El pase reglamentado: ¿Tema tabú para la UNAM?

Publicado el 6 de junio de 2014

Mauricio Figueroa-Torres
Representante legal de la Sociedad de Alumnos, Facultad de Derecho, UNAM
@MaufT
figuerres@comunidad.unam.mx

El acceso a la enseñanza superior en nuestro país se ha vuelto un problema estructural que nos invita a reflexionar sobre el futuro de la educación en México. La Subsecretaría de Educación Superior del Gobierno Federal estima que en el año 2013 el número de aspirantes rechazados, tan sólo de las principales universidades públicas del país (UNAM, UAM e IPN), ascendió a cien mil.1

Anualmente la Universidad Nacional Autónoma de México rechaza entre el 85% y el 90% de los aspirantes provenientes del concurso de selección, salvaguardando la mayoría de los espacios para el alumnado proveniente del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), quienes ingresan a la Universidad haciendo uso del denominado “pase reglamentado”.

La existencia del pase ha sido objeto de una serie de debates muy extensos, entre los cuales destaca la magistral discusión plasmada en el libro “La UNAM: El debate pendiente”, coordinado por Pablo Latapí Sarre, Javier Mendoza y Roberto Rodríguez.

Existen dos fuertes posturas respecto a este tema: quienes abogan por la perdurabilidad del pase y los que exigen su escrutinio e incluso su posible erradicación, pues es un mecanismo que asegura el acceso a la educación de unos cuantos pero que reduce de manera impresionante las posibilidades de ingreso a otros.

Por un lado, existen argumentos sólidos a favor y defensa del pase reglamentado:

1) Para empezar, hay que admitir que sería absurdo cegarse ante los procesos históricos propios de la UNAM y no aceptar que el respeto al pase reglamentado (antes automático) es de alguna manera una “conquista histórica” por parte de diversos activistas estudiantiles.

2) También es cierto que las estadísticas demuestran que el número de estudiantes que ingresan a la UNAM por pase reglamentado pertenecen a situaciones socioeconómicas menos favorables que aquellos que acceden por concurso de selección (examen de ingreso), y mientras estos últimos tienen, por lo general, más posibilidades de cubrir los costos de la educación privada, los primeros no.

3) Adicionalmente, es verdad que la UNAM cuenta con un sistema propio de educación a nivel bachillerato, el cual evalúa de manera constante a sus estudiantes de nivel medio superior, y que es la misma Universidad la que diseña dichos programas y planes de estudio, por lo que volver a examinarlos para ingresar a la licenciatura haría parecer que la UNAM está desconociendo su propio sistema y a su propio alumnado.

4) También es cierto que, en su momento, los estudiantes de los planteles de la ENP y CCH realizaron un examen para ganar un lugar en alguno de los tan prestigiados planteles.

Todo esto constituye la plataforma para la defensa del pase reglamentado de la UNAM, pero también existen argumentos válidos que avocan por lo contrario, y que si son puestos sobre la balanza, no sabríamos qué lado defender pues el punto de estos argumentos no es la erradicación del pase, sino un análisis de su problemática y funcionamiento:

1) Antes que nada, y partiendo de la propia existencia del pase, resultan innegables las diferencias, muchas de ellas abismales, que existen entre los propios planteles de educación media superior de la UNAM. No existe un verdadero parámetro de uniformidad en la preparación de los estudiantes de los diversos campus del nivel medio superior de la Universidad.

Sería muy terco señalar que no existen amplias desigualdades entre los niveles de rigurosidad, metodologías de evaluación, umbrales de exigencia y procesos de enseñanza dentro de la familia de bachilleratos de la UNAM. Por ejemplo, si un alumno desea entrar a la Facultad de Arquitectura, resulta incoherente pedirle el mismo promedio de 7.52 a un alumno de la ENP 6, que a uno del CCH Oriente, y viceversa.

¿Esto qué desencadena? Que no exista un conocimiento real de la preparación de los estudiantes de bachilleratos de la UNAM, que no haya una manera congruente de medir la suma de sus capacidades y aptitudes de ingreso a la Universidad, por lo que el pase reglamentado es incapaz de reflejar el verdadero nivel de preparación de los aspirantes.

Si la UNAM exigiera un examen a sus alumnos de bachillerato que desean continuar con su formación profesional, no estaría renegando de su propio sistema ¿o acaso lo hace con sus egresados de licenciatura cuando son examinados para ingresar a la maestría? ¿O lo hace cuando le exige examen de admisión a sus egresados de maestría que anhelan el doctorado? ¿Reconocer y premiar la excelencia académica significa cuestionar su propio sistema?

2) Ahora bien, si la discusión se centra en la defensa del pase reglamentado a raíz de que los estudiantes de los bachilleratos de la UNAM previamente han presentado un riguroso examen para ingresar a la ENP o al CCH, el argumento resultaría sumamente débil. Cada etapa tiene su función y su ciclo, la preparatoria cumple con determinados fines y objetivos, y la universidad con otros propios. No se puede equiparar un examen realizado por la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS), organización en la que concurren 9 instituciones, entre ellas, la UNAM, con el Concurso de Selección a nivel licenciatura para ingresar a la Máxima Casa de Estudios.

El primero es un examen de colocación, a fin de asignar lugares en las múltiples instituciones de educación media superior de la Ciudad de México, pues el gobierno está obligado a dar cumplimiento a este nivel de enseñanza, y en caso de que el aspirante no cubra el puntaje requerido por su plantel enlistado como primera opción, ya sea la ENP o el CCH, se le asigna otro correspondiente a su desempeño y orden de preferencia, pudiendo ser alguno de los bachilleratos de la UNAM, o bien, un plantel del CECyT, del Conalep, o del Colegio de Bachilleres, entre otros: independientemente si este es del agrado o no del aspirante, las posibilidades de quedar sin un lugar son sumamente reducidas.

Contrariamente, un aspirante en Concurso de Selección a nivel licenciatura jamás tendría la oportunidad de estipular como primera opción Medicina en CU, y en caso de no alcanzar el puntaje requerido, solicitar como elecciones alternativas la FES Iztacala, la UAM o el IPN. Esto es porque la educación a nivel superior no es de carácter obligatorio, no es un mandamiento del Estado. Mientras que la prueba de la COMIPENS es un examen de asignación, el Concurso de Selección es un examen de admisión. ¿Realmente el nivel de exigencia es el mismo? ¿Se pueden equiparar tres años de evaluación cotidiana ―en algunos casos cuatro― en los bachilleratos de la UNAM con la presión de las puntiagudas horas del Concurso de Selección?

3) Por otro lado, vale la pena recordar que el carácter de la UNAM es nacional. Dado que el pase reglamentado es aplicable únicamente para los bachilleratos de la institución que sólo se encuentran en el Distrito Federal y Área Metropolitana, y son precisamente sus estudiantes los que ocupan la mayoría de los pupitres en las aulas, se está limitando el carácter nacional y multicultural de la Universidad.

Mucho se ha señalado que aquellos estudiantes del interior de la república que deseen estudiar la licenciatura, lo hagan en las universidades públicas de sus Estados y localidades, de ser así, los primeros que tendrían que anotarse en la lista son los capitalinos y mexiquenses e inscribirse en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

4) Tan sólo en el 2009, cada alumno de nivel licenciatura en la UNAM tenía un costo de $48,323.50 anuales.2 Esto nos invita a repensar la gran responsabilidad que implica ocupar un lugar en las aulas de la Universidad. Según el propio sistema de estadística de la UNAM, de la totalidad de estudiantes que ingresaron por pase reglamentado en el 2013, el 13.37% presentó más de siete exámenes extraordinarios en sus estudios de bachillerato, en contraposición al 6.16% de aquellos provenientes por Concurso de Selección. Asimismo, el 16.98% de los alumnos de pase reglamentado recursó más de tres materias durante el bachillerato, en comparación al 6.8% de aquellos que ingresaron por examen. Por último, de los alumnos que ingresaron por pase reglamentado, el 13.73% obtuvo un promedio superior a 9.0 en sus estudios de bachillerato, en contraste al 19.44% de los estudiantes que realizaron el concurso de selección.

También es de entenderse que la mayoría de desertores de la Universidad son alumnos que ingresaron por pase reglamentado, pues no siempre tienen acceso a la licenciatura que verdaderamente desean y son enviados a una licenciatura ajena a sus intereses, por lo que optan por abandonarla posteriormente. ¿Deberíamos de preguntarnos quiénes son capaces de cumplir con las exigencias de cada licenciatura y quiénes deberían optar por otra alternativa educacional?

5) Respecto a la equidad en el ingreso, que quizás sea el argumento más fuerte en oposición e incluso puede ser considerado de corte liberal, podemos afirmar que el pase reglamentado rompe con la igualdad de acceso a oportunidades. El pase reglamentado quebranta con los principios de competitividad universitaria, de mayor producción académica, de diversidad y pluralidad. Esto muestra al pase del otro lado de la moneda, como una medida clientelista que obliga a la Universidad a reorientar la demanda de los aspirantes.

En cuanto a este rubro, vale la pena destacar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya se ha pronunciado sobre el tema en el año 2006 por el pase reglamentado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Corte declaró inconstitucional el pase reglamentado por considerarlo un método inequitativo para quienes provienen de otras instituciones de educación media superior, pues otorga un trato desigual y privilegiado a los egresados de las preparatorias de la universidad ante los estudiantes que recibieron educación en otras instituciones.3 ¿Es entonces el pase un método discriminatorio, que promueve la desigualdad de acceso a las oportunidades?

Es ineludible que la enorme demanda de acceso a la educación superior del país tiene que ver con una gran cantidad de factores y que el problema de ingreso a la UNAM está ligado a diversos aspectos transversales a nivel nacional y no es un problema que compete exclusivamente a la universidad. Para empezar, en el mundo actual la educación superior no está concebida para que todo el mundo tenga acceso a ella, pues se rompería con todo el esquema histórico de la misma universidad, pero la gran mayoría de la gente ―principalmente en América Latina― asocia la asistencia a la universidad con el goce de una vida digna y decorosa, la cual todos tenemos derecho a vivir, pero la educación superior no es el único medio para ello.

Actualmente, en lugar de ingresar a una educación superior, muchos jóvenes deberían contar con la opción verdadera y eficaz de una carrera técnica desde un principio, la oportunidad de concluir el bachillerato con una enseñanza técnico-práctica con la infraestructura adecuada. Es necesario crear un escenario capaz de otorgar a los técnicos un buen empleo, preparación y remuneración, como sucede en otras sociedades ―adicional a una evolución cultural― tenemos que dejar de sesgar o prejuzgar y empezar a valorar, a ver el papel que la educación técnica juega en el desarrollo de un país. El generar una estructura para emplear a los técnicos mexicanos y educarlos con altos estándares de calidad no sólo solventaría la alta demanda a la universidad en México, sino también atacaría los índices de desempleo.

¿Y el pase reglamentado? Se han planteado una infinidad de alternativas que no acabaríamos de enumerar, unas más viables que otras, pero hay que reconocer que la solución no es eliminarlo, pues se pondría en jaque a la Universidad. Es necesario ver en contexto la situación y analizar cómo una conquista histórica tiene que atender tiempos y causas, que hoy por hoy la UNAM tiene que mantenerse al día y exigir más de sus alumnos, pues son ellos los que tendrán que ser los protagonistas del desarrollo de nuestro país.

¿Y existen alumnos de excelencia en los bachilleratos de la UNAM? Por supuesto que sí, hay estudiantes muy brillantes y sobresalientes, por lo que hay que reconocer su esfuerzo y dedicación al diferenciarlos de quienes no aprovechan ni cumplen con la rigurosidad de las aulas. Para aquellos alumnos que se toman en serio el papel de la Universidad, resulta también injusto que no se respeten ni reconozcan su capacidad y compromiso ante las exigencias actuales de la educación.

Por ello es necesario traer el tema a una discusión formal,  analizar todos sus aspectos transversales. No es válido dar por sentada y eterna la problemática del pase reglamentado por temor a las acciones de intolerancia que desencadenaría su escrutinio, hay que darse cuenta que así como las sociedades evolucionan, la Universidad Nacional Autónoma de México tiene que evolucionar también.

Se trata de un asunto sumamente complejo que debe ser discutido a profundidad, no puede continuar como un tema tabú que las autoridades eviten hablar o rechazar abordar de fondo. Y para el propio bien de la Universidad, este sin duda alguna debe de ser uno de los puntos en la agenda de la próxima Rectoría en el 2015.

Ese es el pase reglamentado de la UNAM, que mientras unos lo ven como un cáncer en proceso de metástasis que está llevando al acabose a la Máxima Casa de Estudios, otros lo ven como una conquista histórica que trata de poner un poco de equilibrio a la gravísima desigualdad social en la que vivimos.

NOTAS:
1. Entrevista al Dr. Fernando Serrano Migallón, Subsecretario de Educación Superior de la SEP, por Adriana Pérez Cañedo en Once Noticias (Once TV) el 6 de agosto de 2013: goo.gl/S3KbvL.
2. Lozano Tovar, D. et al “El Financiamiento a la Universidad Nacional Autónoma de México”, Reporte Especial No. 82, Centro de Análisis Multidisciplinario – Facultad de Economía UNAM, página 16.
3. “Declara inconstitucional la SCJN el pase automático en la Autónoma de Puebla”: www.jornada.unam.mx/2006/02/02/index.php?section=estados&article=041n1est.