La doble soberanía

Publicado el 31 de enero de 2013

Gloria Marina Villalobos Coronilla, licenciada en Derecho, estudiante de la maestría en Derecho Constitucional y Amparo, en la Universidad Iberoamericana León
marinav_c_@hotmail.com

El legado de los griegos a través de la participación ciudadana del siglo VII a.C. ha sido la más acertada evolución jurídica, empero se remonta a aquellos tiempos y en el devenir histórico donde sólo hemos visto que se aplica de manera cíclica, es decir, parece evolucionar y vamos de la teoría del caos al orden, aparentemente como solución, pero qué pasaría si se implementa una nueva forma de participación ciudadana que no sea encaminada a un ciclo de caos y orden, simplemente de evolución continua, obviando la participación, desde luego ciudadana, como el ingrediente principal y único entre la autoridad sujeta directamente siempre a la decisión ciudadana.

Motivo por lo cual realizo el presente artículo con una propuesta que nos encaminaría a una respuesta continua de la mayoría y por consiguiente el tan anhelado control del poder político por parte del ciudadano, lo anterior mediante un sistema de participación ciudadana que llamó “La doble soberanía”, que básicamente le daría al mexicano desde su nacimiento una soberanía concerniente, como lo es ahora, a la adhesión automática al Pacto Social. La variante está en que al cumplirse la mayoría de edad se adquiere una doble soberanía que el ciudadano tenga la posibilidad de ejercer ésta en las elecciones.

Por lo que al momento de votar prácticamente esté otorgando al ciudadano electo dicha soberanía, sin embargo en el momento que la mayoría de los ciudadanos observen cualquier resultado no adecuado para los intereses de la mayoría, ésta podrá en cualquier momento retirarle a dicha autoridad, ya que tal carácter por su calidad deviene de la misma elección. Ahora ¿qué pasaría si el ciudadano que no votó, quiere que se retire del cargo a la autoridad electa?, podrá hacerlo siempre que esté registrado ante el Instituto Federal Electoral, para que se garantice una participación total del ciudadano.

De esta forma el ciudadano, aunque no elija en primera instancia a la autoridad electa, podrá en todo momento, siempre y cuando se cumpla con que sea la mayoría de la ciudadanía, para ejercer esta doble soberanía retirando dicha calidad a la autoridad ya electa, pues el principio de participación ciudadana se basa en la elección que en todo momento puede realizar la ciudadanía. Así, las personas que cumplan la mayoría de edad en un periodo en que la elección ha sido tomada, tendrán la posibilidad de que sí la autoridad electa no realiza su función de una manera que se considere “apropiada”, “correcta”, idónea”, “veraz”, cualquier adjetivo que se le imponga por parte de la mayoría ciudadana, ésta puede en todo momento cambiar al ciudadano electo.

Lo anterior se vería reflejado en el aumento del padrón electoral y la participación de los electores, utilizando la gran maquinaria de listados y organización que tiene el Instituto Federal Electoral y en los Institutos Electorales de las entidades, además, se propiciaría que los partidos políticos contemplen un estricto protocolo para el registro de sus candidatos que a su vez, sean comprometidos y con un alto grado de servicio, con la obligación de trabajar para darle continuidad al voto de confianza del que ha sido beneficiado, con la estricta vigilancia de la ciudadanía por su trabajo en todos los niveles de atención por haber sido dotados por la doble soberanía, manteniendo una relación cercana entre el pueblo con la autoridad, llámese pueblo como el máximo poder controlador de la autoridad.

Así pues, la doble soberanía no se refiere a un debate sobre la soberanía a que alude el Pacto Social, ésta continúa intocada, lo es en el sentido de que el ganador de la elección no sólo conciba la elección como acreedor del poder o del título de autoridad, sino que sea consciente de que pesa sobre él la obligación de trabajar en función a lo que es electo y que tenga conocimiento de que en su actuar oprobio será sujeto de una declinación de la doble soberanía por parte del pueblo.