De izquierdas y de derechas en el México de la Segunda Guerra Mundial. El general Francisco J. Múgica y Salvador Abascal arriban al Territorio Sur de la Baja California

Publicado el 26 de marzo de 2014

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
aguillenvic@gmail.com

A más de setenta años de la llegada del general Múgica al gobierno del Territorio Sur de la Baja California, y de la decisión del líder sinarquista, Salvador Abascal, de llegar a fundar una colonia de sus correligionarios en Sudcalifornia, vale la pena hacer algunas reflexiones sobre la presencia, en la media península, de estos dos polos de la política nacional de la primera mitad de los años cuarenta del siglo XX.

  1. La primera de ellas se refiere a uno de los temas que toca el excelente trabajo de Jean Meyer sobre el sinarquismo, a saber, la importancia nacional, y hasta cierto punto internacional, que representa el arribo de Abascal a tierras sudcalifornianas después de su renuncia a la dirección nacional de la Unión Nacional Sinarquista.  La salida del carismático líder es la derrota de la línea dura de ese movimiento de derecha, un frente de oposición al gobierno mexicano y a los Estados Unidos de América durante la  Segunda Guerra Mundial.  El historiador franco-mexicano da luz sobre lo provechoso que resultó la decisión de Abascal para la administración avilacamachista y para los norteamericanos, precisamente en los momentos en que éstos entran a la conflagración internacional después del ataque japonés a Pearl Harbor.

    Deseo sólo resaltar aquí el hecho de que el sinarquismo de Abascal era la única oposición que tenía el gobierno de Manuel Ávila Camacho si miramos a lo que acontecía en el otro polo del mundo político mexicano: la izquierda.  Hay que recordar que la principal organización izquierdista en aquel entonces era el Partido Comunista Mexicano, preocupado en esa época por llevar adelante la línea del Congreso de la Internacional Comunista, dictada por el Partido Comunista de la Unión Soviética.  Se trataba, en síntesis, de operar una serie de alianzas para constituir el Frente Popular, una amplia coalición antifascista que cobijara a distintas fuerzas de muy variado origen y composición.  El PCM consideró que el partido oficial, el Partido de la Revolución Mexicana, antecedente del PRI, era “la forma específica del Frente Popular en México”, para usar los términos del entonces líder de los comunistas mexicanos.   En ese sentido, el PCM apoyó incondicionalmente la candidatura presidencial ávilacamachista porque, según ellos,  “la unión del pueblo es la unidad del PRM”.  Además, a partir de 1940 el comunismo azteca entró en un largo periodo de crisis, de divisionismo, que se inauguró con el Congreso Extraordinario de marzo de 1940.  Sus dirigentes, los reconocidos luchadores sociales Hernán Laborde y Valentín Cama, fueron destituidos y se estableció la tristemente célebre “Comisión Nacional Depuradora”,  bajo la dirección del camarada Vittorio Codovilla, representante de la Internacional Comunista.  Otras organizaciones de izquierda que existieron a principios de los años cuarenta del siglo pasado en México, como la Liga de Acción Política, fundada por los intelectuales Narciso Bassols y Víctor Manuel Villaseñor, e influida por Vicente Lombardo Toledano; o Acción Socialista Unificada, del grupo excluido de la dirección del Partido Comunista Mexicano, tampoco plantearon una crítica seria y una oposición real al gobierno de Ávila Camacho.

  2. El segundo asunto es el significado del encuentro del gobernador del Territorio calisureño, Múgica, y del dirigente sinarquista, Salvador Abascal, en tierras peninsulares, en cuanto se entrecruzan dos tendencias derrotadas por las corrientes dominantes que se erguían en el México de los años cuarenta del siglo veinte. Para ninguno de los dos grupos que se alzaron triunfadores en la sucesión presidencial de 1940, los industriales y los gobernadores de los estados, era bien visto un hombre como Múgica, precandidato del jacobinismo revolucionario; ni tampoco admitían al líder de ese montón de campesinos devotos que no marchaban al compás del proyecto industrializador mexicano. A propósito de la sucesión presidencial de 1940 se ha escrito que la clase media liberal cobró conciencia de su existencia política y le dio al almazanismo un empuje decisivo para disputar la primera magistratura del país.  Faltó decir que en ese mismo año, otra clase media, aquella a la que pertenecía Salvador Abascal, también había valorado su propia importancia y, a la cabeza de la masa campesina sinarquista, se dispuso a presentar un frente de resistencia contra el proyecto industrializador.

    El gusto les duró hasta que Abascal renunció a la dirección de la Unión Nacional Sinarquista y vino a la Baja California a presentar otra forma de resistencia: una colonia que fuera modelo del  mundo que se estaba perdiendo, único baluarte que les quedó a los sinarquistas para resistir al avance incontenible del modelo económico que iría poco a poco destruyendo las posibilidades de su ideal.

  3. Quisiera apuntar, al final, algo sobre el sentido de la Colonia María Auxiliadora y su impacto en la vida sudcaliforniana. No se  proponía “misionar” en la media península, como aquellos jesuitas de la época colonial. Sin embargo, el trabajo cotidiano de aquellos colonos que se quedaron después de 1944 sembró la colonización del Valle de Santo Domingo, el corazón agrícola de Baja California Sur.