El cáncer sindical*

Publicado el 17 de junio de 2013

Miguel Carbonell
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
@miguelcarbonell
www.miguelcarbonell.com

Los sindicatos se han vuelto un problema serio para la democracia mexicana. Nadie duda que son instrumentos indispensables para la defensa de los derechos de los trabajadores, pero en México lo menos que hacen es esa tarea. Más bien operan como grupos mafiosos de presión, cuyos objetivos son obtener beneficios personales para sus líderes.

El nuestro debe ser el único país del mundo en el que existan tantos líderes sindicales tan abierta y llamativamente millonarios. Las cifras que manejaba Elba Esther Gordillo según los datos que se conocen del proceso penal en su contra son abrumadoras. Estamos hablando de un nivel de vida que muy pocos empresarios podrían tener. Y que desde luego no podría tener ningún maestro mexicano, contando solamente con el sueldo que le pagan por dar clase.

En el sindicato petrolero los datos no son mucho más tranquilizadores. A través de la ley de transparencia se ha podido saber que su Comité Ejecutivo recibe de Pemex cada año más de 300 millones de pesos, sin contar desde luego las cuotas que les descuentan a sus agremiados. Para que el lector tenga una idea precisa de lo que esa cifra significa, basta señalar que equivale a 830 mil pesos… diarios.

Los conceptos por los que Pemex entrega tanto dinero serían de risa, si no se tratara de un tema tan serio. Por ejemplo, se le dan a la cúpula sindical casi 10 millones de pesos al año “para el desfile del 1 de mayo”. Otros 18 millones de pesos van al concepto de “festejos de la expropiación petrolera”. Otro rubro, bastante misterioso en su significado, es el de “gastos de revisión del contrato colectivo”, que requiere la entrega de 121 millones de pesos. Y así por el estilo.

Los ejemplos sobran. Líderes sindicales que viven como multimillonarios y que, hasta donde se sabe, no pagan ni un centavo de impuestos se encuentran por ejemplo en gremios de taxistas de los principales destinos turísticos del país, en universidades públicas que viven con la permanente amenaza de las huelgas, en los ferrocarriles,  en la construcción, etcétera.

Los dueños de un hotel recientemente construido en Quintana Roo (de origen extranjero) contaban hace poco, en medio de su estupor, que el sindicato de la construcción les había pedido nada menos que dos millones de dólares para “prestarles” una placa que colgaría de la construcción de su hotel para que nadie los molestara. Los líderes sindicales, como parte del trato, les ofrecían poner en orden a los trabajadores para que ningún trabajador reclamara aumento de sueldo o cualquier prestación no prevista. No me atreví a preguntarles si pagaron esa extorsión, pero lo cierto es que el hotel ya fue inaugurado.

La pregunta importante es hasta cuándo se van a seguir tolerando esos abusos. Cada vez que se alza una voz pidiendo que se ponga orden en las actividades mafiosas de los sindicatos brota el argumento de la “autonomía sindical”, como si la misma fuera una especie de licencia para robar y enriquecerse sin límite. La autonomía de los sindicatos debe operar dentro de la ley, a fin de lograr los objetivos para los cuales nacieron las uniones de trabajadores. No entiendo de qué manera la autonomía sindical avala la comprar de mansiones en San Diego o de Ferraris en Miami. Eso no es autonomía sindical, sino vulgar descaro y prepotencia.

Lo más importante es transparentar hasta donde sea posible los recursos sindicales. Tan le tienen miedo a la transparencia que, por poner un ejemplo, el Sindicato de Pemex ha interpuesto más de 30 amparos contra el IFAI para impedir que se entreguen datos sobre el manejo de los recursos públicos que recibe del gobierno. Son buenos para pedir dinero, pero muy avaros a la hora de rendir cuentas. ¿Pues qué será lo que no quieren que los ciudadanos conozcamos? ¿qué es lo que les da tanto miedo que podamos saber, si a fin de cuentas el dinero que les llega sale de nuestros bolsillos, dado que Pemex es -según la tan repetida frase- “de todos los mexicanos”?

Los sindicatos ahogan hoy en día a sectores claves de la economía mexicana: el transporte aéreo, la producción petrolera, la educación, la construcción, el sector público en general.

Hay que garantizar efectivamente los derechos de los trabajadores, pero no existe ninguna necesidad de seguir permitiendo la extorsión descarada de los liderazgos sindicales. No le conviene al país, no le conviene al gobierno y sobre todo no le conviene a los trabajadores. ¿Porqué avalar que una camarilla de aprovechados viva a costa de los demás? Hay que aplicarles la ley (la fiscal para que paguen impuestos, antes que ninguna otra) y transparentar sus recursos. Sin dar esos pasos, la mafia seguirá instalada en el poder, en perjuicio de todos nosotros.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en  El Universal, el 13 de junio de 2013