Nuevos partidos en México. De la esquizofrenia al pluralismo

Publicado el 16 de abril de 2013

Alberto Espejel Espinoza
Doctorante en Ciencia Política por la FCPyS-UNAM
alberto.espejel.espinoza@gmail.com
Mariela Díaz Sandoval
Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO, sede México
mariela.diaz@flacso.edu.mx

En enero de 2013, 50 organizaciones políticas requirieron al Instituto Federal Electoral (IFE) iniciar el proceso de registro como partidos políticos nacionales. Existe cierto recelo hacia estas organizaciones, pues se teme se conviertan en partidos familiares o negocio. Veamos si existe un nicho donde puedan insertarse nuevos partidos y qué tipo de restricciones tiene nuestro sistema electoral frente al temor del partido negocio.

Hace no mucho tiempo el ex consejero electoral José Woldenberg mencionaba respecto a los nuevos partidos que: “la opinión pública, la publicidad e incluso una parte de la clase política tienen un comportamiento esquizofrénico. Reniega de los existentes, pero tiene reservas en relación con los nuevos; no quieren aparecer como excluyentes, pero les gustaría un sistema de partidos a imagen y semejanza de sus filias y fobias".1 Pareciera que seguimos en el mismo camino, ya que hoy día existe un gran recelo hacia quienes solicitan el registro como partidos políticos.

Antes de observar el recelo, habría que dar algunas cifras sobre identificación partidaria, veamos qué tan identificada se siente la sociedad con los partidos existentes, como ya apuntaba la cita de Woldenberg existe de igual forma cierto recelo. Se retoma una encuesta del 2011, es decir un año antes de la elección presidencial para que el candidato no varíe en la identificación. De acuerdo a Parametría en 2011 el 28% de mexicanos no se identifica con ningún partido, en tanto que quienes dicen identificarse mucho con los partidos grandes son: 23% con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), 11% con el Partido Acción Nacional (PAN) y 7% con el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Mientras que en los partidos minoritarios es de: 2% con el Partido del trabajo (PT), el 1% con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y 0% con Nueva Alianza (PNA) y Movimiento Ciudadano (MC).2

El 28% sin identificación es una cifra a considerar, es decir casi 3 de cada 10 mexicanos no se siente representado con algún partido existente. Lo cual habla de que existe un nicho bastante amplio que no se siente identificado por los partidos tradicionales y los de reciente creación. Lo anterior debiera abrir las puertas a nuevas opciones, debido a que podrían canalizar parte de ese porcentaje y con ello revitalizar nuestro sistema de partidos.

Como se apuntó al inicio, 50 organizaciones solicitaron al IFE iniciar el trámite para obtener su registro. Dos son los casos más sonados: Concertación Mexicana y Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Dicho sea de paso, son los que probablemente obtendrán el registro. En el caso de Concertación se trata de la suma de políticos que provienen de orígenes diversos, incluso contradictorios. Manuel Espino, expulsado del PAN; René Arce y su hermano Víctor Hugo Círigo, ex perredistas; Ramón Sosamonetes, mano derecha de Rosario Robles; así como Jorge Carlos Díaz Cuervo, ex fundador del extinto Partido Social Demócrata. Mientras que MORENA tiene en Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a su dirigente más conocido, aunque de igual forma están Martí Batres y Clara Brugada, ambos ex perredistas; y gente cercana a AMLO (Bertha Luján). 

El caso de Concertación Mexicana no ha resultado tan atractivo para analistas y encuestadoras, tan es así que no existe una sola encuesta de carácter nacional sobre dicha organización. En el caso de MORENA si existen un par de encuestas nacionales que conviene mencionar como una muestra de qué opina la gente respecto a un nuevo partido.

En septiembre de 2012 Parametría realizó una encuesta nacional, según la cual el 47% de los ciudadanos sin identificación partidista plantearon estar en desacuerdo, el 31% no asumió postura, y sólo el 16% estuvo de acuerdo con que se creara un nuevo partido político a partir MORENA. Ahora bien en el caso de población en general el porcentaje favorable aumenta a 21%, mientras que en el caso de panistas el 21% está de acuerdo, mientras que sólo el 10% de priístas está a favor y el 54% de perredistas a favor.3

Por otro lado, en diciembre de 2012 Mitofsky realizó una encuesta sobre MORENA, según la cual casi 7 de cada 10 ciudadanos considera que los siete partidos políticos existentes en México son muchos, casi 2 de cada 10 opina que son los adecuados, y poco más de uno manifiesta que son pocos. Finalmente, casi 3 de cada diez ciudadanos se manifiesta a favor de que MORENA se transforme en un nuevo partido. Y un 25% manifiesta que podría votar por dicha organización en caso de obtener el registro.4

Todo lo anterior, amén de las distintas interpretaciones que puede tener, refleja un nicho que podría explotar MORENA (e incluso, otras organizaciones como Concertación Mexicana). Ahora bien, es menester observar qué restricciones tiene nuestro sistema electoral que podría evitar que dichas organizaciones se transformen en partidos negocio o familiares.5 Primero habría que apuntar las restricciones antes de ser partido, luego aquellas que fiscalizan a los partidos políticos.

El IFE mantiene una estricta fiscalización sobre aquellas organizaciones que pretendan obtener el registro como partidos. Por lo cual dichas organizaciones deben informar mensualmente al IFE de dónde obtienen los recursos “para el desarrollo de sus actividades tendentes a la obtención del registro legal”, ya que durante el proceso de petición no obtienen un solo centavo de dinero público (COFIPE, 2008: Art. 28).

Además de esto dichas organizaciones deben cumplir requisitos nada sencillos, tales como celebrar asambleas en veinte entidades federativas donde cuente con al menos 3 mil militantes (método electo por MORENA); o asambleas en 200 distritos electorales donde cuente con al menos 300 militantes (método electo por Concertación Mexicana), así como una asamblea nacional, todas y cada una de ellas fiscalizadas por el IFE.

Asimismo, desde 2007, existe la restricción de poder formar nuevos partidos sólo después de una elección presidencial, es decir cada seis años, no como antes de 2006 que podían crearse en elecciones intermedias. Por lo cual, “para constituir un partido político nacional, la organización interesada notificará ese propósito al IFE en el mes de enero del año siguiente al de la elección presidencial” (COFIPE, 2008: Art. 28).

Por otro lado, uno de los grandes mitos respecto a los nuevos partidos es la idea de que a mayor número de partidos, más cara resulta nuestra democracia. Nada más falso, ya que el aumento de partidos no implica, usando una metáfora recurrida en el financiamiento público, más pasteles para repartir, sino que se trata del mismo pastel con rebanas más delgadas a fin de que alcancen a todos los que poseen registro. Lo cual quiere decir que si Concertación Mexicana y MORENA consiguen el registro, no aumentará el gasto en las actividades permanentes de los partidos, sino que el monto destinado bajo la fórmula aprobada desde 1997, se repartirá entre nueve partidos, no entre siete como se hace actualmente. El mismo monto se divide entre más partidos, así de sencillo.

Respecto a la fiscalización de los partidos, gracias a la reforma electoral de 2007, actualmente los partidos pueden coaligarse, pero sus logos aparecen separados, con ello “al final se suman todos los votos en cuestión, ya sea para presidente o legisladores. Así será posible saber cuántos votaron por cada elemento de la coalición y, por ende, si cada parte logró los dos puntos porcentuales necesarios para seguir con registro como partido político nacional” (Langston, 2009: 267).

Asimismo, si un partido político pierde el registro, está obligados a un proceso de liquidación, lo cual evita que sucedan casos como los de los partidos negocio que una vez que perdían el registro no devolvían los recursos materiales y económicos adquiridos como partido. De ahí que si no obtienen el 2% “en alguna de las elecciones federales ordinarias para diputados, senadores o Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, le será cancelado el registro y perderá todos los derechos y prerrogativas… hasta la conclusión de los procedimientos respectivos y de liquidación de su patrimonio” (COFIPE, 2008: Art. 32). Por lo cual, “el Instituto Federal Electoral dispondrá lo necesario para que sean adjudicados a la Federación los recursos y bienes remanentes de los partidos políticos nacionales que pierdan su registro legal” (COFIPE, 2008: Art. 103).

Por si fuera poco, hoy día los nuevos partidos ponen en juego su registro en una elección intermedia, lo cual significa que no cuentan con la ventaja de tener como estandarte un candidato presidencial que atraiga votos, y que cuentan con la desventaja de poner en juego su registro en una elección intermedia donde es más amplio el abstencionismo.

Así pues, si tenemos de cierto que el pluralismo político es sano en cualquier régimen que se precie de ser democrático, no debiéramos ser esquizofrénicos como menciona Woldenberg, sobre todo teniendo en mente que existe un nicho de (des) identificación partidista que podrían atraer nuevas organizaciones, expresando mayores voces que no alcanzan a ser representadas por los partidos existentes. Dichas voces todavía deben pasar por un largo proceso de registro, el cual pondrán, de conseguirlo, en juego en una elección intermedia. Tenemos suficientes restricciones que pueden evitar que se conviertan en partidos negocio, sería sano dejar que decida la ciudadanía en 2015 quién merece permanecer como partido y quién no.

NOTAS:
1. Woldenberg, José (2006). Después de la transición. Gobernabilidad, espacio público y derechos. México: Cal y Arena, p. 75.
2. www.parametria.com.mx/descargarCarta.php?id=Partidos_politicos.pdf.
3. www.parametria.com.mx/descargarCarta.php?id=MORENA.pdf.
4. consulta.mx/web/images/mexicoopinapdf/MORENA_NuevoPartidoPolitico.pdf.
5. Langston, Joy (2009). “Las reformas al COFIPE, 2007”. Política y Gobierno. Volumen temático.