Encuestas como instrumentos para la selección de candidatos por parte de los partidos políticos: ¿positivas o negativas?

Publicado el 24 de abril de 2012

Mariela Díaz Sandoval, doctora en Ciencias Sociales, FLACSO
mariela.diaz@flacso.edu.mx
Alberto Espejel Espinoza, maestro en Ciencias Sociales, FLACSO alberto.espejel.espinoza@gmail.com

A partir del año 2000 ha sido cada vez más común que los partidos políticos opten por las encuestas como método de selección de sus candidatos a algún cargo popular. Así, normalmente se argumenta que las encuestas tienen efectos positivos en términos de democracia, ya que se consulta a los electores y se les empodera, vinculándolos de mejor forma con los partidos políticos, creando, además, un vínculo armónico más allá del momento electoral constitucional. Ante este hecho surge la necesidad de discutir los posibles aspectos negativos y positivos que puede abrazar esta práctica.

Resaltan, al menos, dos aspectos positivos en la utilización de las encuestas como un método para la selección de candidatos: 1) generan un acercamiento entre partidos políticos y electores, y 2) evitan conflictos al interior de los partidos políticos. En cuanto al primer punto se ha indicado que al preguntar a los electores sobre sus preferencias en torno a quién quiere que los gobierne o represente en el Legislativo, se logra crear un vínculo armonioso entre posibles electores y partido. Atendiendo a la crisis de legitimidad de los partidos que comúnmente son vistos como organizaciones cerradas con una estructura vertical y clientelar, se plantea que las encuestas abren el espacio de decisión a una parte representativa del electorado. Así, un hecho de suma relevancia como la selección de candidatos al interior de los partidos, puede ser revestido de una mayor legitimidad por una gran parte de los electores.

El segundo aspecto positivo que se resalta es que en partidos con un grado alto de conflictos internos y en los que, por ende, no se suelen dirimir las diferencias entre sus grupos o corrientes por vías institucionales, la encuesta puede ser un instrumento que evite las fisuras, salidas o conflictos. En este sentido, por medio de la encuesta, la decisión no queda en manos de la militancia o clientelas de los grupos que al interior del partido rivalizan por las candidaturas. Este argumento ha sido comúnmente utilizado en el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México.

Ahora bien, como aspectos negativos habría que resaltar las siguientes cuestiones: 1) excesivo gasto en publicidad; 2) contaminación, y 3) desprecio por la militancia y el programa. Respecto al primer punto salta a la vista la gran cantidad de publicidad que se despliega, tanto a través de comerciales en radio y televisión, como en espectaculares y cárteles colocados en la vía pública. Este hecho nos lleva a cuestionarnos de dónde provienen los recursos económicos empleados para generar dicha publicidad. La fiscalización de los recursos empleados en este tipo de publicidad escapa a la fiscalización. El riesgo es enorme porque el financiamiento puede provenir de vías ilegales, tal es el caso del crimen organizado, empresarios, así como de la malversación de recursos públicos. Los dos primeros casos suponen compromisos contraídos por los candidatos para llevar acciones de gobierno en beneficio de quienes financian la publicidad, primero en la elección interna y luego en la constitucional. Basta recordar los famosos videos escándalos protagonizados en 2004 por el PRD y el empresario Carlos Ahumada. Este hecho como un presumible ejemplo de compromisos contraídos de parte de los precandidatos hacia el empresario. Algo similar puede suceder en el financiamiento de precampañas que se diriman en una encuesta. Finalmente triunfará el que tenga mayor publicidad y no el que posea un mejor programa. De manera similar, el segundo caso tiene implicaciones graves, pues supone actos ilegales de quienes están en funciones de gobierno. Peor aún sería si los compromisos se hiciesen con el crimen organizado.

En cuanto al segundo punto es evidente la gran cantidad de basura electoral que infesta las calles y avenidas. No habría que decir mucho al respecto, sólo que se trata de un claro ejemplo de contaminación visual y física. Diariamente los individuos estamos expuestos a grandes cantidades de información a las que se agrega la publicidad electoral cuyo fin es el cesto de basura. El plástico, material del que está compuesta la mayor parte de la propaganda electoral, y su complicado proceso de degradación generan problemas ambientales demasiado graves.

Respecto al tercer punto negativo, por un lado, se plantea que al preguntar a la ciudadanía se desprecia a la militancia. Esto coloca el debate en torno a para qué sirve un partido político. Un partido es una organización de miembros voluntarios. A la vez recibe dinero público y ejerce funciones de gobierno. He ahí el dilema irresoluble. Saber qué importa más, si la militancia que constituye al partido o los ciudadanos que son a quienes gobernará el partido es un tema interminable. Quizá la solución estribe en que quienes deban decidir sobre candidato del partido sea realmente la militancia y quien decida sobre el posible gobernante sea la ciudadanía, lo cual es bastante complicado porque los dirigentes difícilmente dejarán la primera decisión a la militancia. Este hecho sin duda ha generado un debate con respecto a la militancia. Esto es, los militantes son sujetos con derechos o clientelas que sirven al mejor postor.

Aunado a esto, al preferir un método de selección con base en la encuesta se ha planteado que se tiende a reducir la importancia del programa o plataforma política del partido, pues las campañas pasan a ser una suerte de ofertas breves sin contenido o proyecto político que guíe el ideario de cada partido. Sin duda, el tema tiene que ver con las nuevas formas de comunicación política por parte de los partidos hacia la ciudadanía y no es exclusivo de la elección por encuesta, por lo cual el tema invita a encontrar novedosas formas de transmitir los mensajes sin perder aquello que en teoría diferencia a los partidos políticos entre sí: su programa de acción.

Finalmente, lo que nos muestran estos posibles efectos (positivos y negativos) es que el contexto importa. Extrapolando el argumento, Nohlen y quienes siguen su agenda de investigación, recientemente han planteado que el contexto es crucial para implementar reformas y también para el funcionamiento de las instituciones. En el caso de la implementación de las encuestas, el contexto condicionará en buena medida que prevalezca lo positivo o lo negativo. Por ende, es probable que en partidos fraccionados o conflictivos al interior la encuesta sea una buena forma de solventar el riesgo de fisuras. Igualmente es probable que en contextos donde la corrupción y la ausencia de fiscalización sean la regla, el financiamiento (en publicidad) esté comprometido a favores en las funciones de gobierno. Por tanto, es necesario discutir a fondo la funcionalidad de las encuestas para el partido, los electores y el régimen político (poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) en su conjunto.