Sembrando incertidumbre*

Publicado el 9 de enero de 2014

Pedro Salazar Ugarte
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
pedsalug@yahoo.com

Desconcierta la obsesión mexicana con los temas electorales. Como en aquella película del “Día de la marmota” los mexicanos atestiguamos con indolencia reformas electorales que se repiten una y otra vez; tradicionalmente al cabo de las elecciones presidenciales. No importa que hayan habido votaciones copiosas, conteos puntuales y alternancias recurrentes, a nuestros legisladores, les encantan los ajustes a la legislación electoral. Cada tres años, apenas se apoltronan en sus curules, inicia la lluvia de iniciativas en la materia. El hecho de que ahora los acuerdos maduren en el seno del Pacto por México no altera el guión de la película: lo que importa es que, de nuevo, como siempre, seremos espectadores de otra reforma electoral.

Es esta ocasión –a pesar de las críticas de expertos y entendidos- todo indica que la finalidad principal será la nacionalización de la materia. Se trata de una necesidad creada que nadie ha logrado defender de manera convincente pero que los panistas impulsan entusiastas y exitosos. Lo paradójico es que, al hacerlo, han terminado por inyectar incertidumbre en un ámbito en el que, después de muchos sobresaltos, había llegado la calma. Por lo pronto han puesto en crisis al Instituto Federal Electoral. Con la salida de Leonardo Valdés y tres de sus colegas en estos días el IFE será encabezado por un órgano de dirección mermado e incompleto. Funcionando con cuatro de sus integrantes, el Consejo General, será incapaz de atender y resolver los múltiples asuntos que provienen de la rutina electoral y de las dinámicas que los propios partidos provocan. Para colmo, con la idea de crear al Instituto Nacional de Elecciones no se sabe cuándo se nombrará a los consejeros faltantes ni qué pasará con los actuales.

Si nos atenemos a los hechos y a los dichos de estos días sabemos lo siguiente. Existe una silla vacante en el Consejo General desde febrero de este año cuando Sergio García Ramírez renunció a ese órgano colegiado. Los diputados iniciaron un procedimiento para reemplazarlo, manosearon los nombres de  los ciudadanos que atendieron a la convocatoria, desoyeron al Tribunal Electoral y nunca lo sustituyeron. Hace algunos días, se emitió una nueva convocatoria para, supuestamente, salvar esa omisión y, de paso, nombrar a tres consejeros más y al nuevo presidente. Sin embargo, todos los días escuchamos declaraciones de líderes partidistas que anuncian el nombramiento de once nuevos consejeros. Es decir, que no se descarta la idea de realizar una renovación total y una ampliación del Consejo General.

Lo primero sería un atropello constitucional. Los consejeros que siguen en sus cargos –Baños, Nacif, Marván y Córdova- fueron nombrados por nueve años como establece la constitución. Así que la operación para reemplazarlos, aunque fuera mediante una reforma constitucional, sería un acto ilegítimo. Un manotazo desde el poder sobre el derecho que anunciaría que la constitución no es el marco normativo que ordena a la política sino un conjunto de disposiciones a merced de los políticos. De paso significaría que la autonomía constitucional de los órganos garantes es solo una fórmula retórica que, desde el poder, puede pisotearse. Un crudo recado para los titulares de los flamantes institutos de Evaluación Educativa, de Telecomunicaciones y de Competencia.

Por si no bastara, con esa decisión, se mermaría la legitimidad política de las elecciones del año pasado con lo que se derramaría agua en el molino de los que clamaban fraude y celebrarán el reemplazo como confirmación de sus sospechas. Lo sorprendente es que el gobierno no parece reparar en ello. ¿Cómo no ver que la magullada será la elección de Peña Nieto? Es verdad que al Presidente le gusta gobernar con “realismo pragmático” y que, por ello, parece dispuesto a canjear esta reforma por otras. Pero podría salirle cara la maniobra. En este tema –creo- el realismo invita a la prudencia incluso al paladín de los pragmáticos.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en El Universal, el 31 de octubre de 2013