No es un sueño ver la democracia en México

Publicado el 15 de abril de 2015

Gabriel Marcos Moreno Gavaldón
Colabora en la Secretaría de Desarrollo Social, Puebla
gabomoreno2006@yahoo.com.mx

México es un país en constante lucha para lograr la verdadera representación del pueblo en el gobierno; fueron muchos años en los que un solo partido fue protagonista en el manejo del poder, hasta que en 2000 un hartazgo generalizado y una participación ciudadana sin precedentes cambió la historia y llegó al poder un partido político distinto al que durante más de setenta años gobernó este país; los mexicanos por fin creímos que la democracia y el respeto a las instituciones habían llegado, que nuestros procesos electorales ahora serían ejemplares y que las políticas públicas del gobierno federal serían realmente para beneficio del pueblo. Hoy, a quince años de esa histórica elección, el funcionamiento de nuestras instituciones genera en los mexicanos una alta dosis de desencanto y desilusión por no obtener el resultado que esperamos con la alternancia en el poder. La realidad es contraria al optimismo ciudadano.

Descubrimos entonces que la democracia no genera de forma automática la plena vigencia de derechos y libertades; los equilibrios y acuerdos entre los poderes; las distintas instancias de gobierno y los diversos actores políticos, sociales y económicos; mucho menos, igualdad, crecimiento económico, empleo, justicia, seguridad o equidad social. Comprobamos que la democracia requiere de correcciones y esfuerzos constantes, de pequeñas luchas diarias a partir del cambio en la cultura política de los ciudadanos y de las autoridades.

En 2012 llega un gobierno supuestamente renovado, que nos inyecta esperanza y ofrece las reformas estructurales que tanto se han comentado; el Pacto por México se convierte en un ejercicio ejemplar en México en el que los partidos políticos nos dan una lección de madurez política, logrando negociaciones que hubieran parecido imposibles que se pudieran dar. En el Congreso de la Unión se aprueban las reformas más significativas del México moderno, nos convencen que con ellas nuestro país cambiará y seremos más competitivos y desarrollados en los años por venir. Sin embargo, la realidad nos alcanza, ya que existen índices de pobreza y desigualdad alarmantes, inseguridad, violaciones a derechos humanos, escándalos de corrupción y nulo crecimiento económico, por lo que las preguntas que vienen a nuestra mente son qué hacer ante una situación así, qué podemos hacer como sociedad frente a una problemática que viene mal desde el núcleo del poder.

Estamos frente a una posible respuesta que nos lleva a pensar en democracia y participación ciudadana; en México existe un déficit de cultura política y democrática, de una sociedad organizada, de alternativas y mecanismos de participación en el espacio público, de autoridades que rindan cuentas ante la ciudadanía y de promoción del desarrollo de las competencias cívicas.

Un Estado democrático fuerte es la mejor garantía para el fortalecimiento de la sociedad civil y, esta última parece ser la condición indispensable para que las instituciones estatales no acaben divorciadas de su entorno, las garantías que reconoce el Estado democrático deben alentar la organización social, y una sociedad civil fuerte y activa inyecta vitalidad a la organización estatal. Por ello hay que impulsar políticas públicas que permitan el desarrollo de las competencias cívicas indispensables para participar en democracia, tanto en el ámbito educativo formal, como en el espacio comunitario. Los mecanismos de participación ciudadana deben reconocer a los organismos de la sociedad civil y a los ciudadanos como sujetos de consulta en el diagnóstico de los problemas públicos, así como en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas.

La participación ciudadana responsable es clave para la consolidación de nuestra democracia, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de votar y exigir a nuestras autoridades el respeto a la legalidad y los derechos humanos, hoy más que nunca, México nos necesita y debemos de actuar en consecuencia, por eso reiteramos que creemos en nosotros, creemos en nuestro país y nos atrevemos a afirmar que “no es un sueño ver la democracia en México”.