Tribunales o medios de comunicación: ¿Quién tiene la palabra?

Publicado el 3 de abril de 2014

Mauricio Figueroa-Torres
Representante legal de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho, UNAM
@MaufT
figuerres@comunidad.unam.mx

En la mañana del 3 de abril de 2014, Noticias MVS publicó un reportaje, en virtud del cual, se mostraban evidencias de una supuesta “Red de Prostitución” que era operada desde el corazón de la sede del Partido Revolucionario Institucional en el Distrito Federal.

El reportaje narra la travesía de una reportera, parte del equipo de trabajo de Noticias MVS,  que agenda y concreta una entrevista para trabajar como “auxiliar administrativa” en las instalaciones del PRI en la Ciudad de México.  La reportera, ocultando su identidad, se hace pasar por una interesada en dicha vacante laboral, y es informada de todas las actividades y tareas que deberá desempeñar en caso de ser aceptada, en las que destacan, tener contacto sexual con el dirigente local del PRI, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.

Inmediatamente, comenzó a circular en las redes sociales la noticia, en la que en twitter se llegó a crear el trend topic #PRIDF, y se generó una gran cantidad de publicaciones con el hashtag #RedDeProstituciónPRIDF; en Facebook, la noticia era compartida en una cantidad excesiva de perfiles. En los espacios virtuales, todos los usuarios ya teníamos elaborado nuestro propio dictamen: dirigente del PRI DF, culpable.

Ciertamente la prostitución y la trata de personas son temas que nos sensibilizan, pues la dignidad humana y el respeto por la integridad de las personas se han vuelto pilares fundamentales para comprender el adecuado funcionamiento de nuestra sociedad actual. La lista de insultos, descalificativos, e incluso de propuestas de condena para Cuauhtémoc Gutiérrez era impresionante.

No es difícil que, de manera casi inmediata, llegue a nuestra mente el caso de la ciudadana francesa, Florence Marie Louise Cassez Crepin, quien fue sentenciada por el gobierno mexicano por vínculos con la banda Los Zodiacos. Después de una gran discusión de las violaciones a su derecho al debido proceso, la Suprema Corte de nuestro país, decidió liberar a Cassez, pues la interferencia de la recreación mediática de su detención, y difusión de la misma, entorpeció el proceso judicial, a manera tal que el juicio seguido en su contra estaba viciado desde sus orígenes, algo que nos muestra el principio del derecho probatorio norteamericano: fruit of the poisonous tree.

Si bien es cierto que los hechos y particularidades del caso Cassez no hacen una analogía exacta al presente asunto, es ineludible que el punto clave del tema es la interferencia de los medios de comunicación en el proveer de la justicia. Ciertamente la opinión pública es sumamente importante para el desarrollo y perdurabilidad del Estado de Derecho, pero tenemos que tener especial cuidado en la formulación de opiniones colectivas, y respetar que cada quien tenga un criterio propio.

Es verdad que el trabajo de los periodistas debe de ser recocido y valorado. Realizar un reportaje de este nivel, precisamente, requiere gran esfuerzo y dedicación. Pero no por el hecho de que exista un reportaje de este calibre, tenemos derecho a vestir una toga y dictar sentencias a diestra y siniestra sobre los hechos controvertidos.

Al final del día, el reportaje realizado por MVS es de gran interés, pero no deja de ser meramente un reportaje. No conocemos sus estándares, su procedimiento, rigurosidad, su método y técnica, o inclusive, su veracidad; pues no es una autoridad oficial quien lo lleva a cabo, sino una empresa de medios de comunicación que se rige por sus propios lineamientos.

La fuerza de los medios de comunicación pareciera tal, que nos impone un criterio a priori, en virtud del cual solo reproducimos lo que contienen sus informes, que son meramente para efectos de difusión, y no profundizamos al núcleo del asunto que nos comparten. 

Ha sido efecto de debate, en más de una ocasión, el poder que tienen las grandes empresas televisoras de nuestro país para influir en las opiniones colectivas, en incluso, se les acusa de coincidir con determinadas ideologías políticas; pero pareciera que hoy por hoy, ninguna empresa de medios de comunicación se queda atrás, y ninguna está libre de recibir la primera pedrada, sin importar sus preferencias, o más bien animadversiones, con cualquier ideología existente.

Los que tienen que investigar, analizar, procesar, sentenciar, y en su caso, condenar, son las autoridades competentes, judiciales y gubernamentales. No tenemos el derecho de adelantarnos y empezar a opinar como si ya existiese un veredicto dado. No podemos afirmar que, en el presente caso, la persona en cuestión es un ciudadano ejemplar o un modelo a seguir, pero tampoco podemos descalificarlo o catalogarlo sin contar con las pruebas suficientes y, sobretodo, oficiales. Por supuesto que en caso de ser encontrado culpable, debe ser castigado y cumplir con su condena, pero hasta entonces y no previamente.

Así que antes de que nos sintamos lo suficientemente legitimados para encasillar en algún calificativo a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, dejemos a los tribunales hacer su trabajo. El señor es también un ciudadano, y debe gozar de un debido proceso, con su respectivo derecho de audiencia, presunción de inocencia, apelación, entre otros elementos que contempla nuestro sistema jurídico. Los Derechos Humanos se concibieron para ser aplicados sin distinción, pues es un consenso universal que todos deben de gozar de ellos, independientemente si dichos individuos son de nuestro agrado o no.

Pareciera que muchas veces que dichos derechos son como un comodín, pues la practica nos invita a pensar que hacemos uso de ellos solo cuando implican cuestiones de imagen. Por ejemplo, si fuera el caso en que una mujer es despedida de su trabajo por estar embarazada, todos concordaríamos en defenderla bajo la bandera de los Derechos Humanos; pero si se tratara de un presunto narcotraficante que es capturado por autoridades del Estado, y al día siguiente es encontrado muerto, ¿seríamos realmente capaces de reprobar dicho acto bajo el escudo de los Derechos Humanos? ¿Acaso los Derechos Humanos son solo para los buenos?

Temas como el de Cuauhtémoc Gutiérrez continuamente generan gran polémica, en los que cada quien tiene derecho a formar su criterio propio, pero hay que ser mesurados en nuestros pronunciamientos y aseveraciones, pues una cosa es emitir una opinión, y otra muy distinta es afirmar hechos que a ciencia cierta no podemos comprobar.

De momento, ni los medios de comunicación tienen porque tomar el papel del Ministerio Público, ni nosotros el de los jueces o magistrados; pues es la ley y nuestro sistema judicial quienes tienen la última palabra.

Decía Aulo Gelio que la verdad es hija del tiempo, y ciertamente, el tiempo es quien nos dirá el desenlace de esta historia.