Los tiempos que vienen: el futuro de la abogacía

Publicado el 4 de noviembre de 2014

Julio Téllez Valdés
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
jurismatica@yahoo.com

Qué le depara a la abogacía en un mundo cada vez más interconectado. Esta es una pregunta que todos los estudiantes y profesionistas del Derecho debemos tener en mente, más aún, es una pregunta a la cual debemos imaginarle una respuesta. El leitmotiv de todo esto no es para que, llegado el momento, aplaudamos a quien más cerca estuvo de adivinar el futuro, sino para que pongamos en marcha estrategias que nos permitan explotar al máximo nuestra profesión.

Los avances tecnológicos han puesto sobre la mesa una oportunidad de oro para que, quienes haciendo uso de ellas, innoven en el mundo de la abogacía. Aquellos que dejen pasar por alto esta oportunidad se condenan a sí mismos a quedarse varados en un territorio del cual sólo es posible salir haciendo uso de la creatividad, un territorio que para muchos es símbolo de monotonía, de levantarse todos los días para arreglar tal o cual asunto en x o y juzgado. Los estudiantes que hagan caso omiso de la consigna señalada en el inicio de este párrafo, están destinados, en el mejor de los casos, a ser la base de una pirámide caracterizada por tener en lo alto a una persona que tal vez supo aprovechar mejor las bonanzas que esta era ha traído consigo.

La innovación muy difícilmente puede concebirse sin la colaboración de los diversos agentes que son parte de la sociedad. En el caso que nos atañe, nosotros como abogados seremos incapaces de innovar -a no ser que seamos unos genios- sin antes adoptar un espíritu que nos permita colaborar con nuestros pares abogados. Las nuevas tecnologías de la información abrigan la posibilidad de que logremos con más facilidad lo anterior. El Internet es, sin duda, el ejemplo más emblemático y a su vez útil para lograr dicho objetivo. Quienes son parte de mi generación –huelga decir que tengo más de 50 años- veíamos, en nuestra juventud, muy distante el hecho de que pudiéramos comunicarnos  de forma instantánea con alguien que se encontraba a miles de kilómetros de distancia de nosotros. No obstante, con el Internet, ahora es posible. Si es así, por qué no creer que podemos establecer una relación de colaboración profesional con abogados que residan en el interior de la república, o incluso, fuera de ella.

La finalidad de innovar en el mundo de la abogacía es simple, con ello se busca construir nuevos constructos que permitan a la sociedad convivir de una manera más pacífica. Debemos ser conscientes que nuestro cometido como abogados no es ver a nuestra profesión como un medio sino como un fin que está dirigido a proveer de soluciones a problemas que pudieran considerarse los causantes de las desgracias humanas. Ver la abogacía como un medio supone, de inicio, desnaturalizar su función conciliadora para mutarla en una función que única y exclusivamente busca el beneficio de quien la ejerce.

La colaboración va de la mano con la apertura. Con apertura me refiero al hecho de compartir sin ningún interés más que el de la creación de ideas innovadoras toda la información que se requiera, y que ésta esté disponible para ser utilizada sin ninguna limitante. Si quisiéramos hacer un parangón de lo anterior, tendríamos que hacer referencia a lo que supone ingresar al código fuente de un software. Quienes han tenido un acercamiento con la programación sabrán a lo que me refiero, pues para poder mejorar un soporte lógico de un sistema informático es indispensable acceder a las líneas de texto que fungen como las instrucciones que debe seguir la computadora, para así modificarlas y lograr que siga nuestras órdenes.

El primer postulado para el abogado que desee innovar radica en familiarizarse con el uso de las nuevas tecnologías de la información, pues son ellas la plataforma que posibilita la colaboración. Otra cosa muy importante, quienes se sumerjan en el mundo colaborativo deberán olvidarse de los honorarios exorbitantes. Los altos honorarios, una vez inmerso en dicho mundo, se convierten en algo utópico, pues la información y el conocimiento no son más una mercancía. Los usuarios, en este caso quienes  requieran de la ley para resolver conflictos, demandaran la información sin más paga que el agradecimiento. Un ejemplo que puede servir mejor para comprender la magnitud de lo dicho son las starups jurídicas1 que tienen como objetivo que los usuarios contacten con un abogado para que este los asesore en tiempo real, ya sea por videollamada o por mensajería instantánea, sin costo alguno. La idea de esto es, en principio, encaminarlo para que  posteriormente el usuario tome una decisión, la cual puede ser que él mismo pida ante los tribunales lo que a su derecho convenga, o que contrate al abogado que lo asesoró para que éste sea quien lo represente. Esta idea innovadora, como es de esperarse, no hubiera sido posible sin la colaboración entre pares.

Estudiantes y profesionistas del Derecho: el futuro de la abogacía está en el mundo colaborativo, un lugar en el cual es posible innovar a fin de impactar positivamente la sociedad y en el que las jerarquías ceden su lugar a redes de colaboración, en las que todos los abogados se ganan el prestigio de la sociedad en base a las acciones que realizan y no en cuánto dinero detentan.

NOTAS:
1. Un buen ejemplo es el de Simpley, una startup que busca resolver de forma gratuita cualquier asunto sencillo. Tratándose de casos complejos, pone a disposición del usuario un catálogo de abogados del cual puede echar mano para resolverlos. Cfr. www.simpley.es/