Ciudadanía: un antídoto contra la violencia estructural

Publicado el 10 de diciembre de 2014

Lucero Quintero
Estudiante de la maestría en Derecho Constitucional, UNAM
lucero.quinteror1@gmail.com

INTRODUCCIÓN

Pensé en escribir un articulo sobre este tema, dada la situación  que guarda nuestro  país y las cosas que han pasado en los últimos años, cosas que me han escandalizado como ciudadana y que me han conmovido como persona, sucesos trágicos que parecen acontecer uno después de otro y que por lo mismo, pudieran peligrosamente acercarse a ser lo cotidiano.

Reflexionando sobre distintos acontecimientos sociales que se han vuelto parte de nuestra ominosa historia era difícil centrarme en alguno de ellos, porque cada suceso me parecía parte de una descomposición social en su apartado de seguridad o en aquél aspecto en el que el Estado debiera funcionar como garante para la libre convivencia de la ciudadanía.

Pensando en asuntos como lo acontecido recientemente en Ayotzinapa, que representa la injusticia, el dolor y por supuesto la violencia inflingida a cuarenta y tres familias, también pienso en todos aquellos (hombres y mujeres) que han desaparecido sin que se hable de ellos por la opinión pública, en aquellos que han terminado sus vidas a causa del narcotráfico y sus guerras, o  de quienes ya no se habla, pero que siguen sufriendo pérdidas irreparables.

No podía identificar talvez un elemento político común a todas estas situaciones y algunas otras más que perturban el ambiente de nuestra sociedad; pero sí pude identificar un terrible elemento subyacente, la violencia. Eso que me molestaba en el fondo de todos aquellos asuntos, era el desasosiego de sentir que nadie parece estar totalmente a salvo en nuestros días.

No es mi pretensión el ser pesimista; al contrario, creo que el buscar un elemento común en todas estas situaciones es una forma de buscar el comienzo de la solución; como ir en un laberinto persiguiendo el hilo conductor. Lo cierto es que, soy simplemente una persona que ha visto múltiples caras de la violencia, y que desde mi propio punto de vista creo tener algo que decir.

¿CRISIS O VIOLENCIA ESTRUCTURAL?

Vivir como ciudadano en este país resulta ser cada vez más complejo, tratar de buscar por los propios medios el desarrollo profesional y humano que el Estado no alcanza a garantizar implica múltiples retos. Esto me hace pensar en el derecho a la felicidad que se encuentra consagrado en la Constitución de los Estados Unidos, dicho derecho se entiende como la posibilidad que tiene cada individuo de aprovechar los recursos propios y los que pone el Estado a su alcance para la realización de sus objetivos y de un plan de vida digno.

¿Y que tendría que ver el derecho a la felicidad con la idea de violencia?, en verdad creo que mucho, pienso que cada uno de nosotros tiene el derecho y la responsabilidad de crear su propio plan de vida; pero para eso tienen que existir condiciones mínimas en las que el sujeto pueda desarrollarse.

Es Galtung quien nos enseña que en una sociedad puede presentarse una violencia directa, que es aquella en la que se conoce el emisor; pero también podemos experimentar una violencia indirecta, que permea todo el sistema y que él llama violencia estructural.

“La violencia estructural puede observarse en donde quiera que la gente vive en condiciones sociales injustas y se ve privada por lo tanto de la posibilidad de realizar sus potencialidades humanas”.1

Me parece este un gran concepto de violencia, que no solamente se entiende como un acto físico de sometimiento, sino que comprende que todo aquél menoscabo u opresión al desarrollo de una persona, lo vuelve objeto de la violencia.

Pensar en las potencialidades de un ser humano es darse cuenta de que en cada uno de nosotros existe la posibilidad de expresarnos de manera creativa, de acuerdo a nuestras virtudes y capacidades. Pero es difícil creer que todos en esta sociedad estamos en posibilidad de realizar un plan de vida digno dadas las condiciones de inseguridad e insatisfacción que imperan.

Recordé todos esos sucesos que señalo en la introducción en razón de las reflexiones que he intentado hacer a raíz de la llamada reforma humanista del año 2011, a la cual me referiré también más adelante; pero que en esencia viene a constituir un cambio de concepción en nuestro sistema jurídico al poner a la dignidad humana como eje rector del mismo.

Cuando pienso en que de algún modo u otro la indolencia de ciertos grupos criminales ha colocado a quienes sufrieron de estas tragedias en una situación de vulnerabilidad, afectando sus vidas en más de un sentido, creo yo que no podemos dejar de entender que la violencia nos llega a llenar de incertidumbre a todos; al no saber si mañana podríamos perder a alguien amado y que con un zarpazo de burocracia nos quisieran hacer olvidar o desistir de buscar justicia.

“Por primera vez en la historia, la violencia, conducta típicamente humana, no consigue ya justificarse, no parece que pueda ya ser contenida por su propia lógica”:2 Esto fue dicho en 1974 por Jean Marie Domenach a raíz de una reunión interdisciplinaria sobre el estudio de las causas de la violencia, y tristemente esa idea hoy sigue teniendo vigencia.

La violencia tiene múltiples causas, múltiples efectos y también múltiples formas de presentarse; varios expertos coinciden en que la frustración del individuo es la fuente directa de la violencia, y ¿qué puede ser más frustrante que la pobreza, la discriminación, la exclusión, el acoso, la inseguridad, la ineficacia de las instituciones, el machismo, la opresión, la manipulación o el abuso?. Como vemos, estas causas de violencia son violencia en sí mismas; sus propias fuentes generadoras.

Ante todo este panorama ¿Qué es lo que podemos hacer? ¿Cómo comenzar a mejorar nuestra situación?. De nada vale darse cuenta de algo y resignarse a vivir de tal modo; de algo debe servir la inconformidad.

Quizás la reforma humanista pudiera dar algunas respuestas o alternativas, si fuera más allá de ser algo bien intencionado o una modificación que se mira con buenos ojos a nivel internacional. Dotar a los Derechos humanos de mecanismos efectivos para ser válidos es un gran paso en la lucha por la dignificación y la realización de las potencialidades del ser humano.

Pienso también en el avance que se logró con la expedición de la nueva ley de amparo y la creación de las acciones colectivas. Como abogada estoy de acuerdo en que para defender un derecho necesitamos de herramientas procesales que nos respalden, que nos reconozcan; es por eso que veo en las reformas traídas por la nueva ley de amparo, el cambio de concepción constitucional y las novedosas acciones colectivas, que nos encontramos en buen camino para  lograr el efectivo reconocimiento de los Derechos humanos; sin olvidar por supuesto la importante influencia que el control de constitucionalidad comienza a tener en la interpretación de nuestro sistema jurídico.

LA CIUDADANÍA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

Ahora bien, hay que empezar por reconocer que como parte de este panorama, nos corresponde también a nosotros buscar soluciones desde nuestro espacio social. Podemos entonces pensar que la institución ciudadana tiene algo que hacer ante la realidad que enfrenta. Formar parte de una sociedad en toda la extensión de la propia expresión significa hacerlo de manera consciente, siendo participes y artífices de las soluciones que requiere este país.

En primer lugar hay que entender el concepto de ciudadanía y apropiarse de él. Según palabras de Ricardo Raphael se puede definir a la ciudadanía como el derecho a tener derechos; o dicho en otras palabras como el boleto de ingreso a la comunidad política, lo cual nos brinda oportunidad  de incidir en la vida pública. Una vez que nos hemos dado cuenta que las políticas del Estado no resultan suficientes para asegurar el bienestar de los ciudadanos que lo conforman, es el momento de comenzar a preguntarnos que tanto comprendemos a las instituciones y a nuestro papel como ciudadanos.

Ser ciudadano no implica ser simplemente un gobernado que mira el actuar del Estado de manera abúlica, implica más bien una integración, un involucramiento en las situaciones que determinan nuestra realidad.

“El ejercicio de las prerrogativas del individuo determina las dimensiones de la ciudadanía”.3

Esto quiere decir que entre mayor participación haya de parte de los individuos, nos encontraremos en una sociedad que avance en su noción y ejercicio de la democracia; la cual no se limita al mero hecho de participar en las elecciones como espectador.

En la antigüedad la ciudadanía fue solamente otorgada a unos cuantos, siendo esta una institución que nos fue legada por los griegos y los romanos, quienes sólo reconocían a ciertas clases sociales ese derecho de participar en la vida pública.

Sin embargo, con todas las limitaciones establecidas, es a ellos a quienes debemos las ideas de isonomía, isegoría e isocratía. La primera significaba que la ley debía ser la misma para todos; el segundo implicaba que los ciudadanos tenían idéntico derecho a participar en las actividades públicas y el tercero, que cada uno podía ejercer el poder de manera semejante.

Fue hasta la ilustración que se planteo la idea de que la ciudadanía  estaba dentro de los atributos naturales de la persona. Luego vino la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y con ella el establecimiento de prerrogativas inalienables, concebidas como un piso mínimo sobre el cual construir .

“La ciudadanía es una creación de la inteligencia que ha permitido asegurar la prevalencia y evolución de nuestra especie.”4

Pareciera que el ejercicio de la ciudadanía se ha descuidado o que no ha sido entendido en la total importancia que tiene hacerse cargo de los derechos y obligaciones que se tienen por ser miembro activo de la sociedad

En nuestra sociedad encontramos una diferenciación en el concepto que de soberanía puede haber o del ejercicio del poder; anteriormente se hablaba de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; ahora en palabras de Ricardo Raphael, se puede hablar del gobierno del ciudadano, por el ciudadano y para el ciudadano.

Lo anterior me lleva a pensar en la idea de la institución ciudadana: Si comenzáramos a pensar en la ciudadanía además de cómo un conjunto de individuos pertenecientes a un mismo Estado, como una institución, talvez podríamos conjuntar los intereses de buena parte de la población para empezar a darle un rumbo a este país por medio de la fuerza de la sociedad civil.

A este respecto me permito citar lo comentado por Jorge Fernández Ruiz en su libro Poder Legislativo:

“Por lo tanto, a la luz de la teoría de Harinou .. una institución social consiste esencialmente en una idea objetiva transformada en una obra social por un fundador, idea que recluta adhesiones en el medio social y sujeta así a su servicio voluntades subjetivas indefinidamente renovadas”.5

“Marcel Perlot afirma que la institucionalidad aparece cuando en una colectividad determinada las voluntades individuales, acordes también con la idea directriz, o coligándose según una necesidad toman parte en una misma empresa y se sujetan para su ejecución, a una autoridad y a una reglamentación comunes”.

Este tipo reconcepción podría dar lugar al verdadero empoderamiento de la sociedad civil. Es decir pensarse como un ciudadano conformante de la institución con derechos y obligaciones. Tomando en serio la necesidad de evolucionar democráticamente hablando.

El ejercicio de la ciudadanía está eminentemente ligado a la construcción de un   espacio público pudiendo  entender como tal lo que es de interés y utilidad a todos y lo que es de uso común y accesible para todos. Por lo anterior podemos colegir que dicho espacio ha de ser conformado con diversas manifestaciones de los intereses sociales; no se reduce a lo que  los medios de comunicación quieran tratar o poner en la mesa de “debate”, para lograr lo que ellos mismos se dan en llamar la formación de la opinión pública. Es decir la opinión pública debe formularse desde un conocimiento de la realidad y no de una manipulación mediática y esto puede realizarse en diversos espacios de expresión.

Podemos hablar de las distintas maneras en que la sociedad trata de dar salida a las presiones acumuladas por la ineficacia de un Estado que no alcanza a garantizar condiciones de desarrollo suficientes para el grueso de su población; por ejemplo de la desobediencia civil, de la objeción de conciencia, de espacios ciudadanos que propicien un cambio social pacífico. También de acciones colectivas; del trabajo de las Organizaciones no gubernamentales, de los autogobiernos temporales, etc.

Por poner un ejemplo, -este es un tema que también llama poderosamente mi atención- encontramos lo que esta sucediendo con los compañeros del Instituto Politécnico; quienes han buscado un espacio de diálogo con la autoridad para lograr la construcción de un perfil profesional que los coloque en condiciones de logar un plan de vida digno y del desarrollo de sus potencialidades individuales.

A pesar de lo anteriormente referido, es necesario reconocer que aún existe un monopolio del espacio público por parte del Estado, por lo que es necesario reitero, el fortalecimiento de la sociedad civil. Es necesario fomentar la creación de mejores canales de comunicación en donde se pueda expresar la voluntad política, las distintas ideologías y preocupaciones sociales.

“La política es el espacio publico por excelencia”6 aunque no el único como hemos podido ver. Lo que me hace pensar en otra de las posibles soluciones a la ineficacia que hoy por hoy permea en el Estado. Talvez podríamos encontrar dentro de las candidaturas independientes una respuesta a las exigencias sociales y un medio para hacerlas efectivas. Apoyar la candidatura de un ciudadano con un interés y una visión común a la nuestra puede dar lugar a un gobierno efectivamente legitimado y comprometido.

Es importante que haya una presencia ciudadana relevante en el ejercicio del poder para lograr garantizar que las necesidades sociales reales sean tomadas en cuenta, dado que: “La magnitud de los privilegios por la posición de poder determina que tan público es el espacio público.”

Además hay que comprender la urgencia de que la sociedad civil y el Estado trabajen de manera conjunta para resolver las diversas problemáticas que se nos presentan y como respuesta a la violencia estructural que hoy por hoy estamos viviendo.

No hay un espacio público sin un mínimo de seguridad y capacidad estatal que pueda garantizar la libre expresión y ejercicio de la ciudadanía.

Como ya he mencionado, la capacidad del Estado para responder a las demandas de la ciudadanía para garantizarles un ambiente de seguridad y estabilidad propicias para el desarrollo parece haber sido rebasada. Ha sido rebasada por los poderes fácticos, por el crimen organizado, los intereses empresariales o los compromisos internacionales. Al respecto me permito citar lo que por poderes reales entiende Pablo González Casanova:

“Los poderes reales son aquellos que de una manera u otra poseen los recursos propios para condicionar la autoridad y decisiones de los órganos públicos establecidos e incluso imponer sus intereses sobre el interés público.”7

Para la construcción de un verdadero espacio público es necesario fortalecer al Estado frente a los entes privados que lo mantienen arrinconado. Su capacidad de imponerle restricciones y de actuar de manera conjunta con el poder social.

Se habla de ingobernabilidad en varios estados de nuestro país para denominar una situación de caos y violencia generalizada,   para Antonio Camou la Gobernabilidad es el : Estado de equilibrio entre las demandas civiles, sociales y políticas de la ciudadanía y la capacidad del Estado para responderlos de manera legítima y eficaz.

Dicha ingobernabilidad se ha dado por la presencia de los poderes reales representados por las fuerzas criminales que determinan la realidad de nuestro país. Ante tal situación se hace necesaria la suma de la sociedad  civil a la fuerza del Estado para hacer uso de esa fuerza social que nos lleve al cambio que muchos de nosotros queremos. Al respecto señalo la concepción que de poder social sostiene Jorge Fernández Ruiz:

“Podría decirse que el poder social consiste en la capacidad de la sociedad civil de modificar la conducta de sus integrantes para que esta se ajuste a los usos, modas y costumbres imperantes, los cuales se transforman conforme a necesidades nuevas y al dictado de quienes ocupan estatus determinados. Kenneth B. Clark define al poder social como la fuerza o la energía necesarias para producir, sostener o impedir un cambio social, político o económico.”8

Ante todo lo anterior, me pregunto ¿Qué elementos pueden ayudarnos para la construcción de un panorama más alentador y más fértil para los cambios que este país necesita?. Me respondo lo siguiente:

Participación ciudadana, acciones colectivas, movimientos sociales y políticas públicas.

¿Porque hablar ahora de políticas públicas?

Bien, yo creo que las políticas públicas son uno de los terrenos en los que finalmente puede incidir una ciudadanía bien conformada y empoderada; llevando a la esfera política sus aspiraciones y demandas .

Podemos entender por políticas públicas a aquello que alguna vez Dewey expresara como lo público y sus problemas. A la forma en que se definen y construyen soluciones para las distintas problemáticas sociales; así como a la manera en que estas llegan a la agenda política .

¿Cómo, porqué y para qué los gobiernos adoptan determinadas políticas públicas?¿Qué hacen, para qué lo hacen y cuál es su efecto?.

Esas son preguntas que deben interesar a los ciudadanos que tengan un verdadero compromiso con la modificación de las condiciones que imperan en nuestro Estado; muchas veces nos quejamos de lo que el gobierno no hace, de aquello que no atiende, pero pocas son las personas que se interesan en conocer como es que el Estado llega a tomar como parte de sus responsabilidades la solución de una problemática.

Las políticas públicas pasan por todo un proceso que según Wayne Parsons,  se puede resumir en tres grandes rubros:

1.- Formulación

2.- Toma de decisiones

3.- Implementación y Evaluación

Primero hay que identificar la problemática social y delimitar los términos para su discusión. Es una forma de aproximarse a un tema o evento, estructurándolo y colocándolo dentro de ciertos límites. (Dotar al problema de una etiqueta que permita su comprensión y la elaboración de un plan de acción).

El papel que en este aspecto juegan los medios de comunicación puede se de gran importancia para acercar la comprensión de un problema a la colectividad en general, poniéndolo entonces en la agenda pública.

En cuanto a la toma de decisiones nos enfrentamos a la manera en que se ha de implementar la solución a la problemática social dada. Es decir, una vez que se han determinado los aspectos que se atenderán de dicha situación y la perspectiva desde la cual se abordará se tendrá que trazar un plan de acción.

Por último cuando se llega a la fase de implementación es cuando se tiene que poner en marcha toda la estructura y la logística que nos permita llevar a cabo efectivamente el programa que se planteó como solución a la problemática en cuestión.

Hay cosas que pueden detonar a las políticas públicas como: conflictos, catástrofes, acontecimientos humanos, etc.

CONCLUSIONES

La  idea de escribir un artículo sobre violencia estructural surgió de la necesidad de expresar mi preocupación sobre la situación general en la que hoy vivimos. De la necesidad de buscar una solución a partir de los elementos con los que ya contamos y dejar de creer que todo está tan mal que nada podría hacerse.

Hay ciertos valores que nos dan la tranquilidad de seguir vivos, como la libertad, la integridad física y emocional, la expresión de nuestras ideas y nuestro sentir, las oportunidades de desarrollo y todos aquellos derechos que nos permiten manifestarnos como un ser humano libre de coacción y de violencia.

Creo que la participación ciudadana bien entendida puede llevar a la implementación de políticas públicas que ayuden a disminuir la violencia estructural que se ha presentado en nuestro país. Del interés de los ciudadanos pueden surgir ideas que nos lleven a intentar nuevas soluciones a los problemas que hoy se nos presentan.

Es necesario establecer  un compromiso social para la paz. Pareciera iluso pensar en la unión de la sociedad para la implementación de nuevos planes de acción cuando el Estado no parece poder cumplimentar sus labores; pero en verdad que ante el clima en que vivimos es necesario tomar las herramientas jurisdiccionales o no que tengamos a nuestro alcance. De nada servirían las reformas humanistas si las implicaciones de las mismas no son bien entendidas y aprovechadas por sus destinatarios.

Podemos empezar por difundir aquello que como profesionistas y como personas nos haya tocado aprender, transmitir en términos accesibles nuestro punto de vista a las generaciones a las que ahora les toca estar bregando en este ambiente y también ser capaces de interesarnos en las futuras generaciones. Me gusta la idea de educar para educar. La promoción de valores por parte de la misma ciudadanía, que tiene la oportunidad de incidir en su propio gobierno.

BIBLIOGRAFÍA

ALAIN Joxe y otros, La violencia y sus causas, Organización de las naciones Unidas, París 1981, pp. 303

BIALOSTOSKY Sara, Panorama del Derecho Romano, Ed. Porrúa, México, 2002,

DE LA MADRID Ricardo Raphael,  Para entender la institución ciudadana, Ed. Nostra, México 2007, pp. 85pp. 291.

FERNÁNDEZ Ruiz Jorge, Poder Legislativo, Ed. Porrúa, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003, pp.505.

MERINO Mauricio y otros, ¿Qué tan público es el espacio público en México?, Fondo de Cultura Económica, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Universidad Veracruzana, México, 2008, pp.394.

PARSONS Wayne, Una introducción a la teoría y la práctica del análisis de políticas públicas, Flacso, México, 2013, pp. 815.

TAMAYO Sergio, Crítica de la ciudadanía, Ed. Siglo XXI, Universidad Autónoma Metropolitana, México 2010, pp. 281.

NOTAS:
1. Senghaas Dieter, Contribución específica de la Irenología al análisis de las causas de la violencia social: la trandisciplinariedad. La violencia y sus causas, Organización de las naciones Unidas, París 1981, p. 108.
2. Domenach Jean Marie. La violencia, La violencia y sus causas, Organización de las naciones Unidas, París 1981, p. 45.
3. De la Madrid Ricardo Raphael, Para entender la institución ciudadana, Ed. Nostra, México 2007, p. 10.
4. De la Madrid Ricardo Raphael, Op. cit p. 13.
5. Fernández Ruiz Jorge, Poder Legislativo, Ed. Porrúa, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003, p. 41.
6. Merino Mauricio y otros, ¿Qué tan público es el espacio público en México?, Fondo de Cultura Económica, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Universidad Veracruzana, México, 2008, p.
7. González Casanova Pablo. La democracia en México. Ed. Era. México 1965 pp. 231.
8. Jorge Fernández Ruiz, Op. cit. P. 22.