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Administración científica

Publicado el 22 de agosto de 2023

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Eduardo Daniel Vázquez Pérez
Maestro en Derecho, con mención honorífica por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM);
Doctorando del Posgrado en Intervención en las
Organizaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM), Unidad Azcapotzalco; investigador certificado por el
Vicerrectorado de Política Científica, Investigación y Doctorado
de la Universidad Complutense de Madrid, España (UCM);
Investigador certificado por la Facultad de Ciencias Sociales y
Jurídicas de la Universidad Carlos III de Madrid, España
(UC3M).
email al2231800572@azc.uam.mx


El estudio de la administración no está sujeto a manuales o recetarios que indiquen cuáles son los pasos por seguir para su efectiva operatividad y, por ende, su respectivo funcionamiento. Es por ello que, desde la perspectiva sistemática que aborda Frederick Winslow Taylor (1856-1915), la administración requiere de una reingeniería, o dicho con palabras, del ingeniero mecánico estadounidense, una revolución mental no sólo con sus operadores ubicados en posiciones directivas, sino también del sector trabajador, para que sea a partir del superávit —la complicidad entre directivos y la clase trabajadora, en el ejercicio de sus respectivas facultades— quienes estén beneficiados mutuamente de los frutos que otorga la administración, de tal manera que se eviten conflagraciones por las disparidades entre los sectores expuestos.

La complicidad de este binomio directivos-trabajadores también indica el cambio de paradigma que debe abordarse urgentemente en la administración, a saber, qué se tiene que superar el aspecto positivo y diferenciado en que se fue edificando para trasladarse a una visión sistemática que permita encontrar roturas o áreas de oportunidad en el interior de la administración con el fin de crear un sistema de poder colaboración horizontal y no jerarquizado, en el que ambas partes tengan la oportunidad de desempeñar adecuadamente sus roles en el sistema administrativo.

Siguiendo ese orden de ideas, el desempeño de las funciones en la administración de los sectores directivo y trabajador —desde la cientificidad para la maximización de la productividad— han otorgado a sus trabajadores mejoras relativas con las condiciones y oportunidades de subsistencia, no sólo para sí, sino también para con los suyos. Sin embargo, en la empresa la distribución inequitativa entre directivos y trabajadores ha propiciado el decrecimiento de la clase trabajadora, dado que incrementa la productividad —para beneficio de los directivos— sin una ampliación en cuanto al salario para sus trabajadores. Esta situación que refiere Frederick W. Taylor pone en crisis a las empresas y su capacidad de gestión administrativa por parte de los directivos ya que afecta directamente el binomio directivos-trabajadores por lo siguiente:

a. Frente a la carencia de trabajadores no existe productividad.

b. Ante la no productividad no se generan ganancias.

c. Al no haber ganancias se afecta directamente al sector directivo y, en consecuencia, también al trabajador. Esto es, si no hay ganancias tampoco hay salarios para la remuneración de la fuerza de trabajo.

Luego, entonces, mediante esta óptica de la administración científica Frederick Winslow Taylor (1856-1915) propone las posteriores premisas que deben tomarse en cuenta para hacer frente a las vicisitudes que resultan de la configuración de la empresa en un contexto sociocultural que es totalmente dinámico:

a. Organización del trabajo. Hace referencia a las actividades que tienen que ser ejecutadas por el administrador con el objeto de implementar mecanismos y/o herramientas para eficientizar el trabajo.

b. Selección y entrenamiento del trabajador. Este principio es de carácter estratégico en virtud que es el administrador el que debe ubicar a los trabajadores en posiciones claves para que el desempeño de la actividad laboral. La ejecución de la selección y el entrenamiento del trabajador permite, simultáneamente, la capacitación constante del sector trabajador.

c. Cooperación y remuneración en cuanto al rendimiento de forma individual. Esta premisa gira en torno a los intereses del binomio directivos-trabajadores para que sea a partir de la eficacia y la eficiencia, que la producción habida en la empresa favorezca a los sectores en comento. De esta forma es posible la remuneración justa de la fuerza de trabajo, en la medida que evita el desplazamiento del personal, permitiendo, también, la generación de ganancias para el debido pago de los trabajadores de la empresa.

d. Responsabilidad y especialización del sector directivo para la planeación del trabajo. Se refiere a que son los agentes directivos quienes tienen la obligación de dividir los puestos de la empresa, para hacer eficiente el trabajo, tomando en cuenta las capacidades de cada uno de los agentes operativos para que haya maximización de la producción, pero también incremento en cuanto a las ganancias para los directivos y el sector trabajador.

Por otro lado, otra perspectiva importante sobre la administración —aunque con una postura diferente a la Taylor— la menciona el economista Antonio Barba Álvarez, quien alude que han existido una serie de confusiones con respecto de la Administración, la Teoría de la Organización y los Estudios Organizacionales, toda vez que, en la Universidad Autónoma Metropolitana, tanto a nivel licenciatura como posgrado, se han empleado como sinónimos sin tomar en cuenta que la diferencia de cada disciplina yace en el objeto. Esta situación de homologación de las disciplinas científicas ha propiciado una crisis de identidad y, en consecuencia, en la ciencia de los campos de conocimiento referidos.

Por ejemplo, la administración es producto de la sociedad sumergida en la realidad neoliberal para la producción y la acumulación incesante de capital de la industria (por supuesto, con sus respectivas configuraciones para enfrentar los nuevos desafíos que se presentan en la modernidad capitalista, por lo que se puede afirmar que hay una racionalización de los medios y modos de producción desde el siglo XVIII con la Primera Revolución Industrial), pero no es una práctica de índole social, debido a que encamina nuevas formas de organización en pro de la empresa.

En cuanto a la teoría de la organización se marca una rotura porque ya no es pragmática, sino positiva a consecuencia que esta disciplina científica cuantifica los hechos sociales. En ese sentido, se toma en consideración la organización de las relaciones humanas, la toma de decisiones y el paradigma sistemático abierto y cerrado al entorno, en el que el sujeto es meramente una herramienta conductora para el cumplimiento de propósitos. En otras palabras, la teoría de la organización apunta que las organizaciones —si se puede decir de esta forma— son un cúmulo de elementos operativamente coordinados que actúan teleológicamente para beneficio de los gestores de la administración.

Por su parte, los Estudios Organizacionales se enfocan en el análisis crítico sobre el cómo funcionan y, a la par, se encuentran limitadas las organizaciones a consecuencia de sus estructuras constitutivas, permitiendo el nacimiento de una serie de problemáticas que se relacionan con la posmodernidad y afectando directamente al entramado social. Derivado de ello, que los Estudios Organizacionales estén interesados en nuevas formas de organización mediante los análisis cualitativos —interpretativos—, de tal suerte que se permita la comprensión fenomenológica de los comportamientos sociales en el interior de las organizaciones.

Por otro lado, Omar Aktouk y Tirso Suárez indican puntualmente en su trabajo conjunto, intitulado De la mano invisible a la organización racional del trabajo, que el pensamiento administrativo se ha regido por las premisas teóricas de Adam Smith, Charles Babbage y Frederick Taylor, principalmente en occidente. A pesar de que cada autor tiene propuestas diferentes los puntos de encuentro radican, primero, en la división y especialización del trabajo y, segundo, la asignación de tareas en la empresa, con el propósito de que ambas aportaciones se puedan justificar bajo la idea de que los roles asignados en el interior de la organización administrativa tienen por finalidad generar productividad para satisfacer las necesidades de sus agentes, tanto directivos como trabajadores.

I. Adam Smith: la idea de la mano invisible es una metáfora que permite explicar el funcionamiento de las organizaciones para la generación de capital, para unos cuantos y no de forma colectiva. Por lo tanto, la mano invisible es el mecanismo que permite llevar a cabo los intercambios para el cumplimiento de intereses de índole económico, pero también es la generadora de la pobreza para la mayoría de los sectores en la dinámica del libre mercado. En consecuencia, la libre competencia hace que la generación de la riqueza no pueda llevarse de forma adecuada.

II. Charles Babbage: la propuesta de este economista es un puente entre Smith y Taylor. En su actividad como profesor de matemáticas propuso un principio que tenía por finalidad bajar el costo por conducto de la reducción de los salarios pagados para la generación de la productividad, este objetivo, de acuerdo con Babbage, se podía cumplir a través de la división del trabajo. Igualmente, planteó que en el sistema manufacturero de debía adquirir lo necesario y no más, es decir, la manufactura tenía que ser exacta para que el trabajo se pagara en menor cantidad, ya que el adquirir enormes capacidades es un costo enorme para los empresarios.

III. Frederick Taylor: la propuesta de la llamada administración científica de Taylor no se enfoca a la solución de los problemas suscitados en las empresas, sino a la generación de disparidades en el interior de esta a partir de la multiplicación de las empresas. Las crisis presentadas en las empresas son el resultado de la baja productividad del sector trabajador en la medida que tienen altos niveles de flojera, la cual se divide en: 1) flojera natural (instinto) y 2) flojera sistemática (por los entes sociales que se encuentran en el mismo trabajo). Los niveles de flojera son consecuencia del conflicto permanente entre empresarios y trabajadores por no conseguir el objetivo científico.

Otra visión de la investigación científica es la planteada por el también economista, Benjamin Coriat, quien a partir de su introducción, que lleva por título La sensación del alma, pone el ejemplo de una persona interesada en regresar al taller en el que entró a trabajar con anterioridad como hilador, el cual abandonó por alrededor de 10 años, pero regresó y se percató que la fábrica había sufrido una transformación al puro estilo americano. Es precisamente allí cuando refiere que el cronómetro ha entrado en el taller, dando a entender que en la época contemporánea los procesos de innovación fueron realizados por la revolución humana, pero que fue gracias a las manos de hombres y mujeres que trabajaron de forma clásica en la fábrica en la época moderna, en donde se cimentaron las bases para la transformación de la fábrica.

En ese tenor, el cronómetro en el taller indica las dimensiones en que se encuentra inmersa la fábrica, esto es que existe ahora una secuencia de nuevas formas relaciones productivas diferenciadas por clases. En consecuencia, el cronometro es un instrumento del poder para la manipulación y el control del trabajo con el que disipan las formas de organización obrera. Sin embargo, ese momento de crisis fue el que dio la oportunidad de nacimiento a las organizaciones obreras, no especializadas, para que estuvieran protegidas por los sindicatos.

De igual forma, en el capítulo I titulado “La manufactura y el oficio”, el autor hace mención sobre Taylor y su objeto a eliminar la flojera en los trabajadores,en virtud que la clase obrera de oficio es la materia prima de la empresa y, por lo tanto, no puede permitirse su emigración. Los obreros son la fuerza de la empresa y es casi imposible que se sustituyan generaciones de trabajadores en la empresa, además, que la maquinaria podía perfeccionarse en un año, dado que ellos eran los poseedores del secreto: cómo funcionaba la maquinaria para trasladársela a otro suyo (descendencia).

El implemento del oficio especializado por la Asociación Estadounidense para la Legislación Laboral desplazó una serie de trabajadores porque lo que buscaba era la eficiencia en la fábrica. Este carácter de especialización para la gestión del trabajo garantiza la vigencia del Principio de Manufactura Moderna para:

1) reducción de costos de fabricación;

2) aumento del ritmo productivo;

3) reivindica la lucha de la clase obrera, y

4) lucha contra la insubordinación y la indisciplina obrera. Esto evidencia que el oficio estaba en contra de los obreros de oficio.

También, en el capítulo dos que lleva por nombre “La norma y el cronómetro”, indica el autor que el oficio está determinado por el conocimiento que se tenga de él por el manejo de los medios de producción. Dicho lo cual, significa que si se tiene control y dominio sobre los medios de producción también se tiene dominio y control sobre el tiempo de la producción misma por intermedio de leyes y normas. Esta situación propicia dos severas problemáticas:

1. La escasez de trabajadores con oficio y

2. La expropiación de la clase obrera no especializada ante la carencia de no tener conocimiento sobre el trabajo industrial, lo que permite que los obreros no hagan resistencia a los empresarios.

El trabajo no especializado permite el incremento de la producción de trabajo a efectos de perpetuar la acumulación incesante de capital.

En su capítulo tercero, “La cadena”, se hace mención sobre el capital económico y su sueño que es la persistencia de las cadenas económicas a través de todos los sistemas de organización del trabajo obrero. En su contenido de este apartado se hace una crítica a la empresa automotriz desde la óptica de Louis Renault a la empresa automotriz Renault con respecto a la fabricación de piezas, en donde se indica lo siguiente:

1) la primera función es la fijar la circulación de las piezas para con los trabajadores de la empresa, de tal suerte que los obreros quedan aprehendidos a los puestos de trabajo, y

2) la segunda función es, la mecanización del trabajo para que la producción en cadena sea efectiva.

Por su parte, la operatividad según la postura de Henry Ford aseveró que la producción en serie lo que busca es la eliminación de los espacios de no productividad para generar más y más productividad. Igualmente, consideró que es con ayuda del maquinismo que puede concretarse la especialización del trabajo para generar transformaciones en las fábricas.

Luego entonces, para finalizar la última visión respecto de las organizaciones y su estudio, se retoma la postura de Eduardo Ibarra y Luis Montaño, con el Mito y el Poder, aparado en el que aborda que en el interior de las empresas hay estructuras y procedimientos que dictan las reglas del juego, sin embargo, su creación de estas condicionantes se supedita a las relaciones del ejercicio del poder y su interacción cibernética con el poder económico para legitimar la multiplicidad de las disparidades económicas y sociales.

En esta concepción teórica se resalta la importancia de las teorías pero con el entendimiento histórico en que se desarrollaron, esto significa que las propuestas teórico-metodológicas para el análisis de las organizaciones en un espacio-tiempo determinados no son exactos, sino aproximaciones que permiten tener un mayor acercamiento con respecto del objeto de estudio —que sufre modificaciones ante el dinamismo de las transformaciones sociales— por lo que puede ser de carácter multidisciplinario.

Con base en lo referido, el funcionamiento de la empresa sólo cumple con normativismos y procedimientos técnicos generales (sus políticas internas), pero que igualmente fungen como instrumentos racionalizados por sus agentes con el propósito de disciplinar y vigilar al sector trabajador para que sean funcionales y operativos en dicho ente administrativo prometedor de la prosperidad equitativa.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Karla Beatriz Templos Nuñez