INE: renovarse o morir*

Publicado el 28 de abril de 2014

César Astudillo
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
@AstudilloCesar
cesar@unam.mx

En su devenir, las instituciones del Estado son producto de actos puntuales en el tiempo pero a su vez forman parte de los procesos históricos que les preceden. El nacimiento del INE se debe a la reforma constitucional de febrero de 2014, pero no puede concebirse sin la arquitectura institucional que desde octubre de 1990 consolidó paulatinamente el IFE.

Si bien es cierto el tránsito del IFE al INE bajo similares estructuras organizativas, espacios físicos, capital humano, recursos materiales y partidas presupuestales garantizan la confiabilidad en la organización de los procesos electorales, no debe perderse de vista que todo nacimiento representa una ventana de oportunidad para renovarse.

La toma de posesión del consejero presidente y de los consejeros electorales fue la muestra más palpable del tránsito natural entre una institución que deja de existir y otra que nace sin mayores sobresaltos. Sin embargo, detrás de esa aparente normalidad debe acometerse a un gradual pero incesante cambio en las dinámicas institucionales de una organización de dimensiones mayúsculas, que a lo largo de más de dos décadas acumuló estilos y prácticas que hoy necesitan un fuerte sacudida.

Esta oportunidad de renovación pasa por advertir que la confluencia de las visiones y perspectivas de los recién estrenados consejeros debe proyectarse en el establecimiento de nuevas reglas y en el despliegue de nuevas actitudes en la discusión de los asuntos en el Consejo General, en la mesa de consejeros, en las comisiones, comités y, en general en todos aquellos espacios que requieran de la decisión colectiva.

Pasa también por una trascedente toma de decisión respecto a la configuración interna de la autoridad electoral, y la designación de los funcionarios que inicialmente habrán de acompañar a la institución en la organización de los comicios de 2015. La designación de los funcionarios de primer nivel de la rama ejecutiva pondrá sobre el escenario la oportunidad de decidir a favor de una sana continuidad institucional, cuando el perfil de los funcionarios y la evaluación de su desempeño lo amerite, o bien por la necesidad de relanzar las funciones de determinadas áreas a través de nuevos encargados. En este punto, la designación del Secretario Ejecutivo, cuya propuesta está constitucionalmente conferida al Consejero Presidente, aparece como la decisión más significativa, ya que no solamente tiene la representación legal de la institución, sino que es quien articula y opera las decisiones tomadas por el Consejo a través de la Junta Ejecutiva, tiene a su cargo la administración de la institución, es el eje articulador de los órganos centrales y descentralizados del Instituto, sin dejar de advertir que muy probablemente será el encargado de articular las relaciones con los instituto electorales de las entidades federativas.

Hay sin duda, un cúmulo de atribuciones que pondrán al nuevo INE en la tesitura de optar por la continuidad y el mantenimiento de personas, órganos, procedimientos y conductas, o de afrontar el reto de generar un auténtico punto de inflexión en la organización y en la dinámica electoral. Hay otras que de inmediato habrán de probar la independencia de la institución y de sus nuevos inquilinos y que son de esas decisiones que sin lugar a dudas marcarán la historia de la actual institución.

La permanencia en ocasiones es sinónimo de estabilidad, certidumbre, pero otras veces de comodidad. El cambio puede entenderse como innovación, como elemento de incertidumbre pero también como síntoma de valor. Es necesario entonces madurar adecuadamente las decisiones para advertir con puntualidad en qué situaciones o contextos se hace necesario optar por mantener las cosas como están, por realizar pequeño ajustes o, en el extremo, por iniciar grandes cambios. La composición de once voluntades, sin duda, es la mejor garantía de que las decisiones tomadas estarán debidamente discutidas y suficientemente ponderadas. Las primeras decisiones no hacen camino, pero sin duda marcan una ruta e imprimen un determinado sello personal.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en El Universal, el 11 de abril de 2014