La ciudad caleidoscopio1

Publicado el 9 de febrero de 2016

Leticia Bonifaz Alfonzo
Directora de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
LBonifaz@mail.scjn.gob.mx

México Tenochtitlan se fundó en 1356. Fue sitiada en 1521 y a partir de 1528, se asentó aquí la Audiencia de México, capital del Virreinato. Esta es la ciudad que le da el nombre al país.

Preciso lo anterior porque la semana pasada dejó de existir el Distrito Federal, creación jurídica del constituyente de 1824 para ubicar a los poderes federales. El Distrito Federal vivió 191 años con diferentes esquemas políticos de organización, pero en nuestro lenguaje cotidiano estará presente muchos años más.

En 1824 se estableció que: “El distrito será el comprendido en un círculo cuyo centro será la plaza mayor de esta ciudad y su radio de dos leguas”. También se señaló que el gobierno político y económico quedaba exclusivamente bajo la jurisdicción del gobierno general.

Las dos leguas fueron rebasadas y la ciudad creció en una mancha urbana, sin orden ni mesura, hasta convertirse en la megalópolis que hoy habitamos.

El modelo de Distrito se tomó de los Estado Unidos donde su capital, Washington DC existía desde 1790 y se diferenciaba de los estados que componían la Unión por ser sede de los poderes federales. Para efectos prácticos, Washington y el Distrito de Columbia son considerados la misma entidad como sucedía con la Ciudad de México y el Distrito Federal.

En Latinoamérica, en pleno auge federalista, se creó en Colombia el Distrito Federal de Bogotá (1861-1864) y con la reorganización territorial de 1905, nació el Distrito Capital de Bogotá. En 1945 se le dio un régimen especial y con la Constitución de 1991 surgió de nuevo el Distrito Capital.

Venezuela tiene también una larga historia. Desde 1863, Caracas fue un Distrito Federal que se transformó en Distrito Capital. Hoy, la conurbación generó un Distrito Metropolitano.

Brasilia, la ciudad construida ex profeso como capital federal en 1956, tiene el carácter de Distrito Federal.

La denominación oficial de Buenos Aires es Ciudad Autónoma de Buenos Aires y está en la provincia del mismo nombre. Ambas tienen su propia Constitución. La de la ciudad está por cumplir 20 años.

En todos los casos se puede distinguir la Ciudad como ente vivo, de la ficción jurídica del Distrito que sirve para delimitaciones territoriales y fijación de competencias político-jurídicas.

Hago este repaso por el título de un artículo que publicó de The Guardian el 29 de enero pasado: “Mexico City officially changes its name to Mexico City” y es que en el extranjero, el Distrito Federal fue inexistente y la Ciudad de México es mundialmente conocida. Por la Olimpiada del 68, por los mundiales, por su dimensión, por los niveles de contaminación que alcanzó en los 80, por el sismo, por su centro histórico, por sus museos, por el Coyoacán de Frida y Diego, en fin.

Se trata de una ciudad caleidoscópica y de contrastes: un mosaico formado por vidas que se cruzan todos los días; un lugar de encuentros, espacio de ires y venires; ciudad refugio, capital cultural, capital económica. Es esa amalgama la que tal vez ha hecho que no se haya necesitado, con la urgencia que pareciera haber hoy, un gentilicio. - Hasta hace poco, proporcionalmente, no eran muchas las personas con padres y abuelos nacidos aquí-.

Más que en el gentilicio, la atención debe centrarse en la preservación de los derechos que ejercemos y su progresividad; en la defensa del patrimonio histórico y artístico; en la sustentabilidad y el mejoramiento de los servicios; en el fomento de la solidaridad y la buena vecindad más allá de los momentos de crisis; en la multiplicación de las opciones culturales y de espacios incluyentes.

Esta ciudad no puede ser llamada eterna porque es Roma la que lleva ese apelativo, pero por su pasado, presente y futuro, lo merece también. Su historia y vitalidad va más allá del efímero hashtag.

NOTAS:
1.Se reproduce con autorización de la autora, publicado en El Universal, el 6 de enero de 2016.



Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV