Del grito de  “puto” en los estadios, a los malos “chistes” sobre la obesidad de Cuauhtémoc Gutiérrez. Discriminación disfrazada

Publicado el 11 de abril de 2014

Ricardo Hernández Montes de Oca
Profesor de asignatura en la DSUAyED de la FCPyS-UNAM y técnico académico del Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
rhmontesdeoca@gmail.com

La discriminación está presente en la vida del mexicano, desde la apariencia, hasta la condición económica, se hacen patentes en diversas actitudes que van en contra de nuestra naciente democracia, despreciar a una persona, burlarse de ella, hacer mofa de su sobrepeso, gritarle “puto” al portero del equipo contrario en los estadios, entre otras conductas, en el fondo tienen un sentido de discriminación hacia lo que se considera “diferente”.

Reciente es el caso de las acusaciones contra Cuauhtémoc Gutiérrez, dirigente del PRI en el Distrito Federal, en donde se le señala como operador de una red de prostitución, utilizando el dinero que del erario público se destina para las actividades operativas de los partidos políticos. Lejos del condenable hecho, el cual las autoridades correspondientes deben investigar a fondo y castigar con todo el peso de la ley, el tribunal de la santa inquisición ciudadana ya sentenció, la presunción de inocencia es casi un mito en nuestra sociedad, con los señalamientos basta.

Pero aún más lamentable es el hecho que sobre la apariencia del mencionado líder se ha desatado una desagradable cantidad de burlas en las redes sociales, parece que la obesidad es un defecto y no una enfermedad, aunque si fuera un defecto ¿de verdad tenemos derecho a hacer mofa?

Quizá no somos capaces de notar que si nos burlamos de la obesidad de un persona en realidad nos estamos burlando de todas las personas, millones, que sufren de obesidad o sobrepeso en este país, quizá no somos capaces de notar que al mismo tiempo nos estamos burlando de amigos y familiares que sufren de este problema, y al hacer burla de esto la discriminación se hace presente, señalamos al diferente, al que no consideramos nuestro “semejante”.

Así, nuestro país, desde que tolera el grito de “puto” en los estadios, que lejos de que se ha convertido en una “tradición” en los partidos de futbol, lo único que refleja es una actitud intolerante, y se divierte burlándose de la apariencia de una persona, hace de la discriminación un hecho común, quizá sin notarlo, pero de que lo hace no hay duda.

Estas actitudes de burla hacia los demás, donde las apariencias importan más que los hechos, solo reflejan una sociedad poco democrática, donde el respeto al otro, al que consideramos “diferente”, no se hace presente.

Tal vez sea el momento de pensar qué tipo de ciudadanos somos y qué tipo de ciudadanos queremos ser, porque en la medida en que cada uno de nosotros cambiemos nuestras actitudes la sociedad mexicana podrá madurar democráticamente.