Reforma energética en el contexto neoliberal mexicano

Publicado el 23 de septiembre de 2013

Víctor Manuel Rangel Cortés
Estudiante del Programa de Doctorado por investigación de la UNAM - FES Acatlán
vrangel1982@gmail.com
Luis Daniel Romo García
Asesor parlamentario en el Senado de la República
danielromog@gmail.com

En días pasados, el Presidente de la República Enrique Peña Nieto, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) presentaron sus propuestas para reformar el sector energético del país.

La iniciativa presentada por el titular del Ejecutivo Federal plantea cambios a los artículos 27 y 28 de la Constitución, para que exista la posibilidad de que el gobierno de la república celebre contratos con el sector privado vinculados con el petróleo.

Por su parte, el PAN propone reformar los artículos 25, 27 y 28 constitucionales en la que se propone que el gobierno federal otorgue concesiones para la exploración y explotación del petróleo y otros hidrocarburos.

Finalmente, la iniciativa del PRD, sin plantear modificaciones al texto constitucional, propone reformas a 12 leyes y la creación de una más que se denominaría Ley del Fondo de Excedentes Petroleros.

En esencia, las siguientes reflexiones se centran en las iniciativas presentadas por el titular del Ejecutivo Federal y el PAN en razón de que, a diferencia de la presentada por el PRD, ambas pretenden incorporar la participación del capital privado en actividades de petróleo y electricidad a partir de modificaciones a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Asimismo, en los dos casos se expone la necesidad de que el sector petrolero sea modernizado y a su vez competitivo. De igual forma, se sostiene que en todo momento la Nación mantendrá su soberanía sobre el petróleo.

Incluso, el Presidente Peña Nieto ha recurrido a la figura emblemática de Lázaro Cárdenas, quien impulsó la independencia de la economía mexicana respecto de Estados Unidos, para incorporarla como parte central de la pretensión legitimadora de su discurso.

La discusión sobre esta reforma energética parte de la tesis que sostiene que en ningún momento se pretende privatizar a PEMEX y que, por el contrario, la reforma traerá aparejados diversos beneficios para México.

La pregunta es: ¿bajo qué premisa debemos interpretar estas iniciativas?

Primero es importante ubicarse en qué tipo de Estado vivimos.

Actualmente, la organización estatal mexicana corresponde a las características y principios que rigen al neoliberalismo.

El Estado neoliberal se fundamenta en la liberalización económica, el libre comercio, los mercados abiertos, la privatización, la desregulación y la disminución del tamaño del sector público incrementando la influencia del sector privado.

La producción del dinero no se fundamenta en la producción de bienes y servicios, sino que se pretende generar dinero con base en el dinero dentro de un proceso globalizador.

Los beneficios a los que aspira el capital privado se reflejan en la eliminación de restricciones y regulaciones a la actividad económica, la apertura de fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros.

Así, las grandes empresas que generalmente invierten en las bolsas de valores, son las que producen bienes y servicios mediante la privatización de empresas públicas, lo que implica la exclusión del Estado en el proceso productivo y reduciendo el porcentaje del Producto Interno Bruto controlado o administrado directamente por el Estado.

Esto último deriva en la falta de recursos del Estado para satisfacer las necesidades de sus integrantes, por esa razón los gobiernos recurren al aumento de impuestos y endeudamiento para cumplir con sus propias operaciones.

En consecuencia, el estado neoliberal se vincula con la satisfacción de los intereses de las grandes empresas transnacionales y no de la gente integrante del Estado.

La privatización es una operación sistémica en la que a través de comunicaciones, interactúan el sistema económico y del derecho para que las actividades empresariales sean transferidas del sector público al sector privado.

Los Estados con mayor poder económico son conocidos como países centrales, y son los que establecen pautas que determinan la evolución económica, política y jurídica de los países no poderosos o también llamados países periféricos.

Es por eso que al vivir en México los tiempos del Estado neoliberal, son los intereses económicos del capital privado y extranjero, así como los intereses políticos de la clase que ostenta el poder los que influyen el sentido de la Constitución a través de lo que Niklas Luhmann llama interpenetración.

Por tanto, es importante que para realizar un análisis objetivo de la reforma energética, hay que ubicarse en la perspectiva neoliberal y desde allí observar estas iniciativas.

También es relevante recordar que el neoliberalismo fue adoptado durante los periodos presidenciales de Miguel de la Madrid (1982-1988) y Salinas de Gortari (1988-1994) cuando México se tuvo que adaptar al modelo económico establecido por el Fondo Monetario Internacional y el Consenso de Washington, sustentado en los siguientes tres ejes fundamentales (sobre este tema se recomienda revisar el trabajo titulado: “Dos décadas de Neoliberalismo en México: resultados y retos” publicado por Paul Cooney,):

  1. Liberalización del comercio,

  2. La desregulación financiera y

  3. Las privatizaciones.

Posteriormente, con Salinas de Gortari se firmó del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y la entrada al GATT.

Derivado de ello, las actividades que son consideradas como exclusivas del Estado hoy son ejercidas por las empresas privadas extranjeras, por ejemplo, correos, telégrafos y radiotelegrafía, combustibles como el gas natural, telecomunicaciones, incluso la función de seguridad quedaron en manos de la iniciativa privada.

Estos acontecimientos, generaron una creciente dependencia de la economía mexicana respecto a la expansión de las empresas transnacionales extranjeras.

Lo anterior provocado por la falta de reservas internacionales, causando la devaluación del peso mexicano durante los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo.

La idea de esta opinión no se centra en decir que el neoliberalismo es malo, sino plantear la perspectiva en la que se debe observar la reforma energética. Por el contrario, se coincide con la necesidad de modernizar PEMEX.

Sin embargo, sí es indispensable determinar que los contratos que se proponen en la iniciativa presidencial, pretenden abrir el sistema constitucional para que mediante una ley secundaria se concrete la posibilidad de que el capital privado obtenga beneficios del petróleo tal y como lo mandata el sistema neoliberal.