Una nueva sociedad para el Derecho

Publicado el 4 de noviembre de 2014

Julio Téllez Valdés
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
jurismatica@yahoo.com

Las décadas finales del siglo pasado marcaron el fin de una era y el inicio de otra representada por la aparición de nuevas tecnologías capaces de interconectar a los individuos en grandes redes de comunicación. La industria y la agricultura, como consecuencia, cedieron su lugar como portentos de la economía a un sector que tiene como principal fuente de productividad a la tecnología de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos1.

El vertiginoso desarrollo tecnológico de esta sociedad no sería posible sin la información y sin el procesamiento de la misma. Lo que ocurre, además, es que la información se ha convertido en el elemento clave para la producción. Un insumo que, al aplicarse para mejorar otra información, dará como resultado mejor y más información. La información es, en esta era, materia prima, capital y producto2. Infraestructuras como Sillicon Valley, en Estados Unidos, y el centro de innovación Skolkovo, en Rusia, son el mejor ejemplo de cómo su aplicación puede desembocar en la creación de tecnología capaz de cambiar nuestro entorno físico y de ofrecernos alternativas antes insospechadas.

Dichas alternativas han dado la pauta para que los ciudadanos encuentren soluciones innovadoras a problemas que anteriormente parecían no tener respuesta. Las instancias políticas, anteriormente creadoras de soluciones, parecen dejar este tipo de procesos a sectores de la sociedad. Este repliegue, notoriamente claro en países desarrollados, responde a una lógica de apertura, la construcción de una estructura social en donde todos puedan intercambiar ideas con la intención de generar nuevos y mejores servicios. Los mejores ejemplos de lo anterior son, sin duda, las políticas de Gobierno Abierto, las cuales tienen como objetivo la creación de plataformas en las cuales se posibilite la colaboración ciudadana con el gobierno.

La Sociedad de la Información ha traído consigo una serie de beneficios para quienes, haciendo uso de las nuevas tecnologías de la información, forman parte de ella. La facilidad con que estas tecnologías permiten manejar la información es la principal causa de lo anterior.

Es así que, como individuos parte de esta sociedad, tener acceso a la información se convierte en una condición necesaria para nuestro desarrollo. El hecho de tomar decisiones correctas es causa, en la mayoría de los casos, de un proceso de análisis y evaluación de la información a la que hemos accedido.

A manera de representación podríamos pensar en Mirco Czentovicz3, quien gracias a  la información trasmitida por el lenguaje corporal de su rival, el enigmático Dr. B, pudo vencerlo en la partida de ajedrez que disputaban.  En el mismo tenor, pensemos qué hubiese sucedido si, en 1812, Napoleón hubiera tenido conocimiento de lo que tramaba el ejército ruso al conducir a sus tropas a territorios en donde el clima gélido sería un factor clave para perder aquella batalla –la cual causó la pérdida de casi todos sus combatientes4-; muy posiblemente, viviríamos en un presente alternativo.

Quienes se han atrevido a imaginar cómo será el mundo en algunos años, como el profesor Yoneji Masuda, de la Universidad de Aomori, en Japón, señalan que nos acercamos a una sociedad libre a través de las computadoras y de la información. Una sociedad informatizada -denominada por el profesor como «Computopía»- en la que no existirán las clases ni poderes dominantes y cuyo núcleo social serán las comunidades voluntarias5.

Las palabras del profesor Masuda, más que una profecía, parecen mostrar una realidad que poco a poco se afianza en nuestros tiempos: sociedades virtuales interconectadas capaces de intercambiar información y conocimiento para la mejora de servicios y productos. De seguir vivo, el profesor Masuda se alegraría, pues la web ha permitido construir mini computopías en donde existe una descentralización repentina y extrema de la información y los datos. La pregunta obligada para todos aquellos que tenemos acceso a las nuevas tecnologías es la siguiente: ¿Estamos listos para el cambio? O, por el contrario ¿Estamos listos para mostrarnos indiferentes frente a las oportunidades que el uso de las nuevas tecnologías presentan para el progreso de nuestra sociedad?.

NOTAS:
1. Castells, Manuel, La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura, Vol. I: La Sociedad Red, 8ª ed., México, D.F, Siglo XXI, 2001, p. 43.
2. Peña-López, Ismael, “Fundamentos Tecnológicos del Derecho de la Sociedad de la Información”; en Peguera Poch, Miquel (Coord.), Principios de Derecho de la Sociedad de la Información, España, Aranzandi-Thomson Reuters, 2010, p.54.
3. Personaje ficticio del libro “Novela de Ajedrez” del escritor austriaco Stefan Zweig. Cfr. Zweig, Stefan, Novela de Ajedrez, España, Acantilado, 2009.
4. Cfr. Zomoyski, Adam, 1812: Napoleon’s Fatal March on Moscow, Estados Unidos de América, HarperCollins, 2004.
5. Masuda, Yoneji, La Sociedad informatizada como sociedad post-industrial, España, Fundesco & Tecnos, 1984, p.172.