De anulistas y abstencionistas

Publicado el 04 de junio de 2012

Mariela Díaz Sandoval, Doctora en Ciencias Sociales, mariela.diaz@flacso.edu.mx y
Alberto Espejel Espinoza, Maestro en Ciencias Sociales
alberto.espejel.espinoz@gmail.com

En las redes sociales existe un movimiento de internatutas que plantean anular o abstenerse de votar. Se esgrime que los partidos “no nos representan” y que “todos son iguales”. Ante esta argumentación cabe resaltar un par de cuestiones que parecen dejar de lado las actitudes de rechazo, que no de apatía, de anulistas y abstencionistas: los partidos siguen convocando y movilizando el voto y, nos guste o no, alguien va a gobernar México y es ahí donde podemos palpar las diferencias.

Es conocido el argumento de que los partidos están en crisis porque sufren de baja credibilidad, cualquier encuesta seria sobre instituciones los coloca en los últimos lugares. Basta ver la Encuesta Nacional de Cultura Política en México en la cual no superan el 20% de credibilidad. De esta ausencia de credibilidad se esgrime que los partidos están en crisis; sufren una crisis de legitimidad es la sentencia que normalmente se abraza. Dicha crisis se daba pues los partidos ya no lograban representar a cierto electorado, ni aglutinar demandas, ni mucho menos plantear propuestas claras, antes bien eran centristas.

Este argumento de la “crisis” dio lugar a una gran cantidad de literatura referida al tema. Algunos integrantes aventurados de la vertiente declinist que estudió a los partidos políticos plantearon la eminente sustitución de los partidos por movimientos sociales los cuales sí habrían logrado aglutinar demandas y representar segmentos de la sociedad. Lo cierto es que esto no fue así.

De ahí que no tardara en surgir otra literatura llamada revivalist la cual planteaba que a diferencia de lo planteado por los declinist los partidos siguen más vivos que nunca. Nos guste o no siguen atrayendo personas, sus padrones no han disminuido de los noventa para acá; siguen movilizando votos, pues la gente no ha decidido masivamente anular o abstenerse de votar, prueba de ello fue la elección de 2009 en México en donde siendo optimistas un 4.4% de personas anuló intencionalmente su voto, mientras que un 95.6% votó; por si fuera poco hoy más que nunca tienen un presupuesto público muy grande que utilizan para sus estrategias electorales. En suma, siguen vivos, gozan de financiamiento público, sus padrones han ido creciendo y siguen consiguiendo votos en los procesos electorales. No podemos defender la tesis que vaticinaba su muerte, nos guste o no.

Incluso considerando que los partidos siguen vivos y coleando, se arguye que “todos son iguales” por lo cual da igual votar por uno u otro que anular. Parece que la lógica es: nada representan, por ende en nada se diferencian y en nada me beneficiará si gana tal o cual. Ante ello habría que resaltar un par de cuestiones.

Partamos de algo lógico e irrefutable: con o sin voto nulo alguien va a ganar la Presidencia de la República. Y es aquí donde pesa demasiado la diferencia entre unos y otros. Quizá falte ver un poco más de cerca las diferencias, que por pequeñas no dejan de ser importantes. Existen al menos dos aspectos donde podemos constatar las diferencias: 1) las políticas que proponen los candidatos y sus aliados, y 2) lo que han hecho en las funciones de gobierno que han asumido antes de ser candidatos.

En cuanto al punto uno, sólo por citar un ejemplo, México tiene en el tema de la violencia e inseguridad el tópico más relevante. Nada preocupa más al mexicano como la inseguridad y violencia que se expresa en las más de 50,000 muertes que ha dejado la estrategia seguida por el gobierno de Felipe Calderón. ¿Qué harían los candidatos al respecto? Si se analizan detenidamente las propuestas hay un fuerte componente de mano dura en la propuesta de Josefina Vázquez Mota y existe un fuerte componente de prevención en las propuestas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Enrique Peña Nieto, aunque este último no le da la importancia que AMLO a la atención a la juventud y el empleo como detonantes de la paz social. Además llama la atención que Peña Nieto hable de prevención y su aliado electoral el PVEM pida cadena perpetua y, en su momento, pena de muerte, nada más alejado de la prevención. Y podríamos seguir enunciando más temas (política social, económica, energética, entre otras) y propuestas que mostrarían diferencias importantes.

En cuanto al punto dos ponemos dos ejemplos. Primero, respecto a los candidatos Josefina Vázquez Mota fue legisladora y en sus tres años no presentó o votó ley alguna referida a la seguridad. Enrique Peña Nieto logró que el Estado de México fuera el primer lugar en feminicidios, superando con ello a Ciudad Juárez, también gobernada por el PRI. Mientras que el Distrito Federal redujo notablemente la inseguridad, pues ha pasado a ser una de las ciudades más seguras de México. ¿Casualidad? Evidentemente no. Tiene que ver con qué han hecho en las funciones de gobierno. No es una cuestión del destino, es resultado del trabajo en el gobierno.

Segundo ejemplo de que las diferencias importan. La interrupción del embarazo que se aprobó luego de una gran batalla que dieron ONG´s y de un gobierno que hizo suya tal exigencia apelando al derecho a decidir que tiene la mujer sobre su cuerpo, son una política progresista que actualmente enarbola en Distrito Federal. Dicha política se logró por la apertura del gobierno del DF encabezado por Marcelo Ebrard y el PRD, ante lo cual Miguel Mancera ha planteado no dar marcha atrás. Mientras que en diversos estados de la República el PAN y el PRI optaron en 2009 por la contrarreforma con lo cual se penalizó a la mujer por interrumpir un embarazo no deseado, hasta con cárcel. Dicha propuesta fue puesta en marcha, en el caso del PRI, por su entonces dirigente nacional Beatriz Paredes, hoy candidata al gobierno del DF. En el caso del PAN por sus postulados cercanos a la familia tradicional y la religión, es de esperarse que si triunfaran en el DF se iniciará una contrareforma similar a las de los 17 estados en la cual la han impulsado, a la fecha Isabel Miranda de Wallace ha planteado lo que ellos denominan alternativas al aborto como es la pensión del padre hasta los 18 años del hijo, con lo cual el derecho a decidir podría ser vulnerado.

Es así, que como se ha argumentado, con o sin voto nulo las diferencias son muy importantes y nuestra responsabilidad ciudadana será detectarlas y elegir por la que mejor nos convenga, de lo contrario podremos estar quejándonos durante seis años de un gobierno el cual fue contrario a nuestros intereses. Más allá de los lugares comunes (“todos son iguales”), lo cierto es que alguien asumirá el gobierno y es muy factible pensar que las diferencias de los partidos se den en las funciones de gobierno que asumen. Dichas diferencias nos deberían importar más a la hora de pensar si votaremos o no, pues las consecuencias son iguales para quienes votan y para quienes anulan o se abstienen. Ejemplos como los que se han planteado existen muchos, es cuestión de hacer el esfuerzo y comparar para con ello definir nuestro tipo de participación y asumir responsablemente el derecho que tenemos a elegir en una democracia tan limitada como la mexicana, pero al fin y al cabo democracia que ha costado tanto trabajo conseguir.