El Amparo y la Declaración de Derechos de la ONU: nuevos hallazgos1

Publicado el 20 de enero de 2016

Francisco Tortolero Cervantes Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, ftortolero@gmail.com

Un equipo de investigadores mexicanos con diferentes formaciones, convocados en 2013 por la SCJN, nos dimos a la tarea de hilvanar distintos argumentos, conocidos pero inconexos, que una vez integrados, arrojaron resultados inesperados: el amparo mexicano fue clave en la declaración universal de los derechos humanos de 1948.Por esta razón, desde hace unos días, el juicio de amparo es patrimonio documental de la humanidad.

En 1946, la ONU encargó a Eleanor Roosevelt encabezar los trabajos de redacción de una declaración de derechos común para todos los países. La encomienda no era sencilla, dada la confrontación de percepciones. En torno al concepto de individuo, existía una división tajante entre los dos bloques ganadores de la guerra.

Los Aliados pugnaban por incluir el Habeas Corpus, que ponía en el centro al individuo defendiéndose frente al Estado. El bloque comunista consideraba que los derechos no podían entenderse si no era por ser reconocidos a una colectividad (de campesinos, de trabajadores). Así ocurría desde la Rusia zarista.

La diplomacia mexicana planteó una moción que destrabó las posturas enfrentadas. A la propuesta de nuestro gobierno se unió la de diplomáticos latinoamericanos. Entre nosotros, funcionaba el amparo desde un siglo atrás, con diversas modalidades, para garantizar al individuo (y a ciertos colectivos) el goce de sus derechos frente a la autoridad. Pero aquello no era una constante en el mundo. De ahí que nuestro ejemplo continental sirviera para ofrecer una solución ante los retos de la posguerra.

De todo esto, quedó plasmado en el art. 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que "[t]oda persona tiene derecho a un recurso efectivo [...] que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales...." El viernes pasado, el Comité de Memoria del Mundo de la UNESCO, determinó en su reunión bianual (esta vez en Abu Dhabi) incluir el fondo documental del amparo mexicano, resguardado por la Suprema Corte, en una lista exclusivísima de patrimonio documental de la humanidad. Se trata de expedientes que marcaron el nacimiento del derecho universal a un recurso judicial. Estos son relevantes no sólo por razones jurídicas, sino porque presentan historias de personas comunes que pedían amparo contra actos públicos, en épocas en donde reinaba el caos institucional. El lapso se abre poco antes del porfiriato y se cierra con la normalización de la vida institucional tras el fin de la Revolución.

Este importante reconocimiento de la UNESCO no debe ser visto como sólo uno más... significa que a partir de este momento, nuestra Suprema Corte está llamada a ser consistente y responsable en la gestión de sus archivos. Igual que la reforma de los derechos humanos, este cambio no tiene vuelta atrás. A partir de ahora, estos acervos están abiertos, ya no sólo a estudiantes de derecho sino a dramaturgos, historiadores, sociólogos o antropólogos; pero por qué no a ingenieros y médicos (para conocer la forma en que sus disciplinas fueron reguladas en años anteriores). Otro cambio de actitud que esperamos de la granada burocracia del Poder Judicial Federal: véase El Juicio de Amparo en la DUDH: una postulación a la UNESCO (2015), coordinado por F. Tortolero y C. Pérez, Casas de la Cultura Jurídica de la SCJN.

Estos expedientes, de un valor histórico notable pero hasta ahora inexplorado, se encuentran resguardados en archivos judiciales a lo largo y ancho del país. Concretamente, en los archivos centrales de la Suprema Corte, y en las Casas de la Cultura Jurídica, dispersos en casi todas las capitales, listos para ser consultados.

En un país azotado por la violencia y el descrédito a las instituciones estatales, en donde no paramos de leer condenas y señalamientos de agentes internacionales en contra del estrepitoso fracaso de las políticas domésticas de protección a derechos fundamentales, bien vale la pena detenerse un minuto y apostar, a futuro, a que no todo está perdido. Que somos producto de una sociedad que lucha desde hace cinco siglos por desterrar el privilegio y la arbitrariedad. Y que ese combate bien vale la pena que se mantenga vivo. Los archivos judiciales contienen historias que todos debiéramos conocer, que refiere a esa lucha por los derechos.

NOTAS:
1. Se reproduce con autorización del autor, publicado en El Informador, de Guadalajara, Jalisco, el 15 de octubre de 2015.



Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV