La exposición de temas: los actores y los espacios

Publicado el 09 de noviembre de 2012

Jorge Alberto González Galván, Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM

Cuando se expone un tema es necesario tomar en cuenta las características del público, lugar, organizadores y expositor. En relación con las características del público: ¿cómo saber a quiénes nos dirigimos? En realidad no lo podemos saber, intuimos que por ser un salón de clases o auditorio habrá estudiantes y colegas de profesión. Lo que sí debo tener en claro es que debo ser claro al exponer, sean personas de mi profesión o no. ¿Cuántas personas habrá? Tampoco podemos saberlo, lo importante es que sea una o doscientas personas yo debo cumplir con mi exposición del tema: es mi obligación siempre darme a entender por todos, con palabras sencillas, por más “técnico” que sea mi tema.

En relación con las características del lugar: ¿cómo saber qué tipo de lugar es?, ¿qué tamaño tiene?, ¿qué clima ambiental hay?, ¿cuál es su luminosidad? Nos enfrentamos a Terra Icognita siempre que vamos a exponer un tema. Estas preguntas sobre el lugar pretenden recordarnos que debo exponer no importando el tamaño del lugar, y que me debo adaptar al clima del lugar abrigándome o no, considerando que la luminosidad en el espacio de exposición no esté sobrecargada para que no nos incomode.

En relación con las características de los organizadores: ¿qué tan puntuales, equipados, atentos y precavidos debe ser? Ya sé que el expositor es un invitado, simplemente lo menciono porque a veces nosotros mismo podemos (y debemos) organizar mesas de exposición de temas o reuniones de trabajo (es lo mismo). Por ello, el expositor toma en cuenta o pone a prueba, implícitamente, estas características, es decir, la responsabilidad de quienes nos invitan: puntualidad, equipo electrónico listo y en buen estado, cordialidad y prevención de cualquier acto de intolerancia en su público (ello es impensable, pero no se debe tolerar en su caso, ni del público hacia el expositor ninguna falta de respeto, ni de éste hacia el público. Siempre es sano advertirlo, para evitar lamentaciones).

En relación con las características del expositor: ¿cómo debe dar su opinión? Con Palabra Clara: en español (si estamos exponiendo en nuestro idioma), es decir, con palabras que todos entiendan, sencillas, del diario, es nuestra obligación ética darnos a entender en ejercicio de nuestra profesión ante un tribunal, auditorio, colegas, alumnos o público “en general”. ¿Cómo debo captar la atención total y permanente de quien me escucha?: Con Palabra Amena: no debemos aburrir, es una falta de respeto no tomar en cuenta que es un privilegio que alguien nos regale parte de su tiempo e interés en escuchar lo que exponemos, por ello debemos utilizar anécdotas, experiencias propias o inventadas, como apoyo a nuestra explicación principal. ¿Cómo evito decir cosas que están fuera de tema? Con Palabra Precisa: yendo al grano, compartiendo mi punto de vista sólo sobre el tema anunciado y al que se acude con el ánimo de aprender, y no para aguantar quejas, denuncias, lamentos, chistes… que suelen comerse nuestro tiempo y no tienen mucha, ninguna o poca relación con el tema. ¿Cómo debo motivar la reflexión de mis oyentes? Con Palabra Sugerente: utilizando de manera deliberada provocaciones académicas para hacer pensar a mi público (y de paso para que no se duerman), lanzando preguntas inesperadas: ¿qué harían…?, ¿cómo es que…? Luego, respondiéndolas, tomando posición: lo que yo haría es…, eso sucedió porque… Con esto, la mesa está servida para que, a su vez, quien nos escucha nos haga saber su opinión en el periodo de comentarios, aclaraciones, preguntas.

Un buen aprendizaje de cualquier buen expositor es observar a los demás expositores, hay de todo: los irresponsables, es decir, los que exponen sin orden, se salen del tema, no respetan el tiempo asignado, son descorteses; y los responsables (de los que hay que realmente aprender): son puntuales, son rigurosos en la explicación del tema y el tiempo de exposición asignados, son respetuosos con los colegas expositores y con el público, nos mantienen siempre atentos y nos hacen sentir que aprendimos algo, que el tiempo invertido al escucharle valió la pena, ¿un ejemplo?: Eduardo Galeano acaba de llenar la sala de conciertos Nezahualcoyotl de la UNAM con su palabra clara, amena, precisa y sugerente. Síguelo en www.descargacultura.unam.mx, si no está el podcast, debería.

¿Qué tipo de expositor quieres ser? Tú tienes la palabra.