La falta de derechos para la mujer en los países islámicos

Publicado el 26 de marzo de 2015

Luis Alberto Silva Osorio
Estudiante de licenciatura en la Facultad de Derecho, UNAM
luis_020195@hotmail.com

Un tema que considero debería ser atendido por diversos sectores intelectuales, como por politólogos, sociólogos, pero en especial por juristas, es el de la enorme falta de derechos para las mujeres en medio oriente, así como los castigos impuestos a las mismas en aquellos países que profesan la religión islámica, ya que algunos de estos castigos van desde simples azotes, mutilaciones o inclusive lapidaciones que terminan con la muerte de la culpable. Ejemplos de lo anterior son encontrados de manera frecuente en medios de información, principalmente en páginas electrónicas de periódicos internacionales.

Hace relativamente poco se presentó una noticia que versa sobre una mujer y un hombre de 19 y 21 años, respectivamente, originarios de la provincia de Kapisa, en el Oriente de Afganistán; la pareja fue condenada a cien azotes, cada uno, en público por mantener relaciones sexuales inapropiadas, es decir, fuera del matrimonio; las imágenes de dicho acontecimiento se difundieron en las redes sociales y fueron severamente criticadas por gran parte de las sociedades occidentales.1

Por último, el caso, para mí el más notable de limitación a los derechos de la mujer, de la pakistaní Malala Yousafzai, una joven activista, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2014 y defensora de los derechos de las mujeres a la educación, pues entre 2003 y 2009 se obligó en su país el cierre de las escuelas privadas, además de que los talibanes prohibieron el acceso a la educación a las niñas; sin embargo, la joven acudía a la escuela de forma clandestina, pasando desapercibida, vestida de hombre.

Posteriormente, siguió en la defensa de los derechos de la mujer, pero el 9 de octubre de 2012 en Mingora fue víctima de un atentado por un miliciano que era parte de un grupo terrorista vinculado a los talibanes, el cual, después de abordar un vehículo que servía como autobús escolar, le disparó en repetidas ocasiones impactándole en el cráneo y el cuello, por lo cual tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en un hospital de Inglaterra.2 Tras un largo tiempo de recuperación lo primero que declaró fue que mantendría su camino en la defensa del derecho a la educación.

Aunque los ejemplos anteriores se considerarían un atentado grave a los derechos de la mujer e incluso a los derechos humanos en países que no son parte del islam, en países como Afganistán, Irán, Arabia Saudita, Pakistán, entre otros, gran parte de su sociedad seguidora de esa religión ve dichos actos con naturalidad.

La justificación que esos grupos de la sociedad dan a esos actos proviene, desde mi particular punto de vista, de la religión indudablemente, pues siempre han sido las religiones aquellas que caracterizan de contrarios a la palabra de Dios todos aquellos actos de la mujer que sean contrarios a la voluntad del hombre, debido a que esa era la ideología que se tenía cuando se originaron las religiones; debía existir una sumisión total de la mujer ante el hombre, ya que se le veía como un simple objeto sexual para continuar con la descendencia masculina, la mujer era considerada también incapaz de realizar muchas tareas, por lo que era dependiente total del sustento masculino, incluso se llega al extremo, en el Corán, de considerar a la mujer bajo la protección del hombre por la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros.

Esta primitiva creencia sobre la mujer ha ido evolucionando con el devenir del tiempo, aunado a que el mundo se ha transformado en un lugar abierto a la pluralidad de ideas, paridad de género, respeto a los derechos humanos, a la libertad de expresión, de religión e incluso sexual. Sin embargo, en los Estados islámicos, a pesar del gran esfuerzo que las mujeres realizan para exigir sus derechos, me parece que siguen y seguirán muy limitadas en los mismos, pues desafortunadamente el sistema jurídico en el que se encuentran está totalmente ligado a la religión,3 en consecuencia, la situación de las mujeres en esos países es poco probable que mejore.

Por otra parte, también debe contrastarse la visión occidentalizada con el punto de vista del género masculino de los países islámicos sobre los derechos que Occidente propugna para la mujer; en principio, consideran que esos derechos son un complot para destruir al islam; han sido sobre todo los predicadores de Arabia Saudita quienes ven en la preocupación de los occidentales sobre la situación de la mujer en el islam un intento de minar y hundir a la sociedad islámica.4

Como pudo observarse, hay una multiplicidad de puntos de vista, algunos otorgan plena libertad a la mujer y otros son totalmente restrictivos con ella. Por tanto, definir quién tiene la razón será siempre una cuestión de debate, pues la decisión recaerá en la consideración axiológica de cada persona, ya que habrá quienes consideren, aun dentro de nuestro pensamiento occidental, que las libertades otorgadas a las mujeres son excesivas, ya que se ha confundido por ellas la libertad, mientras que otros occidentales considerarán aún limitadas las libertades de las mujeres y estarán a favor de una mayor igualdad de género; por otro lado, tal vez en el mundo islámico sólo sean las generaciones jóvenes quienes posiblemente estén a favor de conceder más libertades a las mujeres, no así las pasadas generaciones, pues su formación ideológica fue estricta y religiosa, por lo que la situación de la mujer quedará sujeta a la valoración de cada persona en el mundo.

Por tanto, es muy lamentable la situación que se vive en los países islámicos por las guerras, las injusticias, la falta de derechos humanos; sin embargo, para que se presente un verdadero cambio es necesaria una completa separación, en los países islámicos, entre religión y derecho, que lleve a la mujer a ser escuchada, que tenga voz y voto para legislar acerca de cómo le gustaría ser tratada y qué libertades le gustaría poseer.

Por su parte, las mujeres del islam deben quitarse el yugo que ejerce el hombre sobre ellas, pues ese sometimiento se encuentra muy arraigado en algunas, al grado de que la mayoría de las mujeres muestra poco interés en buscar sus libertades; me atrevo a creer que la razón es el miedo a las sanciones y, por lo tanto, prefieren conformarse con el estilo de vida dócil, que si bien no les da libertades, tampoco les implica castigos, pues aquéllos sólo son para las mujeres que no siguen las normas de conducta, para las que buscan luchar por sus derechos o las que están en contra de la voluntad del hombre.

NOTAS:
1 Agencia EFE (18 de noviembre de 2014). “Pareja recibe 100 latigazos por tener relaciones premaritales”, UNOTV NOTICIAS, recuperado el 19 de febrero de 2015 en http://www.unotv.com.
2 Fuentes, Fernando (3 de noviembre de 2014). “Ir a la escuela es un derecho básico: Malala Yousafzai”, Milenio, recuperado el 26 de febrero de 2015 en http://www.milenio.com.
3 Sirvent Gutiérrez, Consuelo, Sistemas jurídicos contemporáneos, México, Porrúa, 2011, pp. 163-183.
4 (26 de septiembre de 2002). “Sermones de los viernes en mezquitas Saudí Árabes: reseña y análisis”, The Middle East Media Research Institute MEMRI, recuperado el 25 de febrero de 2015.