoctorante del Consejo
Nacional de Humanidades Ciencia y Tecnología (CoNaHCyT), y miembro del
Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNI).
emailcieloavlo@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2428-5712

José Israel Herrera
Profesor e investigador titular en el CIJ de la UACAM y miembro del SNI
emailjiherrer@uacam.mx
https://orcid.org/0000-0001-6961-8958


El día jueves 17 de agosto de los corrientes, a primeras horas de la mañana precedidas por el vuelo de drones y vehículos externos a la comunidad, un pelotón policiaco de un estimado de 200 a 300 integrantes irrumpió y cercó el paso a las tierras de uso común en donde la población de Ixil se dedica al cultivo y cría de animales, prácticas que forman parte de sus modos tradicionales de vida ligadas a su territorio, como ha sido manifestado por la propia comunidad: “Vivimos de la tierra… la tierra hay que cuidarla te da de comer, el dinero no. El futuro de Ixil depende de nosotros” (integrante de la comunidad de Ixil).

Este intento de despojo de aproximadamente 320 hectáreas de tierras comunales busca beneficiar a empresarios terratenientes para realizar desarrollos inmobiliarios en la zona, práctica que ha resultado reiterada en los últimos años en Yucatán junto con la especulación de tierras y el acelerado incremento de complejos inmobiliarios y lotes de inversión, para muestra basta mirar lo que ha sucedido con sitios como Conkal, Cholul y Dzityá, por nombrar algunos, en donde el crecimiento urbano ha desplazado a las comunidades y desaparecido los ejidos.

La acumulación originaria o primitiva del capitalismo consistente en la apropiación violenta y por la fuerza de territorios, junto con los recursos naturales y vidas humanas ahí presentes, ocurrida durante el colonialismo (Galafassi, 2009; Harvey, 2004), se encuentra más vigente que nunca y el municipio de Ixil, Yucatán, es prueba de ello. La población de Ixil es testigo de cómo mediante el despojo de sus tierras con violencia y la continua presencia de cuerpos policiacos, que se traduce en intimidación, se le pretende separar de sus modos de vida ligados al manejo del entorno natural, lo cual ejemplifica la validez actual que tiene la acumulación originaria. Al respecto, en asambleas comunitarias se externó: “[s]on terrenos que siempre hemos estado trabajando y no están abandonados… la policía dijo vamos con todo, entramos porque entramos… dónde estamos nosotros para defender lo nuestro, si nos unimos y nos ponemos de acuerdo ganamos” (integrante de la comunidad de Ixil).

Siguiendo la teoría o modelo de los tres poderes o partes (Toledo, 2019), lo aquí descrito es posible gracias a que el poder político representado por el gobierno facilita al poder económico constituido por empresarios, las condiciones que favorecen a sus intereses privados, para lograr la obtención de ganancias mediante el negocio inmobiliario a costa del poder social, en este caso conformado por la comunidad de Ixil, que en la ecuación se vuelve dadora de espacio y territorio del cual ha subsistido, para la realización de dichos negocios. Además, el metapoder de la información, conocido también como el cuarto poder, ha jugado un papel clave, pues ha sido omiso en la difusión de este conflicto socioambiental y su relevancia a la sociedad en general, pretendiendo con este silencio que la situación pase desapercibida y/o caiga en el olvido y la indiferencia de la gente.

No obstante, la comunidad de Ixil también es muestra de la fuerza y resistencia que puede llegar a tener el poder social, ya que ha reaccionado en protestas, resistencias y luchas por su territorio y recursos naturales, para lo cual se organiza de forma independiente y autónoma, buscando medios de defensa y acuerdos construidos y tomados desde el consenso comunitario para hacer frente a la fuerza desbocada del poder económico. Esto hace recordar, el poder e impulso que adquiere la participación, para construir políticas de abajo hacia arriba, en consonancia con la realidad y contexto inmediato de las poblaciones.

Por ende, ante la presencia de proyectos a ser implementados en territorios ocupados ancestralmente por poblaciones indígenas, como en el caso de la industria inmobiliaria que pretende realizarse en Ixil, y en virtud de la composición pluricultural del país reconocida en el artículo 2o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, junto con lo estipulado en tratados internacionales sobre derechos de los pueblos indígenas, como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, es menester garantizar su derecho de participación a fin de conocer sus intereses, necesidades, consensos y disensos en torno a dichos proyectos, pues de lo contrario se excluye a la población, dando pie a conflictos socioambientales como el aquí descrito.

De ahí la importancia de los movimientos de defensa ambiental que fortalecen el tejido social, para hacer frente a proyectos que como los inmobiliarios transforman al territorio y atentan contra la naturaleza, la cultura y la historia de las comunidades. La defensa del territorio teniendo como elemento clave, la participación, unión y colaboración han estado presentes en los argumentos de la población de Ixil: “[a]horita tenemos que estar unidos… todo eso nos va a afectar a todos, gente de fuera va a llegar, todo va a estar más caro…” (integrante de la comunidad de Ixil), “[q]ue nos organicemos bien y que defendamos nuestro derecho a la tierra que estamos trabajando…” (integrante de la comunidad de Ixil).

Lo anterior, remite a lo postulado sobre la participación por parte de Elinor Ostrom (2010) que, parafraseando, refiere a que ha sido ignorado el potencial de la participación sobre lo que es capaz de hacer y su importancia real de las personas involucradas, por lo que la política pública debe tener como finalidad medular facilitar el desarrollo de instituciones que saquen lo mejor de los seres humanos. En el caso de Ixil, el mantener la resistencia formada por la comunidad para la defensa de las amenazas a su territorio será clave junto con la participación y la toma de decisiones colectivas para liberarlo de proyectos que pretenden su transformación y con ello la de sus modos tradicionales de vida.

I. REFERENCIAS

GALAFASSI, G. (2009). “La predación de la naturaleza y el territorio como acumulación”. Revista Herramienta, 42, 63-75.

HARVEY, D. (2004). El nuevo imperalismo. Akal.

OSTROM, E. (2010). “Más allá de los mercados y los estados: gobernanza policéntrica de sistemas económicos complejos”. Revisión económica estadounidense, 100 (3), 641-672.

TOLEDO, V. M. (2019). Los civilizionarios. Repensar la modernidad desde la ecología política. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad y Juan Pablos Editor.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero