El Museo Nacional de Antropología, Teocalli del Arte Mexicano

Publicado el 27 de septiembre de 2013

Adriana Berrueco García
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
adriana_berrueco@yahoo.com.mx

El pasado 17 de septiembre de 2013 se celebró el cuadragésimo noveno año de la apertura del edificio que alberga al Museo Nacional de Antropología de México. La conmemoración quizá fue poco advertida porque la ciudadanía ha permanecido muy atenta a la crisis provocada por las inundaciones en varios estados de la República. Por el gran valor que representa ese recinto y sus colecciones para la vida cultural de Latinoamérica, creí importante compartir con los lectores de Hechos y Derechos algunos datos que incentiven el interés por conocer esa joya arquitectónica y su riquísimo acervo artístico.

La planeación y diseño del proyecto del museo estuvo a cargo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. En 1965 este proyecto arquitectónico obtuvo la medalla de oro en la Bienal Internacional de Arquitectura, efectuada en Sao Pablo, Brasil.  Ha sido de gran impacto la colocación, a la entrada del museo, del monolito del dios Tláloc, el cual fue traído desde la comunidad de Coatlinchan, Estado de México, en 1964. En el libro Catálogo esencial, Museo Nacional de Antropología, Diana Magaloni menciona que a cambio de la escultura de Tláloc el gobierno construyó una carretera y una escuela primaria en beneficio de la comunidad de Coatlinchan.

A finales de 2011 se exhibían en el moderno recinto más de 7,761 piezas arqueológicas, cabe destacar que los orígenes de la colección datan del siglo XVIII, con los descubrimientos de las colosales esculturas de la diosa Coatlicue y la Piedra del Sol, halladas ambas en 1790, en la Ciudad de México. Por fortuna, la vasta colección del museo continúa enriqueciéndose, hace dos semanas se dio el aviso de la llegada de tres nuevas piezas precolombinas que se hallaban en el Museo de arte de Lowe, de la Universidad de Miami. Las esculturas recuperadas por México son: “Cabeza de serpiente”, “Tláloc, dios de la lluvia” y “Noble o sacerdote”. Ello se logró mediante el Programa para procurar la recuperación de bienes culturales, que funciona permanentemente por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Procuraduría General de la República y los Institutos Nacionales de Antropología e Historia y Bellas Artes.

El Nacional de Antropología es un museo de enormes dimensiones, dedicado a la arqueología y la etnografía, cuenta con 24 salas, una de ellas dedicada a las exposiciones temporales. Las 23 restantes están destinadas a los temas de Arqueología: Culturas indígenas de México, Introducción a la Antropología, Poblamiento de América, Preclásico en el Altiplano central, Teotihuacán, Los Toltecas y su época, Civilización Mexica, Culturas de Oaxaca, Culturas de la Costa del Golfo, Civilización Maya, Culturas de Occidente y Culturas del Norte. En lo referente a Etnología se cuenta con las salas destinadas a tópicos sobre: Pueblos indios, Gran Nayar, Puréecherio, Otopame, Sierra de Puebla, Oaxaca: pueblos indios del sur, Costa del Golfo: Huasteca y Totonacapan, Pueblos Mayas, El Noroeste, sierras, desiertos y valles, y Los Nahuas. 

LA PLÁSTICA INDÍGENA

Don Miguel León Portilla ha llamado a este museo Yancuic Teocalli o moderna casa de dioses, porque se albergan en él las efigies de los dioses de las culturas originarias de Mesoamérica. En cierta manera tiene razón el maestro León Portilla, sin embargo, el objetivo primordial de este moderno teocalli es mostar con orgullo, a propios y extraños el alto desarrollo alcanzado por las civilizaciones que poblaron nuestro territorio en el ejercico de las artes plásticas. En esa virtud me referiré a las que considero las obras más representativas que atesora el Museo Nacional de Antropología.

En la sala tolteca se puede admirar una escultura monumental llamada Atlante, originaria de Tula, Hidalgo, hecha en basalto, con dimensiones de 460 x 99 centímetros, perteneciente al posclásico temprano. Además se exhibe el Guerrero coyote, proveniente de Tula, Hidalgo, pieza de cerámica plumbate recubierta de concha nácar, cuyas medidas son 13.5 x 9 centímetros, también del posclásico temprano de la cultura tolteca. En la sala Teotihuacan se halla una máscara funeraria, encontrada en Malinaltepec, Guerrero; elaborada con piedra, amazonita, turquesa, hematita especular y concha; sus dimensiones son 6.5 x 21 x 21 centímetros. De Azcapotzalco, Distrito Federal, es el bracero tipo teatro, pieza de cerámica policroma, corresponde al Clásico. Según el arqueólogo Eduardo Matos, esta obra fue encontrada por Manuel Gamio, en 1911. Matos Moctezuma también explica que los braceros tipo teatro servían para efectuar rituales dentro de los templos.

En la sala de las culturad de Oaxaca se lucen piezas que dan cuenta del virtuosismo de los mixtecas en el arte de la orfebrería, especialmente el que realizaban con oro, en esta tradición se inscribe el Chimalli de Yanhuitlán, cuyas medidas son: 8 x 8.4 x 0.6 centímetros, elaborado con turquesa y oro. La cultura zapoteca está representada magníficamente por el Pectoral del Dios Murciélago, formado por treinta y cuatro piezas de jadeíta, concha y pizarra, esta figura fue descubierta en un entierro ubicado en Monte Albán, Oaxaca.  

Avanzando en el recorrido por el museo, nos ubicamos en la Sala Maya, donde la presencia del famoso señor Pakal es notable, en este espacio se resguarda la máscara mortuoria del gobernante de Palenque, la pieza fue elaborada con estuco y está recubierta de jade, los ojos son de concha y  obsidiana. La misma sala se engalana con la lápida de Pakal, elaborada con caliza y estuco, misma que se encontraba en el famoso Templo de las Inscripciones, nombre que se le ha dado al monumento funerario del señor de Palenque, Chiapas, Pakal. De Chichén Itzá, Yucatán, procede la escultura de Chac Mool, tallada en piedra caliza, hecha en el periodo Posclásico temprano, es decir, entre los años 900 a 1200 de nuestra era.

La parte central del museo es la Sala Mexica, donde se lucen vestigios de la magnificente sociedad azteca, del pueblo del sol. Ahí se encuentra la escultura de Coatlicue (La de la falda de serpientes), pieza que dio origen a la colección del museo; la vocación guerrera de los mexicas se halla representada a través del Teocalli de la guerra sagrada, monumento  esculpido en basalto, con dimensiones de 123 x 92 x 100 centímetros, también se puede observar la Piedra de Tízoc que es un cilindro de piedra esculpido, dedicado a los sacrificios gladiatorios. La pieza en torno a la cual se exhiben todas las esculturas mexicas es la muy conocida piedra del sol, llamada calendario azteca, en su centro se ve Tonátiuh o sol de mediodía. Las tres obras provienen del centro de la Ciudad de México, de la antigua Tenochtitlan. Existen en esta sala instrumentos musicales finamente tallados en madera y esculturas con formas humanas como el Sacerdote de Mictlantecuhtli (dios de la muerte), cuyas dimensiones son 149 x 65 centímetros. Como un puente entre el pasado y la época actual, la sala de los mexicas ostenta orgullosa un retrato del emperador Cuauhtémoc, pintado por el artista guanajuatense José Chávez Morado.

COEXISTENCIA CON EL ARTE CONTEMPORÁNEO

El Museo Nacional de Antropología es mucho más que un recinto para albergar y exhibir piezas arqueológicas de México. La majestuosa edificación blanca, que se yergue en el bosque de Chapultepec, es también un espacio para el disfrute del arte contemporáneo porque está ricamente adornado con pinturas de caballete, murales y celosías de talentosos exponentes de la plástica mexicana como Raúl Anguiano, José Chávez Morado, Luis Covarrubias, Manuel Felguerez, Rufino Tamayo y del guatemalteco Carlos Mérida. La sola contemplación de esas creaciones artísticas merece la visita al museo, así como la observación de la fuente conocida como la sombrilla, esculpida por los hermanos José y Tomás Chávez Morado.

CULTURA PARA LLEVAR A CASA

Los fines de semana, cuando más visitantes llegan al museo, se venden en los pasillos del patio central unos cuadernillos bien ilustrados y de bajo costo (quince pesos en promedio), son las cédulas de sala, materiales didácticos creados por especialistas, en su mayoría arqueólogos y etnólogos que trabajan en el propio museo, para proporcionar información confiable y con un formato atractivo, especialmente para los niños y adolescentes que acuden al recinto en busca de datos para sus tareas escolares. Son especialmente solicitadas por el público las cédulas de las salas Maya y Mexica, la primera ostenta en su portada una reproducción de la lápida del sarcófago de Palenque, Chiapas; en tanto la portada de la cédula de la sala Mexica exhibe una viñeta que recrea la Fundación de Tenochtitlán, según el Códice Durán. Ambas cédulas cuentan en su interior con juegos para iluminar. En el 2010 se puso a disposición del público el cuadernillo denominado El juego de pelota, prehispánico y actual entre los indígenas.

La vocación social de quienes realizan esas publicaciones es notable, están  conscientes de que muchos estudiantes de escasos recursos económicos acuden al museo en busca de información para complementar sus cursos escolares, por ello también se ponen a la venta investigaciones que constan en hojas sueltas, como la titulada El noroeste, sierras, desiertos y valles, de la autoría del ednólogo Donaciano Gutiérrez. A través de este material didáctico podemos obtener una visión panorámica de las lenguas y costumbres de los grupos rarámuri (o tarahumaras), seris, yaquis, guarijíos, pápagos, pimas y tepehuanos del norte.

SOBRE LAS FUENTES CONSULTADAS

Este artículo se sustenta en varias observaciones que he realizado al museo, mismas que han sido constatadas con otras fuentes documentales como revista Arqueología Mexicana, edición especial, número 1, México. Catálogo esencial, Museo Nacional de Antropología, 100 obras, México, Artes de México y del mundo, 2011.